Más que perfecto

67.1K 5.7K 278
                                    

Leoxi leía la carta que le había llegado a sus manos. Como hermano gemelo del alfa y Comandante de la manada, tenía más responsabilidades de las que quería en su vida. Su hermano tenía menos tiempo que él, así que no tenía derecho de quejarse, incluso ahora sabía que estaba planificando bien el golpe que darían a la manada gris.

Se pasó la mano por su cabello alborotándolo. Estaba algo agobiado con los nuevos sucesos. ¿Qué demonios pensaban aquellos lobos con hacerle eso a una omega? Y una pura para concluir. Acaso no sabían que eran tan extraños como los lobos albinos. Con la capacidad de reproducirse en grandes cantidades, sus cuerpos eran lo suficientemente resistentes para soportar dar a luz el triple de veces que una loba normal, que solo obtenía su celo cada 100 años. Qué lobo no quisiera múltiples cachorros con su mujer, era su mayor añoranza.

Leyó la carta otra vez concentrándose en el asunto más importante en su itinerario. Reconocía la letra de aquel príncipe lobo llamado Nicolás, hermano de los dos jóvenes que su gemelo tenía encerrados en la otra ala de la mansión. Las indicaciones para atacar la manada dentro de tres días estaban escritas una tras otras. El mensajero en estos momentos estaba descansando con los ojos cerrados en un sofá delante de él. Por el momento no podría volver con los suyos. Estaban apostando todo con esta intervención, incluso la separación de varias familias si el plan salía mal.

Los múltiples rumores del sistema explotador en la manada gris eran más que sonados, aunque ningún lobo proveniente de esta lo confirmara. El abuso a los cachorros, las lobas violadas, los machos al borde de la locura, la falta de alimento y la pobreza de los más débiles eran algunas de las cosas que se comentaban

El Gran Consejo había pedido cuentas al alfa, pero él se las había arreglado para salir ileso, algo que a la mayoría de los demás alfa les había picado muy en fondo. Tantos misterios rodeaban a aquella manada que eran imposible saber que era verdad y que era mentira.

***

Alan y Noa se miraron dubitativos ¿Qué demonios les estaba pidiendo aquel hombre? ¿Qué le entregara a su madre? Fruncieron ambos el ceño, molestos, aquello era inaudito.

Hades sólo miraba si expresión corporal y sabía que nos les había gustado nada de su declaración, algo lógico. Al final, con todo lo que estaba ocurriendo a espalda de ellos, él sería el vencedor y obtendría todo, pero quería saber la actitud de ellos por tal de salvarla.

Noa se mordió el labio

-Nuestra madre saldrá de una prisión solo para otra- dijo más para él que para los demás.

-Nunca dije que la encerraría ni la sometería. Voy a salvar a toda tu manada, que garantía tengo de que después de mi esfuerzo me sigan, solo con la antigua reina de mi lado, me obedecerán-

Los hermanos se encontraron en una encrucijada. Sus palabras tenían toda la razón, pero qué pensaría su madre de todo aquello, ya había estado tanto tiempo cautiva que no querían que volviera a pasar lo mismo. Por otra parte, si no aceptaban no saldría se aquel lugar. Hades era conocido por ser benevolente, esperaban que esta vez no se equivocaran con la elección.

***

El alfa se dejó caer en su cama después de terminar todos los asuntos del día. Estaba más que agotado. Organizar todo minuciosamente era algo estresante y más cuando era un perfeccionista. No quería que nada saliera mal. Los premios serían varios, incluso la posibilidad de tener de descendencia. Si nadie era capaz de tener un hijo de él, tal vez un omega fértil como era la antigua reina era el camino más fiable.

Cerró los ojos y su memoria fue al pasado. Recordaba cuando el difunto alfa y su reina habían ido a visitarlo, aquella sería la última vez que los viera. Una delegación mínima lo había acompañado y lo que más destacaba era la única pequeña que había asistido. No debía tener más de 10 años. Con el cabello corto, con ondas alborotadas de color chocolate, una expresión risueña y unos hermosos y grandes ojos violáceos, que hasta el día de hoy podía describirlos. No le había prestado nada de atención, pero quien se imaginaba que ella sería la gobernante de su manada más tarde. Nadie. 

Había sido invitado al matrimonio por formalidad, pero él estaba viajando en aquel momento. La imagen de una niña infantil era la único que efímeramente quedaba en su cabeza. Si le hubieran dicho que el yo del presente la estaría pidiendo para él, no se lo hubiera creído, pero así era la vida, dando vueltas. Solo esperaba que al menos su físico fuera la suficientemente agradable para complacerlo.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora