Hades se llevó la muñeca a la boca y lamió la sangre de su propia mordida que ya estaba cerrando. Sonrió ante la sensación que recorría cada fibra muscular. El pequeño cuerpo que se ajustaba perfectamente a él, bebiendo de su ser, directamente de la vena que latía frenética era más de lo que se imaginó.
Recorrió la espalda blanca masajeando cada uno de los nudos que encontró, así como pequeñas cicatrices que aún se negaban a desaparecer. Con la otra acarició su rodilla y subió a lo largo del muslo hasta dejarla sobre la suave piel de su glúteo y la apretó más contra él, en un intento de aliviar el deseo crudo que empezaba a emanar.
La oyó gruñir ante el acto, aunque el lobo no le hizo el menor caso. Abandonando la caricia a su espalda mantuvo presionando su rostro hacia abajo, cuando esta se disponía a separarse. Aun debía tomar un poco más sangre.
Nebraska se estremeció y jadeó. Su cabeza era un lío y ahora que se sentía más fuerte quería apartarse, pero la mano en su nuca se lo impedía mientras la otra se tomaba ciertas atribuciones en su cadera y más allá, con las que no estaba de acuerdo. Volvió a gruñir y él otra vez la ignoró.
La omega frunció el ceño, sacó sus colmillos lentamente, y mordió duro sobre la herida.
Hades cerró los ojos ante el dolor que lo recorrió y apretó los labios para no soltar una palabrota de esas que solo su beta tenía permitido decir. Dejó el agarre de la cabeza de Nebraska, que en cuanto pudo se incorporó secándose la sangre de su boca con el dorso de la mano.
-Por lo que veo te gusta morderme el cuello. Esta no sería la primera vez y por menos que eso podría castigarte- la plata fundida de sus ojos se volvió más intensa, morder era algo demasiado peligroso para ella en ese momento, sobre todo porque lo provocaba en más de un sentido.
El alfa recorrió con la mirada los rastros de sangre que adornaban sus labios y se inclinó recogiéndolas con la lengua. La sintió echarse para atrás huyendo de su tacto, solo le rodó la cintura y la mantuvo en su lugar. Sabía bien que estaba siendo apresurado y que ella necesitaba su espacio, pero la cordura era algo que solía salir de su mente de vez en vez, muy de vez en vez.
-No te resistas- susurró contra la mejilla temblante- No te forzaré a nada, aunque deberías acostumbrarte a esto, después de todo me perteneces y he descubierto que me gusta tu contacto- algo por lo que hasta él mismo estaba sorprendido.
Nebraska otra vez no le respondió. Desvío la mirada, apretando los puños sobre el pecho masculino e intentando mantener el equilibrio, algo prácticamente imposible cuando sus ojos comenzaban a cerrarse poco a poco inesperadamente.
De un momento su cuerpo se fue cayendo hacia un lado y el alfa tuvo que sostenerla atrayéndola hacia su pecho tirando de su cintura para mantenerla en su lugar. La poca rabia que había acumulado mezclado con el deseo se fue esfumando al sentir los miembros frágiles de ella quedar como trapos sueltos.
-¿Qué me hiciste?- al fin le dirigió la palabra con un hilo de voz.
-Tu cuerpo se está recuperando, es normal que tengas sueño- aun con el dolor punzante no podía ignorar la loba débil en sus brazos. Instinto tan antiguo de su especie.
-No quiero dormir más, tengo cosas que hacer- hizo su mejor esfuerzo para incorporarse, pero sus músculos fallaban y su conciencia estaba esfumando contra sus deseos. No se sentía segura estando tan indefensa.
Hades esperó a que su respiración fuera constante. El color estaba regresando de nuevo a ella y las heridas de sus tobillos ya se volvían solo arañazos.
-Te traje rop...-Sara entró meneándose al cuarto de baño. Se detuvo de golpe al encontrar a su alfa con la loba desnuda sobre él y ambos cuerpos húmedos y no solo de agua
-Déjala sobre la cama, al igual que las vendas, yo me encargó del resto-
-Si alfa- Sara bajó la cabeza y salió rápido con un ligero rubor y una sonrisa pícara que no pasó desapercibida por su magnate. A ella era la única que le permitía esas atribuciones. Tal vez había malcriado mucho a su protegida.
Para Sara era la primera vez que veía a su alfa tan íntimo con alguien y el aire a sí alrededor podría atraer a cualquier hembra y eso que lo conocía hacía varios años. Amaba a su esposo, más bien estaba loca por él, pero el alfa, había sido diseñado por la naturaleza para que cualquier loba cayera a sus pies y quisiera llevar a sus cachorros.
Necesita a su esposo cerca, ahora.
Sara caminó por el pasillo siguiendo el rastro de Siran. ¿Dónde demonios se había metido? Su aroma se volvía más intenso de momento y después se desvanecía.
-Rayos- maldijo haciendo una riña. Algo raro en ella. Cada vez que lo necesitaba, nunca estaba, tendría una conversación seria con su pareja cuando lo viera.
-¿Amor qué pasa?-
Sara soltó una sonrisa y se giró saltando sobre el recién llegado, enredando sus piernas alrededor de la cintura. Siran por un reflejo acostumbrado, la sostuvo por los muslos sin comprender el ataque de su mujer cuando esta se apoderó de sus labios.
-Cariño, vamos a nuestro cuarto- le pidió
-¿Acaso no tenía que sorprenderte?- parecía confundido.
Bueno en algunas cosas, retrasado para otras. Era de aquellos que no tomaba la iniciativa.
-Mira que eres lento- se desenrollo de él y lo comenzó a jalar de la mano -Olvidate de lo que te dije. Sorpréndeme como lo sabes hacer mejor- sonrió pícaramente y el beta enseguida supo a qué se refería.
besos y gracias de antemano por sus comentarios y votos.
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Cautiva del Alfa #1.
WerewolfElla es una omega Pura y reina de su manada hasta que su esposo la destronó y encerró. Dos de sus hijos descubren la verdad y piden ayuda al alfa de la manada enemiga. Pero solo aceptará con una condición. Ella tiene que ser de él Y ella no volverá...