62.

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     —¿Te puedes quedar con Judith? —me pregunto Carl mientras terminaba de lavar los platos del desayuno, me tendió a la pequeña Judith, quien sonreía.

     —¿Y tu que harás? —devolví mientras me secaba las manos y tomaba a la pequeña.

     —Ire por ahí —respondió y se alejó, lo mire con una ceja alzada.

     —Oh, ya veo... por ahí donde Enid, ¿verdad? —le cuestione, se sonrojo ligeramente, yo reí y mire a Judith—. Tu no le digas a tu papá que tu hermano ya está creciendo, ¿si?

     —¡Vanessa! —se quejó Carl, yo reí y acomode a Judith en la encimera.

     —Corre, por cierto, no se alejen demasiado, ¿llevas tu cuchillo?

     —Nosotros no...

     —Carl, yo llegué aquí antes que ustedes. Enid desaparece y nadie la encuentra en toda Alexandria, es lógico pensar que está fuera, y dado que tu la estás siguiendo mucho últimamente... bueno, yo no diré nada, pero no te metas en problemas, si no mal recuerdo, ella tiene novio —dije, él frunció los labios.

     —No es lo que crees —susurro, con Judith en brazos, rodeé la isla y me puse a su altura.

     —Hace tiempo quedamos que seríamos como hermanos, ¿no?, está bien que te guste una niña, y es aún mejor si a esa niña le gustas, por lo que no te debes de poner así... si se da la oportunidad, ya lo hablarán, y si no... bueno, Ron no se ve muy tonto, algún dia notará como eres con Enid y la bomba caerá. Se precavido, enano —le pedí, él sonrió.

     —Creo que sonaste como mi mamá —dijo, yo sonreí y le apreté la mejilla cariñosamente.

     —Es un don. Anda, vete, shu —le corrí, él asintió.

     —Gracias, Vanessa —respondió y salió, yo me levanté y mire a Judith, su cara tenía esa expresión divertida.

     —Tu no me irás a decir que te gusta un niño de aqui, ¿o sí? —inquirí, me sonrió y negó, era una ternura, ni siquiera debía de saber de lo que estaba hablando y aún así me respondía—, ¿vamos a visitar al tío Eric? —le propuse, ella asintió.

     Cerramos la casa y fuimos a la casa de Eric, el pobre estaba acostado en el sofá de su sala leyendo un libro, nos recibió muy animado, Judith se daba a querer muy fácilmente por las personas, y el no era la excepción.

     —Es muy bonita, ¿se parece a su mamá? —me pregunto, yo me tense y mire a Judith, termine asintiendo.

     —Tiene sus ojos y su cabello, así que sí, se parece a ella —respondí, Judith nos miró mientras coloreaba en unas hojas blancas que le había dado.

     —Entonces debió de ser muy bonita.

     —Lo era, oye, ¿crees que podrías echarle un ojo?, debo de ir a hablar con Deanna sobre unas cosas —le pedí, él asintió y miró a Judith.

     —Por supuesto, si necesito ayuda, llamaré a Carol o a Jessie, ve con cuidado —respondió, yo asentí y me levanté, fui con Judith y le acaricié la cabeza.

     —Portate bien, volveré en unos minutos, ¿si, cariño? —susurre, ella me sonrió y asintió, le di un toque en la nariz y me enderece, antes de irme, vi la cara que Eric me dirigía.

     —Enserio, serías una buena madre, nada más el verte con Judith es prueba de ello —dijo, yo mire a la pequeña.

     —¿Verdad que no, Jud? —le pregunté, ella negó, claro, porque yo hice el mismo gesto para que lo imitara, Eric rió.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora