Mal presagio {Taekook/Yoonmin/2Jae}

41

La campana anunciando el fin de la primera parte de la mañana y el inicio del descanso acababa de sonar. Hoseok se levantó de su silla apenas la profesora abandonó el aula, comenzando a recoger sus cosas con calma. No tenía prisa realmente, el plan era el mismo de todos los días; encontrarse con sus compañeros en la cafetería para tomar algo, ponerse al día sobre las cosas que hubieran podido ocurrir y después regresar cada uno a sus respectivas clases.

Abandonó el aula, no sin antes despedirse del nuevo compañero de mesa de Jimin, y se dirigió al pabellón de los alumnos de primero en busca de Taehyung para caminar juntos hasta la cafetería. Quizás él estaba un poco obsesionado con vigilar al pelirrojo las veinticuatro horas del día, pero dado que la salud mental de su mejor amigo cada vez iba a peor, él realmente debía ser vigilado. En el último mes, Hoseok había notado que Kim no solo perseguía a los miembros de Khangpae, sino que también había comenzado a atacar a personas aleatorias y completamente inocentes que nada tenían que ver con los asuntos de ambas mafias. Y a sabiendas de que el pelirrojo había hecho un nuevo "amigo" en su clase, —el mismo muchacho que le pidió ayuda al bailarín el primer día—, decidió que lo mejor sería ir a buscarlo a su clase y evitar así posibles problemas con dicho menor. Porque Taehyung ya lo había fichado como víctima, o al menos eso le había asegurado. 

No demoró mucho en llegar al pabellón de los de primero, y se sorprendió ligeramente cuando, al girar hacia el pasillo que correspondía a las aulas del módulo de Taehyung, divisó a Kihyun parcialmente asomado bajo el marco de la puerta de la clase que pertenecía al pelirrojo. El mayor actuaba de una manera bastante sospechosa, pues lucía como si estuviera espiando. 

Más curioso que otra cosa, Jung se acercó por sus espaldas con cautela y sigilo, sin llegar a comprender que hacía su compañero en dicho lugar. ¿Acaso también estaba esperando por Taehyung? El moreno lo dudaba mucho. 

— ¿Hyung? — Le reclamó bajito una vez le alcanzó y se detuvo a su lado. Yoo giró a mirarle apenas sintió su presencia a su lado. — ¿Qué haces aquí? Es raro verte por este piso. 

Kihyun señaló el interior del aula, indicando a Hoseok que se asomara también. El menor obedeció un poco confundido, y su confusión se hizo mayor cuando apenas asomar la cabeza, divisó al pelirrojo en la última mesa de la clase vacía, acompañado del mismo chico castaño del primer día. Completamente sorprendido, el bailarín no pudo evitar abrir los ojos como platos y tapar su boca con la mano. El mayor de los Kim, quien estaba apoyado sobre su mesa, parecía adorar con la mirada al muchacho desconocido que dormía plácidamente a su lado. Y no solo eso, por lo visto Taehyung también se había tomado la suficiente confianza como para tomar algunos mechones del menor para acariciarlos o simplemente apartarlos de su rostro. Él parecía completamente hipnotizado por la presencia de Jungkook a su lado. 

Hoseok sintió una avalancha de recuerdos invadir su mente en ese preciso momento. Su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal y un nudo en su garganta se hizo presente también. Él había visto esa imagen antes, él había visto ese brillo en los ojos del pelirrojo muchos años atrás. Alguien más había iluminado su rostro de esa manera en el pasado, pero para su mala fortuna y misterios aún sin resolver, esa persona ya no estaba más en su vida. Entonces, ¿qué se supone que estaba pasando ahora? A diferencia de aquel tiempo, en la actualidad Taehyung no era una persona cariñosa y muchísimo menos demostrativa. Se había vuelto un ser solitario la mayoría del tiempo, carente de sentimientos o emociones y para nada comprensivo con el resto. Kim Taehyung no buscaba entender a aquellos que no le entendían a él. Tendía a ser sarcástico y agresivo, y aunque a veces si estaba de buen humor, ese estado anímico le duraba más bien poco o solo se mantenía si estaba con personas que le agradaban. Pero la realidad era que, en un solo día, Kim podía cambiar de manera radical su personalidad infinitas veces, manifestando en muy pocas ocasiones su forma relativamente agradable.