Capítulo 11

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-¿Qué sucede contigo, Melissa? -oí a Emma llamarme-. Estás otra vez en las nubes.

-Lo siento -susurré-. Estoy bien, sólo no dormí mucho anoche.

-Melissa, no mientas. Te conozco. ¿Cuándo dejaste de contarme tus problemas?

-No es eso, Emma -bajé la vista. Era cierto. No le había comentado ni siquiera que Dylan había empezado a gustarme. Y dentro de ese secreto había varios más. Me sentía mal por no decirle. Pero no quería preocuparla.

-No hace falta que me lo digas tú. Dylan ya me lo contó todo hace algunos días. Me dijo todo lo que pasó en tu casa aquella vez y todo lo que dijiste. Ayer me dijo lo que pasó el día que no vine cuando te fuiste de aquí. Realmente me duele que me hayas ocultado todo eso. Pensé que confiabas en mí -bajó la cabeza y suspiré.

-Sé que debí contarte. Pero, repito, no quería hacerte preocupar. Además, pensé en guardármelo todo porque ni yo misma sabía lo que sentía. Lamento que te hayas enterado por alguien más -me disculpé con sinceridad-. ¿Dylan está molesto conmigo?

-No, lo contrario. Está agradecido porque hayas aclarado las cosas con él. Dijo que no te iba a llamar porque necesitabas tu espacio. Aunque no paraba de repetir lo mucho que deseaba ir a abrazarte porque probablemente estabas deprimida. A veces creo que te llevas mejor con él que conmigo -rodó los ojos.

-No es cierto. No estés celosa. Es sólo que normalmente tú estás ocupada. Y luego de todo lo que ha ocurrido entendí que Dylan aprovechaba cada oportunidad que fuese posible para ir a visitarme.

-Sigue dándome celos, de todos modos -bufó molesta.

-Deja de hacerme sentir culpable, Emma -lloriqueé. Y ella soltó una carcajada.

-Entiendo que no me lo hayas contado. Tranquila -me abrazó-. Pero trata de no guardarte estas cosas. Sabes que puedes contar conmigo siempre.

Asentí devolviéndole el abrazo y nos levantamos para empezar a caminar sin rumbo.

-¿Dónde está Dyl? -cuestioné algo apenada mientras íbamos caminando.

-No lo sé. No lo he visto hoy -me limité a sólo asentir sin decir nada. Para mí era muy incómodo encontrarme en esta situación.

Solté un suspiro y seguí caminando junto a Emma. A lo lejos pude ver que se acercaba Jace con uno de sus amigos. Ambos estaban riendo. Pero éste al verme, borró totalmente su sonrisa. Y al pasar por mi lado hizo que nuestros hombros chocasen.

-Fíjate por dónde caminas, idiota -bufé molesta, pero él ni siquiera volteó a verme.

Sí, me ignoró.

Fue como si yo realmente no estuviera justo a unos dos metros de él.

-Jace, te estoy hablando, maldito imbécil -fruncí más el ceño al ver que, aun así. El idiota seguía ignorando totalmente mi existencia-. Vete al diablo.

Tomé a Emma del brazo y caminé hasta el gran árbol en el que tan sólo unos días antes había rechazado a Dylan. Sí, me seguía sintiendo igual de mal que cuando pasó. Pero no podía seguir huyendo de esa manera. Pues sería muy inmaduro de mi parte.

-¿Cuál es su problema? En serio no lo soporto -gruñí.

-Te molesta porque tú dejas que lo haga -arqueé una ceja.

-¿A qué te refieres?

-Pues -pausó-... te dejas llevar mucho por lo que hace o deja de hacer y por lo que dice o deja de decir. Es como si te importaran él y su vida -sugirió y yo abrí los ojos de golpe.

-¡Eso no es cierto! -contraataqué-. No me importa lo que ese idiota haga con su vida. Es un Playboy estúpido y arrogante.

-Eso lo sé. Pero, de todas formas, es como si te afectaran las decisiones que él toma, Melissa.

-Ya, déjame en paz. No me importa nada de él. Haré todo para demostrártelo. No lo quiero cerca de mí. Pues sé que quiere jugar conmigo al mismo juego que ha jugado con todas las demás chicas. Me asquea su manera de pensar y actuar. Y es una persona simplemente patética -solté molesta y casi perdiendo la respiración-. Lo odio.

-¿Estás segura de odiarlo?

-Estoy segura.

Sí, claro que lo estaba. Jace Collins era una persona muy irritante y normalmente te generaba ganas de golpear su bonito rostro. Jamás había conocido a una persona tan irritante e idiota como él. Era como juntar a todos mis ex novios en una sola persona. Lo cual daba como resultado a su existencia.

Dios santo. Cómo lo detestaba.

Pero había algo que me extrañaba. Y era el hecho de que me estaba ignorando cuando normalmente aprovechaba cada situación en la que no estuviese Dylan pana poder hablar conmigo.

¿Por qué?

Ah.

Recordaba haberle dicho que se alejara de mí. Parece que lo tomó en serio. Extraño en él.

Pero creía haber hecho lo correcto.

MIKE

-¿Por qué la ignoraste? -le dije a Jace con una ceja enarcada-. ¿No te estabas muriendo por ella?

-Aún.

-¿Pero?

-Ella me quiere lo más lejos posible. No quiere que le hable, ni que la busque y mucho menos que me acerque a ella. Sin embargo, eso no me va a detener. Por ahora Actuaré indiferente y como un maldito desgraciado. Alimentaré su odio para que llegue el momento en el que no pueda salir de su cabeza. Y luego, ¡Boom! Seré su príncipe encantador -alardeó haciendo una pose bastante peculiar y fruncí el ceño-. ¡Ella va a amarme, hermano!

No creo que esa sea la manera, Jace.

-Eres desagradable, amigo -susurré tratando de analizar cada movimiento de su macabro rostro.

-Gracias -sonrió de oreja a oreja y puedo jurar que hasta me dio miedo.

¿Por qué demonios no podía tener amistades parcialmente normales?

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora