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Maratón 2/?

     Finalmente podía irme, no resistí cuatro días, asi que en el tercer día consciente, yo misma me quite los puntos, de todos modos la herida estaba mejor y no perdía tanto el tiempo con ello. Me levanté y fui a la habitacion que me habian cedido Eric y Aarón, resultaba que me dejaron vivir en su casa para no incomodar a nadie más, porque sí, ellos eran una hermosa pareja gay, ¿me sorprendió?, la verdad no, luego de dos dias de convivencia me dije a mi misma que, si no eran pareja, se los iba a sugerir, de una manera extraña se complementaban, aunque, sinceramente, de entre los dos, prefería a Eric, él entendía más mi estado de animo, al contrario de Aarón, quien constantemente se veía haciéndome preguntas sobre mis muchachos, pero como no siempre lo soportaba, me iba la habitación a perder un rato el tiempo, haciendo ejercicios para que mi recuperación fuera rápida.

     Como sea, justo ahora ya tenía una pequeña mochila con algo de ropa y contenedores de comida suficientes para tres dias, aunque sabía que de ser necesario, podría hacerlos durar más. Rápidamente tendí la cama y arregle un poco la habitación, había estado pagando mi estadía con pequeñas labores domésticas, las cuales fueron bien recibidas. Baje las escaleras con cuidado, la pierna no me había molestado en estos días y dado que quería que siguiera así, evitaba los excesos.

     En la cocina estaba Eric, revisando las mochilas de ambos, yo le salude efusivamente.

     —Tal parece que estás alegre por dejarnos —observo mientras cerraba una mochila, le sonreí.

     —No es eso, hoy cumplo una semana que deje a mis muchachos, tome estos días de descanso para tener energías y así poder buscarlos, estoy ansiosa por comenzar —respondí, él asintió.

     —Debes de entender que hay una posibilidad de que no les puedas encontrar la pista, si eso sucede, siempre tendrás un lugar aquí.

     —Solo si Deanna lo permite —le recordé, él asintió.

     —Sobre eso, le hemos hablado de ti, esta encantada contigo, prácticamente quisiera que te quedarás —dijo, yo reí.

     —Si, claro, por eso es que me ha venido a visitar veinte veces al dia —bromee, él rió.

     —De hecho —intervino una voz a nuestras espaldas, me giré y vi a Aarón, ya estaba listo para partir—, Deanna quiere hablar contigo antes de que te vayas, es enserio.

     —¿Es por todo lo que comí? —pregunte con inocencia, ellos rieron.

     —No, no creo que haya sido por todo lo que has comido, aunque es admirable, ¿quien diría que en un cuerpo tan pequeño hay espacio para tanto alimento? —observo con asombro Eric mientras le daba su mochila a Aarón.

     —Es un don —respondí, la verdad no había comido tanto, pero sí más que ellos, aunque solo en la cena.

     —Bueno, vamos —me animo Eric, yo asentí y me colgué la mochila.

     Comenzamos a caminar fuera de la casa, directo hacia la entrada principal, no había muchas personas, para mi fortuna, ser sociable no era mi fuerte, mucho menos cuando no planeaba quedarme. En la entrada estaban esperando por nosotros dos personas, una mujer pequeña, como de unos cuarenta y un hombre más alto, de casi unos cincuenta. De pronto me senti como cuando tenía cinco años e iba a ver a mis abuelos en Navidad, siempre haciéndome sufrir para darme mis regalos.

     Aunque los valían.

     —Vanessa Stride —empezo la mujer, fruncí los labios y asentí, ella me sonrió—. Bienvenida, aunque tal vez es algo discorde de acuerdo a las actuales circunstancias.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora