(Jace en multimedia)
Estaba duchándome mientras pensaba en lo tonta que era al no poder controlar mi nerviosismo cuando estaba cerca de Dylan. Ya habían transcurrido dos días. Aquella vez llamé a Emma para que me acompañara. Noté la manera reprobatoria en la que su primo la observaba y atrapé cada una de las lanzas que sus ojos marrones lanzaban con la velocidad de la luz en dirección a Emma. El día siguiente ella me contó lo enojado que se había puesto por su llegada a hacer «mal tercio» aquella tarde, y lo molesto que estaba con ella por quitarle nuestro tiempo a solas. Me sentía inmensamente mal porque la culpa no era de ella, sino mía por ser una cobarde que no puede lidiar con sus propios problemas sin que venga alguien a salvarle el pellejo.
Por otro lado, ella trató de calmarme diciendo «Tranquila, él siempre se pone así. Ya se le pasará». Lo cual claramente tampoco ayudó mucho.
No cabía duda de que me sentía cada vez más idiota por no notar algo que era cada vez más evidente. Valga la redundancia.
Salí de la ducha y luego de vestirme me tiré a la cama. Me sonrojé al recordar su linda actitud hacia mí. Había notado que me sonreía de una manera tan única que llegaba a ser aterradora la manera en la que te hacía sentir inmensamente especial con sólo una sonrisa. Aunque fuese una rebelde que se escapaba sin autorización.
Millones de cosas pasaron por mi cabeza, y me estaba volviendo un manojo de nervios que imposibles eran de controlar.
Mi teléfono sonó en la mesita de noche lo cual automáticamente hizo que dejara de lado mis pensamientos.
«Seller» —leí y fruncí en ceño a ver en la parte superior un número desconocido.
«¿Qué quieres? Quienquiera que seas. ¿Quién te dio mi número?»
«Soy Jace»
—Maldita sea, no de nuevo —susurré.
Dejé un hermoso y colorido azul poniendo punto y fin a aquella conversación. Agendé el número. Sólo por si acaso.
«Idiota»
«¿En serio no vas a contestar? Por cierto, te ves sexy en tu foto de perfil»
Maldito seas, Jace Collins. Eres tremendo imbécil.
«¿Qué diablos quieres, Jace?» —escribí sentándome e incorporándose en la cama con la mirada atenta al móvil.
«Hablar. Duh»
Volví a dejarlo en visto.
«Melissa. Detente.»
«¿Qué quieres?» —repetí.
«Ya dije que quería hablar. No sé qué más quieres que te diga»
«¿Quién te dio mi número?»
«Pues, sé que está mal que te lo diga. Pero es alguien muy cercana a ti y que te quiere mucho»
«Emma.»
Traidora.
«Tiene un lindo trasero. Aunque ninguno comparado con el tuyo ;)»
Blue.
«MALDICIÓN, MELISSA. PARA DE DEJARME EN VISTO»
Abrí su mensaje, pero igualmente seguí sin responder.
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Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)
Ficção Adolescente-Maldición, para de molestarme -dijo Melissa exasperada. Jace sonrió con arrogancia. Propio de él. -Oh, vamos, sólo quiero que me des un beso -susurró mientras apretaba el cuerpo de la chica contra el suyo-. Sólo uno, preciosa. -¡Ni lo sueñes! Sólo...