El Arquero del Fin del Mundo

85.

     Luego de que Paul nos descubriera en su casa, tuvimos que armarnos de valor para salir del camper como si no hubiera pasado nada, aunque estaba claro que él disfrutaba de nuestra vergüenza. La noche transcurrió sin más inconvenientes, solo que tuvimos que convencer a Maggie para que fuera a descansar, ya que quería quedarse cuidando a Glenn. En el último relevo para vigilarlo, lo tomamos Daryl y yo, estábamos acostados en un pequeño sofá, tapados con una cobija, pero despiertos.

     —Siento que es mi culpa —susurro contra mi cabello, yo me giré y lo miré.

     —¿Qué es tu culpa? —pregunte.

     —Que Glenn esté así, en estas condiciones, si yo no me hubiera movido...

     —Si tú no te hubieras movido, Negan habría buscado cualquier otro pretexto para cargarse a otro de nosotros... No veo nada de bondad en su interior, estará listo para matarnos cuando quiera, prueba de ello es el hecho de que tú y yo no estamos escondiendo ahora de él, si nos encontrara... No quiero ni pensar en las cosas que nos haría —dije y miré a Glenn.

     —A ti no te haría daño...

     —Me haría daño, dañando a cualquiera de ustedes —conteste y bese el dorso de su mano—. Debemos de acabar con Negan, pronto... No quiero pensar que Rosita y Sasha tienen una especie de plan entre manos, pero tal parece que sí y si lo hacen mal, nos van a joder a todos.

     —Genes latinos —se burló, le di un ligero golpe en las costillas.

     —Estos genes latinos te han salvado el trasero más de una vez.

     —Lo sé —contesto y me dio un beso en la mejilla.

     —¿Entonces que..?

     —¡Vanessa! ¡Daryl! —grito la voz de Enid entrando, rápidamente nos incorporamos.

     —¿Qué sucede? —le pregunto Daryl.

     —Los Salvadores están aquí, vayan a esconderse, rápido —nos indicó, yo miré a Glenn y luego a Daryl.

     —Vete tú, debo de cubrir a Glenn...

     —Vanessa...

     —No hay tiempo —le corte mientras lo hacía salir—. Enid, si vienen para acá, consígueme tiempo, lo necesitaré —pedí y cerré la puerta.

     Me giré hacia Glenn y de nueva cuenta lo envolví con vendas en la cara, para cuando termine, escuché unos pasos cerca, ya no tenía al doctor para que me cubriera, así que me metí dentro de un gabinete. Para cuando la puerta se abrió, yo estaba viendo todo por una rendija, el que había entrado era un hombre con una arma, fue con Glenn y lo movió un poco.

     —Cretino —le dijo.

      Pensé que se iba a ir de inmediato, pero comenzó a revisar los estantes, no podía negar que ahora sí estaba en problemas, para cuando comenzó a inspeccionar mi zona, una persona entro.

     —Oh, perdón, es que vengo a ver a mi amigo —dijo Enid mientras caminaba hasta Glenn.

     —¿Qué le pasó en la cara? —pregunto mientras la miraba.

     —Tuvimos problemas con la forja, él estaba demasiado cerca, pero no quiero incomodarlo, tengo que cambiarle los vendajes y a veces salpica la sangre o la pus de sus heridas, aunque si quiere quedarse...

     —Callate ya, chiquilla —se quejo mientras caminaba hacia la puerta del camper, sin decirle nada más, salió.

     —Vanessa —susurro Enid, rápidamente le puso seguro a la puerta.