Recuerdos perdidos

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Recuerdo 1

En la sala de un hospital se encontraba una mujer castaña de ojos negros. Había entrado en trabajo de parto hace una hora, y en este momento estaba lista para dar a luz a su primer hijo.

-AHHHHHH!!!

-Ya nació- dijo la enfermera cargando al bebé, pero... -dios santo... NO ESTÁ RESPIRANDO!!! RÁPIDO!!!

En unos segundos se había hecho un tumulto impresionante en la sala. El bebé fue atendido rápidamente mientras su madre lloraba desconsoladamente por miedo a perder a su hijo. El padre del pequeño, un hombre de cabello negro, ojos castaños y piel morena como la de su esposa trataba de consolarla.

Todo parecía perdido cuando el doctor llegó.

-¿Cómo está mi hijo?- preguntó la mujer tratando de incorporarse.

-Su hijo esta en cuidado intensivo ahora mismo, pero ya esta estable. Sobrevivirá- con solo escuchar eso la pareja comenzó a llorar de alegría.

-¿Y cómo es el? Digame su apariencia. ¿A quién se parece más?

-Bueno...- el doctor calló unos segundos tratando de pensar en una respuesta convincente.

-¿Bueno... qué?

-Su hijo... no se parece a ninguno de los dos. El nació con una rara condición genética llamada albinismo- tanto la madre como el padre se quedaron en shock al escuchar eso.

-Que buena broma. ¿Un hijo albino? Si, como no. Ya en serio. ¿Cómo es nuestro hijo?

-Ya se lo dije. Pálido de cabello blanco y ojos rojos. Un albino.

-No juegue con eso- dijo el hombre ya enojado -los albinos son señal de desgracia ¿sabe? El hecho de que este jugando con eso es un insulto muy grande para mi esposa y para mi...

-LE ESTOY LA VERDAD!!!- gritó el doctor ya enfurecido por el comportamiento de la pareja -lo diré una última vez. Su hijo es un albino, y no me importa que piense usted, yo no soy un hombre de bromas, así que deje de hablar estupideces y aceptelo.

La pareja no tuvo más opción que callarse.

Recuerdo 2

-Es adoptado, es adoptado- canturreaban los niños de cuatro años señalando a un niño pequeño de cabello blanco que se encontraba agazapado en una esquina del aula.

Uno de ellos tomó el bote de basura y lo vacío sobre el pequeño, causando las risas de los demás y el llanto del albino.

-YA DEJENLO!!!- todos dirigieron su vista a una niña de ojos purpuras y cabello celeste y ondulado -el solo es un niño como todos nosotros. Ya dejenlo.

Todos se le quedaron viendo a la niña mientras algunos murmuraban. Entonces la niña dio un paso amenazador y todos salieron corriendo como alma que lleva el diablo.

La niña se agachó y le tocó el hombro al niño, haciéndolo respingar.

-No me hagas daño... por favor- suplicó el pequeño mientras se cubría con sus manos, mostrando los moretones y cicatrices en sus brazos que esos niños le habían estado causando.

-Tranquilo. Mi nombre es ____ Shirosagi. ¿Cuál es tu nombre?- el pequeño la miró sorprendido y algo desconfiado pero al final contestó.

-Shu... Shu Kurenai- respondió con la voz algo temblorosa.

-Bueno, Shu. Desde hoy seré tu amiga ¿qué dices? Shu y ____ juntos contra el mundo-  dijo la niña con un tono soñador mientras abrazaba al niño y hacia ademanes emocionados.

-S... si- respondió el pequeño con una sonrisita tímida.

-Eres lindo- le dijo la Shirosagi sonriente, causando el sonrojo del niño -anda, levantate- dijo la niña levantándolo y quitándole la basura de encima -aún no se acaba el día. Falta mucho para que el sol se oculte- la pequeña comenzó a empujar al niño hacia el patio de juegos, donde ambos se divirtieron el resto de la tarde.

Recuerdo 3

Iba un albino de ojos rojos en el autobús escolar directo a la escuela. Muy feliz, pero preocupado al mismo tiempo, ya que su mejor amiga se había enfermado y ni había podido asistir a clases ese día.

Todos los niños platicaban animada mente entre sí, muy alegres, cada quién con su amigo, menos el albino, que solo miraba por la ventana.

Pero nada le quitaba su felicidad. Estaba feliz por todos esos momentos felices que había pasado con su mejor y primera amiga, y nada podía quitarle esa alegría...

-AGARRENSE!!!- gritó el chofer. Luego se escucharon ruedas derrapar en el suelo, vidrios rotos, y después un fuerte estruendo mezclado con gritos de niños.

En unos minutos el autobús estaba incendiado.

Los niños estaban heridos, más no gravemente, así que comenzaron a salir como podían del autobús, ya fuera arrastrándose, corriendo o caminando. Todos lloraban... menos un niño.

El pequeño albino estaba confundido. Como había usado el cinturón de seguridad solo se había hecho unos cuantos rasguños, pero el cinturón se había atorado, y el no podía liberarse.

Trataba de gritar, pero el humo se lo impedía sacándole una tos histérica de la garganta.

Entonces el motor explotó con el niño adentro.

Las noticias avisaron el suceso, y dijeron que había sido un milagro que el pequeño sobreviviera.

Pero no todo es color rosa, como dicen.

El niño despertó en una cama con sus padres al lado... o eso le decían ellos, ya que el chico era incapaz de identificar a esos extraños a su lado.

Por más que se esforzaba no podía recordar porqué estaba ahí. No recordaba nada de esas personas.

Todo se había borrado.

Se había borrado para jamas volver.

"Los albinos son señal de desgracia"

Era lo único que el pequeño recordaba antes del accidente.

Todos esos momentos que pudieron ser felices, se habían quemado junto con el autobús en el que el niño había viajado una tarde, solo para ir a la escuela.

Todo por defenderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora