Capítulo 30

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Alexa

Estamos en el auto de Roberto, trabaja con Sebastian y es quien, literalmente, nos rescato del shopping. Sigo sin entender muy bien lo qué pasó. Cruzamos la puerta abrazados y fue como si una ola de personas se tiraran arriba se nosotros. Había celulares a más no poder, los flash parpadeaban sin parar. Sebas me protegía para que no invadieran mi espacio ni me empujaran. Fue lo más loco que viví en mi vida. Una salida al cine terminó en un desastre.
Cuando Roberto llegó Sebastian se puso muy tenso porque no pensó que iba a venir el en persona, sino que mandaría a alguien más. Robert calmó a todos los presentes y en ese momento sentí unas manos que nos estiraban a Sebas y a mi fiera del lugar, al principio me dio miedo pero al ver cómo Sebastian lo saludo tranquilamente, supuse que sería un amigo o alguien más de su trabajo.
Nos subieron a una camioneta negra, espaciosa y con los vidrios polarizados, desde adentro podíamos ver todo pero para quienes estaban afuera les iba a resultar casi imposible vernos.
- Allie, amor ¿estás bien? — me pregunto Sebas agarrándome de las manos las cuales, por acto reflejo o no se bien por qué se las saque. Me miró extrañado, un poco dolido quizás y ahí mismo me abrace a su cuello para hacerle saber que todo estaba bien entre nosotros.
No estoy enojada con Sebastian ni mucho menos, pero esta situación enciende todas mis alertas personales. Algo no está bien, lo qué pasó en el shopping fue sumamente extraño y la reacción alarmista de todos también. ¿Sebastian sería capaz de ocultarme algo? Estoy segura que no, despejó esa duda de inmediato porque sé perfectamente quién es el hombre del que me enamore.
La puerta delantera del acompañante se abre de repente y un Roberto muy mal humorado ingresa a la camioneta.
- Tu y yo culicagado vamos a hablar muy seriamente. Dinos donde vive la niña para dejarla en la puerta de su casa pues. — me molestó muchísimo que se refiera a mi de esa forma, por lo que no me pienso quedar callada.
- Mi nombre es Alexa Ferrer y no se preocupe por mi, yo me bajo y pido un Uber
- Mirala nomas pues, tantas agallas la niña. Discúlpame bizcochito pero no te puedo dejar ir así como así, te puede perseguir la prensa y ya tuvieron suficiente por una noche. La vamos a dejar en su casa y ya. Discreción, las conquistas de Sebitas...
- ¡Robert ya para! ¡Con ella no! — lo interrumpió Sebastian pero yo no necesito que nadie me defienda.
- Mira Robert, Roberto o como sea. Mi nombre es Alexa asi que bizcochito las pelotas. Y gracias, pero a mi casa me voy sola, ya estoy bastante grandecita. — abrí la puerta trasera y me baje de la camioneta. Sebastian vino atrás mío y me agarro de la cintura.
- Ya amor, por favor, déjame llevarte a tu casa. No te pongas brava conmigo, ya le dije que pare, no voy a permitir que te trate así. Déjame acompañarte, sube, por favor.
- ¿Con ese par? Ni loca ¿No escuchaste lo que me dijo?
- Si y voy a hablar con el muy seriamente después. No siempre es así, ese man ha hecho mucho por mi y es bien bacano solo está molesto por lo que nos pasó en el centro comercial.
- ¡Pero no tengo la culpa de lo qué pasó!
- Ya lo se linda, nadie piensa lo contrario. Quiero llevarte a tu casa, no me hagas quedarle mal a tu papá, sales conmigo y vuelves solita eso no es bueno.
- Quiero ir en un Uber. Pero podes acompañarme si queres.
- Esta bien, voy a ir contigo, pero nos van a seguir de camino a tu casa ¿no te molesta?
- Si vos venís conmigo, no.
- Déjame que iré a decirles. -
Sebastian va hacia la ventanilla de Robert y desde la distancia en la que estoy puedo escuchar todo.
- Allie va a pedir un servicio de Uber y yo iré con ella, pueden seguirnos así hablamos de regreso al estudio.
- Tan juicioso el niño desde cuando. Deja la maricada pues ¿quien eres?
- Robert ahora no, no con Alexa aquí, ya después me dirás lo que tengas ganas.
- Y claro que lo haré. Ve con ella, a lo bien. Hablamos luego.-
Me hago la distraída para que no quede tan evidente que lo escuché todo. El Uber nos deja en la puerta de mi casa, quiero pagar pero Sebas no me deja, lo hace el y los dos nos bajamos. Detrás nuestro, está la camioneta con Robert y Nicolas, creo que se llamaba el conductor. Me despido de Sebastian con un beso en la mejilla, lo cual no le gusto, me di cuenta porque me agarro del brazo suavemente para girarme hacia el.
- Oye no, ven aquí. — Me coloca frente a su rostro muy cerca, agarrando mi cintura con una mano y con la otra corre un mechón de pelo que cae en mi frente, para colocarlo hasta detrás de mi oreja. Sabe a la perfección que es una de mis caricias favoritas — no quiero despedirnos así. Siento mucho lo qué pasó en el día de hoy mi amor, solo quería pasar tiempo contigo y hacer algo distinto. —
Lo veo tan apenado que solo me sale consolarlo, le rodeo su cuello con mis brazos y le doy un beso. No hace falta agregar nada más pero aún así quiero que esté tranquilo.
- Vos no tenes la culpa de lo qué pasó. Aunque mucho no lo entiendo, ya está. Estamos bien. Eso es lo que importa. — quiero transmitirle seguridad a Sebastian para que no se sienta peor de lo que está, pero la que se queda insegura soy yo. Acá hay algo que no está bien y lo único que espero es que sea lo que sea que pase, no afecte nuestra relación. — Tenes que irte porque te están esperando. Al parecer vas a tener una charla larga, te van a retar mucho.
- A la buena pues... un verraco ese Robert me va a poner una regañadera bien dura, que chimba. — me empiezo a reír y Sebas me mira raro.
- Perdón amor, pero cuando te sale el colombiano puro me cuesta entenderte.
- Tan Argentina mi niña. Buenas noches mi amor, descansa —.
Nos besamos y nos despedimos. Esa noche me costó mucho dormir por estar pensando en todo lo qué pasó y en lo intrigada que me tiene lo que está pasando. Al final caigo rendida hasta escuchar la alarma del teléfono.

Mi fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora