47.

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     Nos refugiamos en la iglesia, con la esperanza de que hubiera algo de comida o agua, pero no fue así, la comida que había tenido el padre, se la habia acabado, sólo había latas alrededor. Cuando expusimos el problema nos contó de un centro de caridad que tenía mas latas, de inmediato se dispusieron grupos, en lo cuales, por voluntad, no quise estar, planeaba, incluso acompañar a Daryl por agua, pero Carol fue más rápida que yo, sin más que decir, limpie un espacio y deje mis cosas, ya que veía a Carl fuera, decidí hacerle compañía.

     —¿Que hay, vaquero? —le pregunté, él se encogió de hombros.

     —Planeaba explorar, ¿quieres ir?

     —¿Te dieron permiso?

     —¿Lo necesito si estás conmigo? —pregunto de vuelta, sonreí, pero aún así lo considere.

     —Necesitas una mejor influencia que yo —dije, pero terminé por aceptar.

     Como dos fríos, comenzamos a inspeccionar el lugar, dentro había muchos libros religiosos, también encontramos más sotanas de Gabriel, yo me puse una y Carl la de un monaguillo, cuando Tyresse nos descubrió, dejamos de jugar dentro y salimos al patio, en la parte trasera estaba Abraham, al parecer sabía lo que hacía, inevitablemente recordé a Dale y la magia que hacía para reparar el camper.

     —¿Que sucede? —pregunto Carl, yo sonreí.

     —¿Algunas vez piensas en Dale o Jim o Jackie o Sophia? —le pregunté, él me miró.

     —¿Por que lo dices? —me cuestionó.

     —Yo lo hago, a veces me pregunto que sería de nosotros si siguieran vivos, o incluso donde estaríamos —respondí.

     —No hace bien que pienses en ellos, están muertos, eso no va a cambiar.

     —¿Dirías lo mismo de mi? —pregunte y le mire de reojo—, si yo muriera, ¿dejarias de pensar en mí?

     —Vanessa, deja de decir eso.

     —Es algo normal, desgraciadamente.

     —Es distinto, te extrañaría, eres mi mala influencia, como esa hermana rebelde —se explico, sonreí y le volví a quitar el sombrero—, y si fuera yo el que muriera, ¿que pasaría contigo?

     —¿Sinceramente? —inquiri, él asintió—. Lo más probable es que yo hubiera muerto primero que tu, en memoria de tu madre prometí cuidarlos con mi vida, aunque si eso llegará a pasar, Judith se enteraría de que tuvo al mejor hermano del mundo.

     —¿Y mi papá?

     —Con él... no se, estoy segura de que le costaría reponerse, pero lo haría, por el bien de todos —dije y me recargue en la madera, sin embargo, mi cabello se atoró con unas astillas, así que cuando me logré zafar, mire por qué habían astillas.

     —¿Que sucede? —pregunto, yo mire la pared y acaricié unas marcas.

     —Esto no es por desgaste —susurre mientras acariciaba lo que parecían ser rasguños.

     —¿De que crees que sean?

     —Yo...

     —¡Vanessa! —me grito Merle, salí de mi ensoñación y le mire.

     —¿Que? —grite de vuelta.

     —¿Ya llegó Daryl?, la bebé tiene sed —reí ante su urgencia.

     —No, todavía no, pero en mi mochila hay un poco, dásela —dije al fin—, ¿sabes?, nos haría bien tener un ojo en Gabriel.

     —¿Por qué? —pregunto, le mire y luego a mis uñas, las tenía considerablemente largas y llenas de mugre, debía de arreglar eso, pero ya sería después.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora