El Arquero del Fin del Mundo

2.

Me desperté con el sol dándome en la cara, incorporándome lo mire, diablos, había dormido medio día, no era buena señal. Sin darme tiempo de algo más me calce mis botas y me quite la cazadora que llevaba, guardándola en mi mochila, cuando acabe bebí la mitad de otra botella de agua y me colgué la mochila, me puse mis cuchillas en los brazos y tome el arco, cuando traté de levantarme el nuevo peso en mi mochila hizo que me fuera de espaldas, siendo una pésima tortuga que tuvo la suerte de perder su dignidad sin público me apoyé del barandal y me levante, di un par de pasos de prueba para recuperar mi equilibrio y me asomé a la calle, estaba despejada, lo tomaría como un buen presagio.

Baje trotando las escaleras hasta que llegue al primer piso del club, quite mi fortaleza de la puerta y salí, una ligera brisa fresca me alboroto el cabello, en mi carrera por salir rápido ni siquiera me dí tiempo para arreglarlo un poco, bueno, no es como si hubiera un concurso de "Miss Apocalipsis" al que debería asistir de gala, vaya, tenía un buen humor ahora, esperaba poder conservarlo hasta el fin del día.

Seguí mi camino hacia el centro comercial, dentro podía ver a unos infectados, uno me vió, le tiré una flecha, los otros no habían notado mi presencia ni como su compañero había caído cerca de la escalera, subí en silencio, revisando si alguno me seguía o si había subido, pero no fue así, cuando llegue a la puerta vi que de milagro aguantaba, las bisagras estaban flojas, me quite la mochila y trate de darle un empujón, no funcionó, me rebotó y casi me caigo por las escaleras de no haberme agarrado del barandal, empuje la puerta y me asomé, no veía a algún hombre.

-¿Estás ahí? -pregunte en un tono elevado, no hubo respuesta, de inmediato me preocupe, empecé a sonar la cadena, si era un infectado, vendría; cuando no pasó eso, pensé dos posibilidades, una: estaba inconsciente por un golpe de calor, o dos: estaba dormido muy lejos.

Esperando que fuera la segunda opción saque la palanca de mi mochila, medí su peso entre mis manos, podría tratar de botar las bisagras, pero suponía que haría más ruido a que si simplemente volvía a mi plan original de deshacerme de la manija, alce en alto la palanca y arremetí contra la placa de metal, ni se movió, la alce más fuerte y lo volví a hacer, estaba haciendo un ruido espantoso, me sorprendía que no tuviera compañía aún, tome la palanca y lo volví a hacer, había conseguido despegarla un poco de la puerta, metí la esquina de la palanca en la abertura y empecé a hacer presión, justo cuando sentía que iba cediendo escuché unas voces y pasos subiendo, apenas y pude soltar la palanca para tomar mi arco, ya con una flecha puesta lo levante, en ese momento un grupo de cuatro hombres me miro, y dos de ellos me apuntaban armas, una pistola y una ballesta, genial, esto me pasa por querer ayudar a las personas. Mi atención pasó de las armas a un cortapernos que llevaba un afroamericano, algo subido de peso, en las manos.

-¿Quién eres? -preguntó el de la pistola, viéndolo bien, vi que llevaba un uniforme de sheriff, genial, un lunático con aires de autoridad.

-Miren, no quiero problemas, pero si su amigo pudiera prestarme el cortapernos me ayudaría mucho, tal vez piensen que es una trampa, pero hay un tipo afuera que...

-Lo sabemos, vinimos por él -dijo un chico con una gorra, tenía rasgos asiáticos.

-¿Son sus amigos? -pregunte, el hombre de la ballesta la bajo, pero me miró algo enojado.

-¿Importa? Quítate de ahí para que T-Dog haga su trabajo -dijo, le hizo señas al tipo del cortapernos y avanzó, me moví.

-Supongamos que creo que son sus amigos, pero saben donde buscarlo, ¿fueron los que lo dejaron aquí? -pregunte bajando mi arco, en ese momento el candado fue cortado.

-Es una historia complicada, el tipo estaba desquiciado -dijo el sheriff, bajo el arma en cuanto la cadena se deslizó por el piso, T-Dog abrió la puerta, deje que todos pasarán, el único que se rezago fue el asiático de gorra, me miró.