Reencuentro

51.2K 5.3K 466
                                    

Nebraska estaba muy tranquila. Demasiado tranquila para la preocupación de Layan. No había tocado los alimentos que habían sido llevados a su habitación y tampoco había indicios de fuga. El alfa daba toques con su dedo encima de la mesa mirando a su beta.

-¿Y?- preguntó a su beta que se mantenía parado al otro lado con las manos en su espalda.

-No ha hablado, se mantiene sentada en su cama sin nada más que mirar al vacío-

Mirar al vacío era algo que de seguro hacía, pensó Layan, era del conocimiento público la dificultad que poseía en sus ojos. Pero algo más, necesitaba algo más. Esta seguro que ella no se quedaría con los brazos cruzados mientras la tenía prestada, como decía él.

Se levantó de su asiento con tanto impulso que lo tumbó. No podía dilatar tampoco la razón de porque la tenía allí. Ya hacía dos días que la había traído y de seguro se habían dado cuenta en la Manada de Plata de su ausencia y la de él. 

Por el momento, no le preocupaba, no hasta el otro día. Hades debía estarse recuperando de su celo y nadie se movería sin su permiso o entrar en sus tierras sin su líder en cabeza. Cualquiera que lo hiciera podía perder más de una pata. Igual solo le quedaban horas para que la omega hiciera su magia con su hermana y la trajera de vuelta o se vería obligado a...

Caminó por el pasillo sacudiendo la cabeza. No debía pensar eso ahora. La presión en su pecho lo empezó a asfixiaba y se tuvo que detener. Leila era la única familia que le quedaba, no podía permitirse perderla, no importara lo que tuviera que hacer, incluso entregar su vida por ella. Inhaló profundo y retomó su marcha segundos más tarde.

Sin pedir permiso abrió la puerta de la habitación donde tenía a Nebraska y efectivamente estaba allí, sentada con las piernas cruzadas sobre la cama y uno de sus dedos doblados sobre sus labios como si estuviera reflexionando sobre la vida. Ni siquiera giró su rostro cuando el entró y cerró la puerta con seguro. El olor de la comida aún caliente lo hizo mirar a la mesa y frunció el ceño.

-No has comido nada-

-Cállate- le respondió ella en un murmullo aun sin inmutarse.

Aquella simple palabra le hizo palpitar una vena en la sien. Ni siquiera sus padres cuando eran cachorros lo habían mandado a callar.

-Nebraska- pronunció su nombre con los dientes apretados pero sin moverse del lugar, a saber tú que le haría, esa mujer podía sacar de quicio sin quererlo.

Al parecer su tono la hizo reaccionar pues se enderezó y bajó la mano suavemente hacia su regazo.

-Acaso no quieres que ayude a tu hermana, así que cállate, no puedo pensar con tanto ruido, tu gente se la ha pasado todo el tiempo entra y sale y no puedo concentrarme-

-¿En qué tienes que pensar?- Layan se acercó más relajado y se sentó en el borde de la cama a un metro de ella cruzando las piernas- Tú poder no funcionó a la primera solo tiene que volverlo a intentar-

La vio mover uno de sus pies con impaciencia y apretarse el puente de la nariz. Se estaba molestando.

-Mi poder como lo llamas tú, nunca había fallado a la primera, incluso pude hacer que todos los machos de mi manada volvieran a ser lúcidos. No es que no entienda porque no funcionó con tú hermana, es que apenas si le hizo efecto incluso cuando usé toda mi concentración- 

Layan parecía decepcionado pero lo disimuló poniendo su rostro de autosuficiencia con que siempre lograba todos sus objetivos.

-Vuelve a intentarlo-

-Será el mismo resultado-

-Tenemos un trato-

-No tuve otra opción- 

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora