Madre de Shu
Mi esposo salió hace rato de compras... o eso dijo para no alterar a Shu, ya que en realidad fue al aeropuerto por dos boletos. Solo dos.
Ya nos cansamos de esto. De por si no queríamos un hijo albino. Le advertimos al doctor que nos traería desgracia y henos aquí, sufriendo por un niño que no recuerda nada de antes de sus nueve años. Sus cumpleaños, su amiga... nuestros nombres. Shu no recuerda nuestros nombres y nunca se los repetimos. Su padre no quiso hacerlo.
Lo peor de todo fue que cuando Shu nació, me dijeron que no podría tener hijos nunca más, o que moriría. Desgracia ¿qué la causo? Es obvio: el único albino que tenia cerca en ese momento.
Hemos pensado de todo para deshacernos de el, pero finalmente decidimos que la mejor opción es abandonarlo y rehacer nuestra vida sin el como estorbo. Iremos a donde deba ser. Tomaremos un avión, y nos iremos a donde nos lleve.
Así nos desharemos de el por el resto de nuestras vidas.
Shu Kurenai
Cuando terminé de bañarme mi padre ya había vuelto, y mi madre ya había preparado la comida.
Estábamos comiendo cuando mi padre habló.
-Shu, escucha- yo paré de comer para escuchar, aunque no le dirigía la mirada -mirame cuando te hable- decidí obedecerlo, ya que no quiero problemas -hoy tu madre y yo iremos a un viaje de negocios. Será a media noche, así que te quedaras solo un tiempo.
-Volveremos en cuanto podamos ¿si, hijo?- me dijo mi madre a lo que asentí.
Se que no volverán.
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En efecto, la mañana del domingo yo era el único en el departamento. No había nada de mis padres en la casa. Se habían llevado todo.
Como si nunca hubieran estado aquí.
Me senté en la mesa mirando la madera fría. Se cocinar y se como vivir solo, pero no tengo ganas de hacer nada.
Ya aburrido de estar sentado fui a mi cuarto y tomé a Spryzen del cajón para ir al Beypark.
Al llegar, me posicioné y lancé.
Antes tenía que practicar en secreto porque mis padres no me dejaban hacer ninguna actividad que me hiciera conocido.
Cuando mi padre me vio por televisión en el torneo... bueno, no hablaré de eso ahora. Solo diré que mi ojo derecho quedó peor de como estaba justo después de la cicatriz que me dejó Lui.
Entrené tanto que no me di cuenta de que había llegado la hora de la comida, así que volví a mi casa para cocinarme algo.
Recuerdo 4
-Tengo hambre- se quejó un albino de unos siete años de edad.
Sus padres habían salido por una emergencia. El día de ayer habían ido a ver a su abuela, y ese día en la mañana les dijeron que a su abuela le había dado un infarto.
No dejaron que el pequeño Shu fuera al velorio.
El niño miró hacia la cocina, curioso. Había observado a su madre cocinar muchas veces, a pesar de que no se le permitía estar cerca de la cocina.
El chico dudó, pero acabó tomando una silla y subiéndose a ella para cocinar algo.
En el momento que encendió el fuego se escondió, esperando que la llamarada llenara la casa, pero no pasó nada malo. El pequeño, al ver su logro, sonrió.
Rápidamente sacó un huevo y todo lo necesario para hacerse un pequeño omelette.
Cual fue su sorpresa al ver que se le daba natural. Era como si desde siempre supiera manipular la sartén y la cuchara.
Cuando lo probó fue mejor. Su comida sabía incluso mejor que la de su madre. Estaba tan hambriento que decidió hacerse otro. El resultado fue el mismo, alegrando a mil al albino.
Justo estaba disfrutando de su comida cuando la puerta se abrió, dejando a la vista a un azabache de ojos castaños mirándolo con reproche.
-¿Cocinaste?
-S... si- el niño levantó un poco la mirada solo para ver como su padre se quitaba el cinturón.
-A tu cuarto... ahora- el pequeño solo caminó cabizbajo al borde de las lágrimas mientras escuchaba detrás suyo el golpeteo de la tira de cuero golpeando levemente el suelo.
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Cuando el albino terminó de desayunar, se fijó en sus muñecas. Un par de anillos que las rodeaban eran ligeramente más pálidos que el resto de su piel... si eso era posible.
El chico se golpeó la cabeza con los puños cerrados tratando en vano de recordar algo pero, como siempre, fue inútil.
Ya rendido, el chico se quedó sentado en su lugar, ahora pensando en su sueño. El sabía que la silueta era de una niña, pero no podía ver nada más que la silueta.
Entonces, por alguna razón, a su mente llegó la imagen de su rival. Lui Shirosagi.
El chico más cruel que había conocido jamas, y ahora estaba dispuesto a vengarse de el, fuera cual fuera el precio. Eso no importaba mientras pudiera hacer algo bien en su mísera vida.
Se vengaría, costara lo que costara.
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Todo por defenderte
FanfictionNuestro protagonista, esta vez, es Shu Kurenai, un joven albino al que muchas chicas en el instituto querían... exacto. Querían. Cuando el chico tenia nueve años tuvo un accidente, en el que olvidó todo lo que había vivido hasta ese momento, incluye...