¿Me amas?

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Nervioso. Tal vez era la palabra adecuada para Hades. 

Todos que lo veían pensaban que estaba bien, normal, su alfa como siempre, serio, elegante, hermoso, inalcanzable, inmaculado, seguro de sí mismo, amable, justo, pero nadie se podía imaginar el caos que era su interior. La razón. Su boda sería mañana. Bajo la luna.

No podía estar más feliz por ese hecho. A pesar de tener algunos problemas que resolver todo se estaba resenvolviendo con pasos positivos. Había logrado en los últimos días que Rodrigo no se confiscara más en su cuarto y al menos los acompañara a la hora del almuerzo y de la cena sin querer levantarse lo antes posible, incluso aceptaba una caricia en la cabeza por parte de su madre de vez en cuando. 

Por su parte, las cosas con Catalina no mejoraban ni empeoraban, estaba en un pare total. La niña no daba el brazo a torcer. Se negaba a pedir perdón a Nebraska por llevarla a un lugar tan peligroso cuando él estaba en celo o a aceptar el hecho que ella no sería la reina. 

Había tenido que usar toda la paciencia que tenía y la que no tenía para tratar con ella y no hacer algo de lo que se arrepentiría después. Al no ser todavía el esposo de Nebraska no podía castigarla con los métodos que su lenguaje, acciones y falta de respeto a sus mayores, merecía. 

No es que estuviera a favor de la violencia, pero una buena nalgada de vez en cuando encaminaba a los cachorros más rebeldes. No le había quedado más remedio que confinarla en su cuarto hasta que cediera. Tal vez fuera la princesita de sus hermanos mayores, pero había sido demasiado malcriada por Rudoc, ahora mismo no parecía otra cosa que un monstruo intentando destruir la felicidad y estabilidad que tanto les estaba costando.

En cuanto a su omega no tenía una sola queja. Después de haber tenido breves momentos algo intensos, la atmósfera entre ellos era algo como más relajada, por ironía de la vida.  

Ya no se erizaba cada vez que lo sentía cerca o su olor era muy potente, algo que controlaba al estar a su alrededor. Podía robarle besos cada vez que podía, le encantaba el ceño fruncido que ella hacía aunque no se negaba ni replicaba. Simplemente era la loba perfecta en su vida. Quizás no fuera la más hermosa y la más voluminosa pero tenía que reconocer que se estaba enamorado de ella, o no pensaría en tenerla en sus brazos a cada rato. Ahora la pregunta que lo atormentaba y que de esa noche no pasaba.

-Escuché que fuiste a ver a Catalina ¿Cómo te fue?-

-Si hubiera sacado alguna cualidad mía creo que nos entenderíamos mejor, pero es la viva imagen de su padre cuando joven- suspiró- Ni siquiera llegamos a la segunda palabra cuando tuve que gruñirle imponiéndome, está muy acostumbrada a salirse con la suya-

Últimamente se estaba volviendo una costumbre, ya que ella no iba a su cuarto, él ir al de ella y sentarse en su cama mientras ella recogía cosas de aquí para allá, limpiaba o simplemente se recostaba al borde de la cómoda Como ahora, mientras comía algo, en esta ocasión pasas que llevaba desde su mano hasta su boca, y todavía tenía un tazón lleno a su lado.

Hades no le gustaban, pensaba que eran demasiado dulces y él no era amante a la azúcar, no era nada buena para su metabolismo, si fuera carne la cosa fuera diferente.

-¿Crees que sea adecuado que asista a la boda? Puede hacer un escándalo-

-No sé, eres el alfa, decídelo tú- ella siguió masticando como si lo que hablaran fuera una conversación casual pero Hades notó la tensión en sus hombros.

-¿Estás nerviosa por lo de mañana?- le sonrió

Ella no le respondió, se había dado cuenta que no hablaba cuando quería evitar un comentario donde casi siempre la respuesta era positiva.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora