38.

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     Cuando el té estuvo listo, hice una segunda ronda para llevarlo a la mitad de los pacientes, me tocó revisar a unos que no conocía, pero para mi fortuna, también a otros que sí, la primera que me tocó ver fue Sasha.

     —La infección avanzó muy rápido, ¿no? —le pregunté mientras la ayudaba a sentarse en su barraca, ella río.

     —Por lo visto en ti no, dime, ¿es cosa tuya o de mexicanos? —me devolvió, reí debajo del paño.

     —Una precaución de mi hermano, hace mucho tiempo me convenció de ponerme unas vacunas antes de que él muriera —respondí y le tendí la taza, ella la tomó, sus manos temblaban.

     —Los hermanos a veces hacen buenas acciones, ¿no?

     —Algunas veces, otras no.

     —¿De que murió?

     —Un caminante lo mordió en la pierna... Habíamos estado unos meses por nuestra cuenta, pero las provisiones se nos acababan con mucha rapidez, nos alimentabamos bien supongo... decidimos salir y probar suerte en un almacén, cerca de Atlanta, él iba guiándonos, sin embargo yo le dije que no se arriesgara, tenía una espada con el filo ya gastado, yo mi arco, en perfectas condiciones... Llegamos a un pasillo donde había estantes tirados, yo no quería seguir, pero él era más testarudo que yo. Ni siquiera se atrevió a revisar el otro lado antes de saltar, apenas toco el piso una de esas cosas lo sujeto y lo mordió, no tuve mucho tiempo para sacarlo de ahi, pero fue el suficiente, ese lugar estaba lleno de ellos, corrimos por el bosque, sin embargo no avanzamos mucho, la pierna no lo dejaba caminar, mucho menos correr a mi ritmo, terminamos en una cabaña, ahí tomamos el auto que tenían y fuimos a un centro de refugiados, el más próximo estaba lleno de esas cosas, idee un plan para alejarlos, cuando lo logré fuimos y limpie su herida, le puse tantos desinfectantes e inyecciones que lograron disminuir el ritmo de la infección, pero al día siguiente ya tenía la fiebre y su herida supuraba... Nos fuimos de ese lugar y terminamos en una casa, ahí me despedí de él y... bueno, ya te imaginarás que sucedió —finalice, ella asintió y se bebió completamente el té, apenas acabo comenzó a toser, la ayude a recostarse y le puse un paño húmedo en la frente.

     —Piensa que tu hermano te dió una oportunidad... si tú hubieras muerto en su lugar, ahora Hershel estaría sólo cuidando de todos nosotros... también muchas otras cosas no hubieran pasado —dijo entre tosidos.

     —Shhh... ya, descansa un momento, ire a ver a Glenn, llámame si necesitas algo, ¿esta bien?

     —Si... gracias.

     —No agradezcas, lo hago porque eres mi amiga y porque Tyresse me lo pidió —respondí, ella asintió.

     —Aun así.

     —De nada, entonces —dije y me levanté.

     Tome la jarra con el té y fui a ver a Glenn, sin embargo, él no estaba en su celda, comencé a buscarlo por las otras, hasta que alce la vista, estaba cerca de una ventana en el segundo piso, con mucho cansancio, me esforce por subir las escaleras, cuando llegué al final ya estaba jadeante, él me miró, se veía peor de lo que yo debería de estar.

     —No te escondas —lo reprendí mientras me dejaba caer a su lado, le serví algo del te en un vaso, él lo tomo.

     —Si eres mi amiga, no me vas a hacer beber esto, sabe horrible.

     —Ya sé cómo sabe, Hershel también me hizo beberlo, pero anda —con gran esfuerzo, me giré hacia él y le puse el vaso en los labios, él me ayudó a empinarselo, hasta que lo vacío se lo quite, comenzó a toser.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora