Diez días habían pasado para cuando abrió sus ojos y encontrarse con una imagen distorsionada del cielo sobre ella, mejor y más visible que antes, pero aun así, sin ser definida. Su vista aún estaba muy dañada, aunque mejor que antes.
Había murmullos a su alrededor, que no podía identificar que decían y ese olor.
Más bien, esos olores, no era solo uno. Se incorporó de golpe sintiendo crujir cada hueso de su cuerpo y una oleada de dolor recorrerla que le hizo perder la fuerza. Unos brazos rodearon su cintura y alguien se sentó tras ella recargando así su espalda en el pecho masculino.El aroma dulce que había sentido aquella vez llegó a su nariz y alzó la cabeza en un intento de divisar inútilmente quien era.
-Tranquila ma, no te esfuerces- Nicolás acarició los brazos de la pequeña mujer y besó la coronilla de la cabeza. Una felicidad innata lo invadía y la fragancia que desprendía hacia que quisiera estar a su lado todo el tiempo que pudiera.
-¿Ma, estás bien? oyó otra voz y una figura difusa se paró ante ella.
La loba alzó la mano intentando tocarlo.
Alan la agarró y se sentó en el borde de la cama. Llevó los delgados dedos a su mejilla que empezaba a humedecerse y dejó que el débil calor acariciara su piel. Una sensación que disfrutó como ninguna.
-Alan, ma, soy Alan uno de tus cachorros- puso la otra mano en su rostro palpando, memorizando como era su hijo hasta sonreír.
Alan no pudo contener un sollozo y se abalanzó para abrazarse a su regazo lo que la tomó por sorpresa. El chico nunca había demostrado tal grado de emotividad por nadie. Quizás si por sus hermanos más cercanos, pero su cuerpo ansiaba estar al lado de aquella desconocida que ahora era su madre, como el más primitivo sentimiento. Se removió satisfecho cuando la mano de ella acarició su cabello revuelto.
-Y yo Noa- la cama se hundió a su lado y ella miró la silueta más pequeña que parecía saltar intranquilo llamando su atención.
Repitió el mismo procedimiento con su otro cachorro y volvió a sonreír atrayéndolo hacia su pecho enterrando su nariz en el pelo asimilando el aroma encantador de aquella personita.
Giró su rostro a Nicolás que admiraba toda la escena emotiva de sus hermanos.-Me llamo Nicolás, ma- besó su sien y rodeó el delgado cuello con el brazo suavemente pegándola más a él- Estoy feliz que estés bien- no era tan sentimental pero no era momento de hacerse el fuerte. Al igual que sus hermanos una lágrima recorrió su mejilla mezclándose con la maraña de cabello oscuro de su madre.
Después de tantos años en cautiverio, siendo amenazada, su mayor felicidad se había cumplido. Volverse a reunir con sus hijos.
Después de interminables minutos los tres la soltaron aunque ella se mantuvo recostada al soporte que le ofrecía el cuerpo del lobo.
-Tenemos dos hermanos más, pero por ciertas cuestiones no quisieron venir a verte- Alan empezó a hablar- Uno es Rodrigo, es el mayor de todos nosotros- ella sintió nostálgica recordando claramente su primera panza inflamada- Estuvo al cuidado de nuestro padre así que es mejor darle tiempo para que asimile la idea-
Ella se lo imaginó.
-La otra es nuestra hermanita- había tenido una cachorrita, adoraba a las niñas- Su nombre es Catalina. Está un poco renuente a la idea de que su madre esté viva. El cambio ha sido muy fuerte para ella, por lo que al igual que nuestro hermano mayor es mejor esperar-
Ella se inclinó y tocó su mano. Sabía que su esposo debía haberles envenenado el cerebro a lo largo de todos los años. Noa le trajo un vaso con agua y se la puso en las manos, acariciando después la piel.
-Ma, estas tan delgada-
Ella sonrió levemente intentando disipar la atmósfera de preocupación.
Los cuatro oyeron la puerta abrirse. El cuerpo de la loba se tensó e intentó correrse hacia atrás. Todas sus alarmas sonaban en su cabeza. Alfa. Las manos de Nicolás la detuvieron en su sitio.
-Cálmate ma, cálmate. No tengas miedo-
Alfa, repetía ella mentalmente con los dientes apretados y un temblor desagradable. Hades observó la escena familiar que había roto y de cierta forma se sintió abatido. Una familia propia era algo que quería hacía mucho y sus esperanzas cada vez estaba más lejana, pero mirándolo de otra forma había ganado una, no de su sangre pero si bajo su cuidado.
-Cachorros tengo cosas que hablar con su madre, necesito privacidad-
Los tres hermanos se negaron mirándose entre ellos. No tenían intención de dejarla sola ahora que podían estar junto. Grave error, el olor de Hades se hizo más potente en la habitación y los cuatro se pusieron tensos. Nicolás enredó un brazo en la cintura de su madre y la empezó a correr hacia atrás mientras se ponía a su lado.
-Dije que salgan- dijo Hades calmado pero con voz grave, imponente, no acostumbraba a gritar y no sería la primera vez que lo hiciera.
Alan y Noa muy a su pesar se levantaron de la cama y pasaron por al lado del lobo.
-No se preocupen no le haré nada, solo necesito que conozca la situación antes que algo vuelva a ocurrir- recalcó la última parte en conmemorativo al ataque sobre su cuerpo.
Nicolás desenredó los brazos de ella cuando Hades arqueó una ceja esperando que acabara de obedecer.
-Ma, él es Hades- creyó necesaria las presentaciones- puedes estar segura, no te tocará, fue el alfa que con su manada nos ayudó a rescatarte y te ha estado cuidando hasta ahora-
La vio apretar el borde de la sábana hasta que los nudillos se pusieron blancos pero asintió con la cabeza y le sonrió para que darle a entender que comprendía.
-Estaré aquí cerca- Nicolás muy a su pesar dio media vuelta y se detuvo delante del alfa que le sacaba varios centímetros.
-Ya no soy un cachorro, y no dudaré en defenderla si algo ocurre-
Hades no se inmutó con sus palabras. Dio dos pasos y se puso tan cerca que Nicolás podía escuchar su respiración.
-Y yo espero no tener que recordar a quienes ustedes pertenecen ahora- casi fue un murmullo pero le heló la sangre al menor- Tus hermanos te esperan-
Cuando la puerta fue cerrada estudió a la mujer demacrada en la cama, que después de varios días y constantes dosis de sangre ya no parecía un muerto viviente. Se acercó y olió su miedo en el aire.
Después de casi matarlo, le tenía miedo, irónico.
Se puso al lado de la cama y le tomó la barbilla entre los dedos y la levantó para chocar con unos hermosos ojos violáceos con un iris difuso. Una lástima. César había mencionado que sus sentidos demorarían un poco más en recuperarse del todo, o casi todo.
-Antes que nada, quiero saber tu nombre.
La piel de ella la sentía fría y el tragar seco movió los músculos de la garganta.
-No te golpearé ni te someteré, no soy tu esposo, pero soy el nuevo alfa de tu manada, así que demando saber tu nombre- hablaba pausado y sin agresividad.
Los labios de ella temblaron y se separaron soltando el primer ápice de aire.
-NeNebr- Hades esperó a que ella pudiera decirlo, no la quería forzar. Los sonidos salían ásperos y entrecortados.
Pasó el dedo acariciando la piel demasiado suave en su barbilla. Una acción que se encontró disfrutando mientras esperaba que ella pudiera hablar.
-Nebr...Nebr...aska-
-Nebraska- Hades sonrió complacido- Hermoso nombre, para una reina-
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Cautiva del Alfa #1.
WerewolfElla es una omega Pura y reina de su manada hasta que su esposo la destronó y encerró. Dos de sus hijos descubren la verdad y piden ayuda al alfa de la manada enemiga. Pero solo aceptará con una condición. Ella tiene que ser de él Y ella no volverá...