Sobre esfuerzo

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Red Eye

En cuanto ____ cayó yo me fui de ahí. Quería parar de llorar, pero no podía: verdaderamente me sentía muy mal por todo lo que acababa de pasar. Por suerte, la mascara evitaba que mis lagrimas fueran notadas por los demás.

Fui directo a la sala de entrenamiento y me puse a entrenar.

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Entrené por mucho tiempo, tanto que incluso ya estaba amaneciendo. Me tomó un buen rato calmarme pero lo logré, y fue de hecho gracias al agotamiento.

Tengo mucha hambre y sed, pero no me he detenido.

Me alejé del aparato en el que estaba en ese momento para ir a la caminadora de nuevo, pero en eso me sentí mareado, y ese mareo rápidamente se transformó en nauseas. La vista se me nubló y caí al suelo.

Luego no supe nada.

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El tiempo volvió a pasar. No supe cuanto tiempo estuve inconsciente, pero cuando desperté estaba en mi cama con una toalla fría en la frente. Fiebre, de seguro.

-¿Estás bien?- miré de reojo a Theodore, que estaba sentado al lado de mi cama en una silla. Ninguno de los dos tenía mascara.

-Creo... que si- contesté llevando una mano a mi cara. En efecto, tenía una fiebre alta.

-Fue demasiada tensión para tu cuerpo. Recuerda, esta bien el entrenamiento, pero sigues siendo un niño. El menor en todo el Snake Pit- me dijo quitando la toalla de mi frente y cambiandola por otra.

Hubo un silencio largo.

-¿Por qué me adoptó?- pregunté monótono.

-Ya te lo dije. No quiero que te hagan daño, además de que ambos perdimos a alguien- me contestó con una sonrisa paterna.

-Pero soy un estorbo, ¿por qué me trajo aquí para empezar? Soy débil- esas palabras me hicieron sentir algo mal. Theodore me despeino.

-Oye, no seas así contigo. Ya te he dicho que con el entrenamiento se puede mejorar, pero aun así no debes exigirte de más...

-¿No lo entiende? todo lo malo que le ha pasado a la gente es por mi culpa- dije con la voz temblorosa y cubriendo mis ojos con mis brazos -no debió traerme. Debió haberme dejado morir...- la voz se me cortó al decir lo último y me di vuelta en la cama, dandole la espalda a Theodore.

Sentí que me incorporaban y me abrazaban.

-No digas eso- escuche su voz mientras me abrazaba -mira. No importa lo que digas, ahora somos padre e hijo ¿entiendes? Mi deber como padre es cuidarte y hacer mi mayor esfuerzo porque te sientas mejor contigo mismo. Justo lo que no pude hacer con Mattew en su momento- dudé, pero correspondí el abrazo.

El tiene razón. Nunca tuve un padre de verdad y ahora debo aprovecharlo. Vale la pena, supongo.

-Gracias por todo- dije algo tímido. El rió.

-No hay de que- dicho esto me acostó de nuevo colocando otra toalla en mi frente -descansa. Hay algo de comida aquí. Come algo- fue lo último que dijo antes de irse con su máscara en manos.

Esperé un rato a que se me bajara la frente y me incorporé en mi cama para ver la comida que me había dejado Theodore.

No pude evitarlo y me fijé directamente en el cuchillo que se encontraba al lado del filete. Actué por puro impulso cuando lo tomé y lo miré con mucha atención.

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Desperté a la mañana siguiente. Dormí todo el día por estar débil. Intenté incorporarme pero una punzada muy aguda en mi costado izquierdo me detuvo. Me di cuenta de que no traía camisa y entonces recordé lo que había pasado ayer.

Me fijé del lado derecho de mi costado, donde se apreciaban tres cortes viejos. Recuerdo que esos los hizo ____ cuando se lo pedí. Ese fue el favor que ella me hizo.

Luego miré mi lado izquierdo y pude ver el corte que yo mismo me había hecho ayer. Aun sangraba un poco. Me molesté cuando vi que las sabanas se habían manchado de rojo.

Decidí ir a darme un baño para después tirar las sabanas sucias a la basura. Nadie debe enterarse de esto.

Cuando entré a la regadera el agua se pintó de rojo, pues aun sangraba.

Fue cuando salí del baño y me vestí que la herida se cerró. Entonces me dispuse a tirar las sabanas.

Apenas las había echado a la basura cuando alguien tocó la puerta. Fui a abrir.

-Hola. ¿Puedo pasar?- me preguntó Ashtem.

-Claro- dije haciendome a un lado. El entró y su vista se clavó en el colchón.

-¿Vas a cambiar tus cobijas?- preguntó quitandose el antifaz.

-Si. Las otras ya están gastadas y se estaban rasgando. Las tiré.

-Bueno. Supongo que con tal de que estés al máximo para tus batallas...- se quedó viendo fijamente el cubo de basura, donde se encontraban las cobijas. Me di cuenta de que se veía una parte de las sabanas manchadas y me apresuré para tomar el cubo, listo para salir con el.

-Las llevaré al basurero- dije dirigiendome a la puerta. Ya iba a salir de mi habitación cuando me di cuenta de que me faltaba mi mascará -em... ¿puedes pasarmela?- le pregunté señalando el antifaz que se encontraba sobre mi buró.

El asintió y se acercó mi para ponermela.

Aunque me dolió bastante, salí corriendo de la habitación lo más rápido que pude.

Todo por defenderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora