Capítulo 47

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Era sábado, mi cabeza dolía un poco y mi cuerpo se sentía pesado.

—Diablos —susurré tocando mi frente. Me levanté a regañadientes de la cama y me metí al baño directamente para refrescar un poco mi cuerpo. Tras haber salido, miré la hora. Era mediodía. Creí que sería un poco más temprano. Suspiré y me dispuse a bajar las escaleras— Buenos días —saludé sonriente cuando llegué a la sala de estar, encontrándome ahí con mis padres mirando televisión.

—Buenos días, cariño —saludó mi madre—. ¿Has dormido bien?

—Como un bebé —me reí—. Pero desperté con un poco de jaqueca.

—Siempre te ocurre eso cuando te duermes demasiado tarde —me dijo mi padre entre unas risillas—. Pero me alegra que hayas dormido bien...

Me sentía feliz, mis padres de nuevo estaban aquí. Hacía tanto tiempo que no los veía. Y al fin, luego de tantos meses, me habían dado la grata sorpresa de aparecer el día de mi cumpleaños. Admito que me sentí increíblemente genial cuando los vi nuevamente. Hacía meses que ansiaba volver a abrazarles.

—¿Qué estaban haciendo? —me tiré en el sofá que estaba desocupado—. ¿Ya han almorzado?

—Sólo estábamos mirando televisión —empezó mamá—. Y no, aún no preparo el almuerzo.

—Descuiden —sonreí—. Prepararé algo, enseguida vuelvo —me levanté del sofá y me encaminé hacia la cocina.

Tras algunos minutos serví tres platos de comida y los acomodé delicadamente sobre la mesa.

—Luce exquisito —mi padre miraba extasiado la comida. Me reí un poco.

—He aprendido un poco durante su ausencia. Después de todo. Tenía que arreglármelas para sobrevivir sola —mi madre hizo una mueca de pena.

—Lo sentimos tanto —se disculpó—. No nos gusta dejarte sola...

—Descuida —le sonreí—. Entiendo que hay cosas que son por el bien de la empresa. Aunque admito que me habría gustado pasar más tiempo con ustedes en mi adolescencia —todo se tornó un poco silencioso. Me aclaré la garganta—. Pero no hablemos de cosas tristes ahora —sonreí—. Lo importante ahora es disfrutar la comida. Hace tanto que no comemos en la misma mesa —solté un suspiro de alegría—. Los extrañé.

—También te extrañamos mucho —sonrió mamá.

Comimos en silencio. Tras haber terminado, pasamos varias horas conversando de cosas varias y mirando televisión en la sala de estar. De repente, el ambiente se tornó algo frío y pesado. Lo cual me generó una gran confusión.

Mis padres suspiraron un par de veces.

—¿Está todo bien? —pregunté intercalando mi vista entre ambos—. Los noto algo idos —dije preocupada.

Mamá bajó la cabeza. Y cuando busqué respuestas en papá, él desvió la mirada. Fruncí el ceño algo confundida.

—Oh, ya sé qué ocurre —me reí—. ¿Tendrán otro bebé? —bromeé risueña. Sin embargo, ellos seguían en la misma posición—. Hey... ¿Qué ocurre?

Mi padre soltó un gran suspiro y volvió a hacer contacto visual conmigo.

—Melissa —empezó con la voz algo temblorosa.

—Oigan... Me están asustando. ¿Qué pasa?

—Primero que todo —susurró mamá aún con la mirada clavada en sus manos—. Queremos que sepas que te amamos mucho. Tal vez dudes de ello de ahora en adelante. Nos duele que así sea. Pero queremos que sepas que, aunque no nos ames a nosotros luego de lo que estamos por decirte, nosotros siempre te hemos amado y siempre te amaremos...

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora