Capítulo 34

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—¡¿Dónde jodidos estás, Melissa?! —mi respiración era inestable, me estaba escondiendo en el armario de la entrada. Oí los pasos del castaño aproximarse y maldije mentalmente—. Ya he revisado cada rincón de la casa. Así que debes estar aquí —cerré los ojos fuertemente y, mentalmente, me preparé para lo peor. La puerta se abrió con brusquedad dejándome ver al pegajoso Idiota—. Te encontré —sonrió de medio lado.

—¡No me toques! ¡Ten piedad! —imploré arrinconándome. Jace tomó mi brazo y ahogué un grito cuando me pegó a su cuerpo, embarrando mi ropa de jarabe de maple. El cual había vaciado sobre él justo después de cortar el beso.

El beso...

Me causaba escalofríos nada más recordarlo.

—Te detesto tanto —lloriqueé.

—Puedo acostumbrarme a esas mentiras blancas —susurró aún cerca de mí.

—¿Por qué me haces esto? —relajé mi cuerpo.

—Porque me encantas —susurró en mi oído y mis piernas fallaron un poco. Por lo que tuve que aferrarme a él.

—Sé serio, por favor. No te encanto, sólo quieres acostarte conmigo —susurré con un hilo de voz—. No juegues conmigo.

—Te equivocas —levantó mi rostro suavemente—. Jamás te haría daño, preciosa. Te quiero tanto que moriría primero antes de lastimarte. Además, sólo tú y Mike saben las cosas que me han ocurrido. Hay cuestiones que ni siquiera mis padres saben. Y a ti te las he contado... Melie, dije que te protegería. Y eso haré. No dejaré que alguien, ni siquiera yo, te haga sufrir...

—P—Pero —me interrumpió con un corto beso. Dulce.

—Quiero que confíes en mí. Quiero que sientas lo mismo que yo —susurró—. Dame una oportunidad, Roja. Quiero demostrarte lo que siento. Quiero hacerte sentir mejor que a nadie en este mundo.

—¿Estás hablando en serio? —pregunté desorientada. No era que no confiara en él como persona. Sabía que él podría estar hablando en serio. Sin embargo, yo misma me renegaba a aceptar que éste Idiota me empezaba a gustar.

—¿Cómo puedo hacer que me creas? ¿Soy tan poco confiable? —dijo desconcertado y suspire.

—No es eso —susurré—. Confío en ti. Increíblemente, lo hago.

—¿Entonces? —miré sus ojos cafés. Tenían un brillo especial. Nunca los había visto así.

—Tus ojos brillan —susurré embelesada.

—Es porque estoy contigo —su cálido aliento acarició mi oreja produciendo incontrolables latidos en mí—. Pero, no cambies el tema, Roja —mi piel se erizó y mis mejillas se pusieron rosadas—. Joder, adoro esto —se rio por lo bajo.

—Es sólo que me asusta, Jace —continué.

—¿El qué?

—Todo...

—¿Enamorarte de mí?

—Probablemente —qué vergonzosa situación, Dios santo.

Jace sonrió de medio lado, con ternura. Y me abrazó, hundiendo su cara en mi cuello y apretando con fuerza mi cuerpo contra el suyo.

—Estoy significa que tengo esperanza —susurró feliz.

—¿Eh? No lo malinterpretes, tarado —traté de forcejar. Sin embargo, él me retuvo.

—Sólo estamos tú y yo. No finjas dureza conmigo, te lo ruego —su voz se volvió algo pesada—. Me lastima...

Mi cuerpo se relajó ante él, y luego de un suspiro, mis brazos rodearon su cuerpo.

Playboy, ¡Déjame en paz! (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora