Visión

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Lui Shirosagi

He estado enojado con mi hermana por varios días, y aún no se me quita por completo el enojo.

Ella me dijo que me odiaba solo por algo que tenía que ver con Kurenai... ¿a mi que me importa ese estúpido? Si esta sufriendo es su problema. Hoy el tiene una batalla, y es muy probable que ____ vaya a verla, pero yo en definitiva no la acompañaré.

Ha estado poco tiempo en casa, lo que me da más oportunidad de entrenar sin que ella este molestándome... aunque en serio me gustaría que nos reconciliáramos.

Las mañanas no son iguales sin mi hermana, y es que ella se ha estado yendo temprano para no tener que verme. Creo que está triste porque estoy enojado con ella.

Ahora estoy yendo a casa de Gabe, cosa que nunca hago. Seguramente le parecerá extraño, pero quiero reconciliarme con mi gemela, y para eso necesito consejos ya que es la primera vez que peleamos hasta este punto.

Después de unos minutos llegué y toqué la puerta.

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Gané mi batalla contra Wakiya, pero me di cuenta de algo: Spryzen tiene una grieta.

En serio. No tienes que preocuparte por mi, pequeño.

-Pero me da miedo que te rompas- le dije susurrando, sentado en mi cama.

No me romperé, tranquilizate, pequeño. Estaré bien.

-Yo...

Y si me llegó a romper, dejame decirte que aún así no me iré. Además, puedes repararme. Luego te lo explicaré pero por ahora estate tranquilo.

Yo lo miré inseguro, pero terminé lanzando un suspiro y aferrandolo a mi pecho.

-Estamos juntos en esto ¿verdad, amigo?

Eso es más que obvio.

-Gracias, Spryzen.

No hay de que, pequeño.

La tapa de Spryzen dejó de brillar, indicando que el ya se había callado, por lo tanto, lo desarmé para que sus piezas no se gastaran.

Luego me acosté y traté de conciliar el sueño, cosa que logré en unos minutos.

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Me levanté temprano como siempre y miré a mi mesa de noche, donde reposaban las piezas de Spryzen y donde había también un bote de agua. Tomé el último y le di un par de tragos.

Luego me levanté y fui a la cocina a hacer mi desayuno.

Me puse a hacer pan tostado, así que tomé un cuchillo para cortarlo, pero apenas toqué el mango de madera de este, mi cabeza comenzó a dar vueltas y me sentí mareado.

Me llegó una imagen a la mente y, como el sueño que había tenido hace unos días, se veía algo borrosa, aunque alcancé a captar algunas cosas más que en el sueño.

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____ Shirosagi

Ya pasaron las primeras cuatro horas de clase y Shu aún no llega, cosa que me preocupa.

Pudieron haber pasado dos cosas distintas: o tuvo otro desmayo, u otro primo loco suyo llegó a su casa para intentar matarlo.

El timbre sonó indicando el inicio del receso, a lo que yo tome mis cosas y corrí a la salida para ir a buscar a Shu a su casa.

Me tomó como media hora llegar, ya que Shu en serio vive lejos de la escuela y me di cuenta de ello cuando fui a visitarlo por primera vez. Subí las escaleras del edificio corriendo directo al departamento de mi amigo albino y, al llegar, toque la puerta.

Nadie abrió.

Me preocupé un poco, por lo que saqué una pluma de mi mochila y la abrí, sacando el resorte y doblándolo por la mitad para introducirlo en la cerradura. Se abrió con un clic e inmediatamente después entré.

-¿Shu? ¿Estás en casa?- no me contestó, por lo que yo avancé al frente, a la cocina.

En la estufa había un comal con migas de pan tostado encima, y en el lavadero había un plato y un vaso sucio, cosa que no es común en el ya que le gusta la limpieza.

Me estaba preocupando hasta que escuché un ligero ronquido desde la sala. Al asomarme, me encontré con una cabellera blanca que sobresalía de una manta en el sillón. Me acerqué y me encontré con que Shu estaba dormido en el sillón, tapado hasta la cabeza.

-Shu... despierta- dije moviendolo un poco, a lo que el se movió un poco, dándose vuelta. Al hacer eso, pude ver que sus ojos mostraba unas profundas ojeras. Volví a moverlo un poco.

-Uhm... ¿qué...?- entre abrió los ojos, mirándome.

-Shu, ¿qué haces? Deberías estar en la escuela...

-¡¿Qué?!- grito levantándose de un salto, a lo que pude ver que traía puesta una remera blanca interior y un short que, si bien recuerdo, usaba como piyama desde hace mucho.

-¿Por qué tienes piyama aún?- le pregunté y entonces mire su remera, a lo que pude ver su abdomen algo marcado a través de la tela. Sentí un ligero calor en mis mejillas.

-¿Qué tanto dormí? ¿Qué hora es?- preguntó el alterado, corriendo por toda la casa buscando sus cosas para ir a la escuela y poniéndose su ropa mientras corría.

*********************

Nos quedamos en su departamento, ya que a éstas alturas ya no llegaríamos al resto de las clases. Shu cocinó algo para que comiéramos y luego nos quedamos sentados en el sillón, viendo el televisor.

Después de algunos minutos, escuchamos que alguien timbro.

Todo por defenderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora