66.

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     Y así, finalmente, estábamos a un día de ejecutar nuestro extraño plan. Luego de cenar y de darme una ducha, estaba esperando a Daryl sentada en la cama, cuando entro a la habitación, se quitó su chaleco y dejo la ballesta a un lado de mi arco.

     —Pense que ya te habrías dormido —dijo mientras se deshacía del resto de su ropa y terminaba en bóxer, comenzó a caminar a la cama.

     —Se que ya es algo normal el ir a dormir como si fuera el último día de nuestras vidas, porque así puede ser, potencialmente, pero... No quiero dormir si no es cerca de ti, así que te espere —le expliqué mientras gateaba sobre el colchón hasta llegar con él.

     —¿Tienes miedo? —pregunto cuando abrí las cobijas y me acosté a su lado.

     —No, pero... pero sí. Tengo miedo de que algo salga mal y el plan se arruine, de que en cualquier momento todo termine realmente mal... de que nos topemos con otra horda, de que se nos acaben las balas, de que sea demasiado para controlar o de que las vallas no resistan y todo termine mal —murmure mientras lo abrazaba, él comenzó a acariciar mi cabello, creo que ya se había vuelto una costumbre en él el buscar calmarme de esa manera.

     —No estaremos solos delante de la horda, Sasha y Abraham también irán. Son tipos rudos, podremos con cualquier eventualidad, no lo dudes —me tranquilizó, yo suspire y comencé a jugar con mis dedos en su pecho.

     —¿Y los que se quedan aquí?, ¿ellos podrán? —cuestione—. No sabemos quién está haciendo los cortes de la W en los caminantes y en los cuerpos que hemos encontrado, ¿recuerdas todas las trampas que hemos encontrado?, no es normal...

     —Hey, tranquila... Tu has ayudado a entrenar a algunas personas, incluso lograste que Deanna aprendiera a disparar en una tarde y entre todos pudimos pasar esas trampas, no hay de que preocuparse —dijo, yo suspire—. Rick y los demás volverán, sólo nosotros estaremos fuera, podremos lograrlo.

     —¿Y si no?, ¿si algo sale mal y mañana alguien muere?, ¿si nos volvemos a separar?

     —Acordamos que nos separariamos en caso de ser necesario, pero también te prometí volver... Con respecto a que alguien muera... no te puedo prometer nada —dijo con algo de pena, levanté la vista y le mire, lleve una mano a su barba y le di un beso muy suave en los labios.

     —Gracias por tratar de tranquilizarme, se que no te la pongo fácil —murmure contra sus labios, apenas deje de hablar, volví a presionar mis labios contra los suyos y pase una pierna por encima de su cintura, dándole a entender muy bien el motivo de mis caricias.

     El mejor remedio para mis malestares fueron sus besos, mientras se deshacía de mi pijama y comenzaba a recorrer mi piel con sus labios, yo me entregaba únicamente a esa sensación, pues algo me decía que pronto faltaría tiempo para momentos como estos y eso solo lograba ponerme más nerviosa.

       —Bien, llegó el momento —me dije mirando mi reflejo en el espejo, tome mi mochila y me crucé mi arco en la espalda, mire las lindas cuchillas que tenía ahora.

     Merle me había dado la bella sorpresa esta mañana, no me había dado cuenta de que había desaparecido, hasta que él llegó con el a tocar a mi puerta temprano. Había recordado la historia que le conté, así que pensó en darme un presente antes de la loca aventura que estábamos a punto de hacer.

     —¿Ya se van? —me pregunto la voz de Carl desde la entrada, me giré y lo ví cargar a Judith, asentí y avance hacia ellos, le quite a la pequeña de los brazos y la sostuve.

     —¿Prometes cuidar a todos aquí?

     —Claro que...

     —Le preguntaba a Judith —le aclaré a Carl, él se puso serio, pero de inmediato rió.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora