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-¿Sabes? Esto me recuerda a una kermes en México -comento mientras camino con Daryl, Merle, Judith y Carol por las calles de la Mancomunidad.

-¿Tenías todo esto?

-Y cosas mejores, la comida mexicana es algo delicioso. Algún día cocinaré algo para ti.

-Mejor que no, ¿recuerdas la última vez? Me enfermé por tres días -comentó Merle.

Le metí un codazo en el costado.

-Te enfermaste porque te comiste casi todo, gordinflón -repliqué haciendo un puchero.

Daryl rio por mi comentario y me abrazo, separándome de Merle.

-Yo me comí todo lo que me diste -me recordó orgulloso.

-Tú me amas demasiado -repuse sonriendo dándole un beso en los labios.

Mientras compartíamos ese momento, noté que Judith miraba a una niña.

-Ve -la animó a ir Daryl.

-Bien hecho -lo felicitó Carol.

-¿De qué me perdí?

-De que Daryl ya está practicando ser papá -respondió ella.

Casi de inmediato me sonrojé, pero lo traté de disimular.

-Tal vez ya sea hora.

-¿Hora de qué? -pregunté nerviosa.

-Del espectáculo de lucha libre -respondió Carol.

Y vaya que eso sí me interesó.

Conseguimos excelentes lugares para ver la función y debía de admitir que eran buenas, claro que no eran a las que estaba acostumbrada en mi país natal, pero después de años de no tener este tipo de entretenimiento, no podía quejarme.

-Si tuviera diez años menos, pediría quedarme aquí solo pare tener este trabajo -comenté feliz.

-No sabía que te gustaban -comentó Merle.

-Mexicano que no le gustan las luchas, no es mexicano -bromeé.

Seguimos viendo el espectáculo, pero cuando se convirtió en un meeting político, mi cara de molestia no tuvo precio.

Me crucé de brazos y me recargué en Daryl.

-Vamos, es lo último -prometió.

-No digas nada, tu pasión es equivocarte -repliqué riendo.

Y justo en ese momento, cuando se suponía que iba a correr una grabación del fundador, sonó la misma voz del hijo de Pamela.

-Uhhh... De pronto se puso interesante -comenté atrayendo a Judith dentro de la protección de mis brazos para alejarla del tumulto-. En efecto, hoy no extraño a mi país para nada. Esto es casi igualito.

-Debemos irnos.

-Pero ya -añadí mientras comenzabamos a movernos al complejo de edificios.

Pero, de pronto, gritos de otro tipo comenzaron a sonar. No eran protestas, eran gritos de terror.

-Caminantes -maldije.

Y la ola que huía, nos separó.

-Carajo -me volví a quejar empujando a la gente que intentaba pasar de mí.

Escuchaba los gritos de Daryl buscándonos a Judith y a mí, cuando escuché el disparo de un revolver, supe donde mirar y los alcance.

-Nos necesitan -dijo Judith.

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⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

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