3.

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     Habíamos vuelto a la sala donde fue nuestra pequeña reunión, confirmamos que Glenn había sido raptado, sin embargo pudimos obtener las armas, o bueno, pudieron, no debía de contarme en su grupo por mucho tiempo más, los ayudaría a recuperar al asiático y luego me iría, mi deuda con él estaría saldada. Mientras trataban de hacer que el chico confesará donde estaba su grupo, yo los miraba desde una esquina acomodando mis cuchillas, sin embargo él no decía nada, se estaba volviendo irritante, cuando ya nadie lo soportaba Daryl procedió a hacer un acto de intimidación, el cual, sinceramente, me pareció divertido, ocupó la mano de su hermano y se hizo pasar por un maníaco mutilador, al pobre chico lo amenazo con cortarle los pies, cuando ya iba sobre de él Rick lo alcanzó a tomar, yo tiré de su hombro, entre los dos lo hicimos retroceder, nos miro algo enojado, que más da.

     Mire a Rick, él ya no tenía opciones, luego ví al crío, también tenía un aspecto latino, así que decidí usar eso a mi favor, le hice una seña al sheriff, para que se alejara, me miro con un toque de duda, pero lo hizo, camine hacia el chico y lo mire, tenía las piernas abiertas, por lo que subí mi bota con el cuchillo en ese espacio y sonreí sacándolo, el chico me miro con miedo.

     —Te diré algo, chico —dije en español, él me miro sorprendido, al igual que el resto—, es una muy mala idea el hecho de hacer enojar a estos dos tipos, el de haya, el comisario esposo a un tipo en un tejado, el afroamericano ha puesto una persona frente a esas cosas para esperar que lo maten, disfrutando el espectáculo, y ese cabrón —finalmente señalé a Daryl, de soslayo mire a los demás, su cara de incredulidad por mi idioma no daba crédito, contuve una risa—, bueno, ya has visto lo que colecciona, no bromeaba con lo de los pies, por eso lo hemos detenido.

—¿Y qué hay de ti?, ¿por qué estás con ellos? —pregunto, yo sonreí y comencé a pasear mi cuchillo por su cara, hasta que llegue a su mano, atada a la silla, con la punta presione debajo de una de sus uñas, dió un grito sorprendentemente alto.

—¿Tienes alguna otra pregunta estúpida? —pregunte, él nego—, ¿Nos llevarás con tu gente?

—Ellos los matarán.

—Ya veremos, ahora, habla con él —señale a Rick—, y dile donde están tus amigos.

    Guardé el cuchillo en mi bota y lo dejé, el pobre crío había sudado, casi sentía lástima por él, volví a donde tenía mi mochila, me senté en un pequeño archivero, sentí la mirada de Daryl, sabía lo que quería preguntar, pero no, lo mejor era no contar nada de historias, ya sabía que no aparentaba ser latina, era alta, de una palidez increíble, con el cabello castaño oscuro, casi negro y unos sencillos ojos cafés, ni siquiera claros, lo único que obtuve de mi madre, mi cuerpo no estaba mal, tenía unas buenas curvas, así que sip, no tenía nada mexicano encima, salvó mis ojos.

     Nos movilizamos a un lugar, a las afueras de la ciudad, habíamos ido caminando, éstos chicos si que tenían planes y estrategias para pasar desapercibidos, pasamos a lo que bien podría ser un hospital, tenía muros de ladrillos deshechos, la vegetación ya había tomado el terreno perdido, por lo que la hierba me llegaba a las rodillas, mientras avanzabamos miraba nerviosa el suelo, T-Dog lo noto, por lo que se me acercó.

     —¿Estás bien? —me preguntó, yo reí nerviosa.

     —He tenido una maldita fobia a una cosa desde pequeña, el fin del mundo no cambia eso —dije.

     —¿A qué?

     —Si te ríes juro que pondré una flecha en tu trasero —dije, él se acercó, como si le fuera a decir el secreto más grande del mundo—. Las arañas —oí como se ahogaba con su propia risa, me sonroje—, bien, te lo advertí, camina delante —puse una flecha en mi arco y el se detuvo.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora