El Arquero del Fin del Mundo

43.

     El sol ya había salido desde hace unos veinte minutos, ahora mismo estábamos en los autos, yendo hacia la próxima bifurcación, ellos se irían hacia el norte, nosotros más al sur. Subí en el auto de Jeff, Merle ya me esperaba dentro, la buena vibra que teníamos ayer se habia disuelto gracias a la misión suicida que estábamos a punto de hacer, durante toda la mañana había oído a muchos del grupo decir cosas horribles del Santuario, sinceramente, incluso yo tenía ya algo de miedo, pero no me dejaría acobardar tan pronto, mis amigos tal vez estaban dentro de ese lugar, peligrando, por lo que no había tiempo que perder.

     —Bien, hemos llegado —dijo Jeff luego de otros veinte minutos, la bifurcación seguía y justo ahí, había otro letrero de Maggie, mire a Merle, él asintió sin mucha convicción.

     Bajamos del auto, una pequeña comitiva se acercó para despedirnos, Joyce, la esposa de Jeff, fue y me abrazo.

     —Escucha, será peligroso, pero si tus amigos están ahí, debes ir y ser fuerte, a juzgar por cómo los describes, harían lo mismo por ti —dijo y me frotó la espalda, yo sonreí y asentí.

     —Si, no dudes que lo harían —concorde y la solte—. Tu cuida a ese pequeño, necesitamos una nueva generación para repoblar el mundo —bromeé, ella rió.

     —Por supuesto, espero que si es una niña, tenga tu carácter, eres valiente, fuerte y decidida, cualidades que te han permitido sobrevivir.

     —Que tenga sólo esas cualidades, porque la madre también las tiene, pero mi carácter no, es lo peor que puedes pedir —añadí, ella rió de nuevo.

     —Vanessa —me llamo ahora Jonh, el Doc, me gire hacia él, sorprendiéndome me abrazo, yo le devolví el gesto, aunque algo incómoda, ya que notaba la mirada de Merle en mi—, no tienes que ir, tu hermano y tu serán bienvenidos aquí, ya lo consulté con Jeff, sabe que encajarían, sin embargo sólo quiere que sea su decisión y no mi constante insistencia.

     —Son mi familia, no los puedo dejar —dije y lo solte, de manera inesperada tomó una de mis manos.

     —Puedes tener una familia también aquí —vaya, ¡incómodo!

     —¿Nunca te preguntaste porqué decía que era hermana de Merle si no nos parecemos? —le pregunté, era mejor romper su burbuja de amor de una buena vez, era atractivo el sujeto y en otras circunstancias me sentiría halagada, pero no ahora, no cuando Daryl podría estar en peligro.

     —Tal vez uno es el adoptado, ¿no? —pregunto, yo reí y negué.

     —Tiene un hermano, se llama Daryl Dixon, es un tipo duro, con un carácter muy volátil, sobreprotector, mucho más conmigo. Sabe usar la ballesta condenadamente bien, rastrea, caza y... tiene los ojos más bonitos que he visto y...

     —Lo amas —adivino, me sonroje, pero terminé asintiendo.

     —Con cada parte de mi cuerpo, sin él, este mundo no tiene sentido para mí. Yo se que verá los mismos letreros y que irá hacia ese lugar, tal vez incluso ya llegó y está en peligro... no soy lo suficientemente egoísta como para dejarlo solo en aquel lugar mientras trato de crear una nueva vida lejos.

     —Pero puede que ya esté muerto —dijo con una frialdad absoluta, me abstuve de golpearlo en ese mismo momento.

     —Si ese es el caso, prefiero comprobarlo con mis propios ojos y tener la oportunidad de vengarle colocándole una bala a cada uno de los responsables —respondí y le di la espalda mientras iba con Merle.

     —¿Quieres que lo golpeé? —me pregunto, negué.

     —Creo que ya entendió lo que hare si vuelve a meter la pata con algo que diga.