Después de la tormenta

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Decir que estaba molida era quedarse corta. Nebraska sentía que su cuerpo estaba más para allá que para acá. No era que le doliera algo. Cada músculo de su cuerpo estaba tan entumecido que el dolor apenas era perceptible. Aun así había una molestia pulsante en su nuca que no la dejaba descansar en calma. 

Pero molesta quizás no era la palabra adecuada. La sensación era...diferente. Además el calor que acariciaba su piel era totalmente relajante ayudados de los masajes a cada uno de sus miembros.

Abrió sus ojos lentamente aunque con dificultad. Su alrededor no estaba en penumbras. La luz de las velas le daba vida a su alrededor y aunque era de día, las gruesas cortinas oscuras no dejaban que la claridad del exterior entraran por las pequeñas ventanas del baño.

No se extrañó encontrarse dentro de una bañera con el agua humeante. Las grandes manos de su esposo recorrían su cuerpo de gelatina despertando sus nervios, mientras la mantenía recostada sobre su pecho. Sentir la respiración de él contra su oído le pareció agradable. No podía mentir. No había cambiado mucho las cosas entre ellos aparte de su unión y consumación de boda, pero todo se sentía diferente.

Tal vez era debido a su enlace, pero su cuerpo reclamaba con más fuerza estar al lado de su esposo. Tocarlo, besarlo, devorarlo, era algo que solo había imaginado levemente antes acostumbrándose a la idea del futuro, pero ahora que se estaban materializando esos sentimientos con tanta intensidad en vez de sentirse incómodos, parecía más correcto.

-¿Despertaste preciosa?- Hades se dio cuenta en cuanto ella abrió sus ojos debido al lazo.

Él era mucho mayor así que para él todo era más intenso. Saber cuándo ella abría sus ojos,percibir sus emociones en la mayor parte era algo natural para él. Ella tendría que crecer al menos 100 años más para saber que pensaba él. Por el momento tendría que seguir leyéndolo con su olfato como hasta el momento.

Nebraska después de oír la pregunta solo asintió con la cabeza y un sonido de su garganta. Estaba muy cansada como para hablar. Corrió su cabeza hacia un lado en cuanto Hades bajó la suya para dejar un beso en su cuello, cerca de la mordida, como si estuvieran sincronizados.

-Me alegra- él sonrió contra la piel- Estuviste durmiendo durante dos días. Me tenías preocupado, pensé que había sido muy brusco-

La omega frunció el ceño ligeramente. Dos días había estado durmiendo y aún estaba así. Giró un poco la cabeza y habló con esfuerzo, levantando su mano hasta la mejilla de él.

-No fuiste brusco- su voz salió ronca y pastosa- No tienes que preocuparte, estuviste muy bien y me cuidaste en todo momento. Esto es algo por lo que tengo que pasar-

Él tomó su mano y besó la palma.

-Aun así me hubiera gustado que hubieras estado más cómoda. Prometo compensártelo-

Nebraska sonrió ligeramente y se acomodó más en su pecho, sabía a lo que se refería. Podía quedarse otra vez dormida sino fuera porque él la sacó de la tina, la secó con una toalla y le puso un camisón grande y cómodo. En todo momento lo dejó hacer lo que quería con ella. 

No tenía ni fuerzas ni ganas para discutir y no se negaría a afirmar que le gustaba ser mimada tan minuciosamente. Quizás podría aprovecharse de eso y convertirlo en una costumbre. Estaba seguro que a ninguno de los dos se molestaría.

Hades la dejó nuevamente en la cama donde las sábanas habían sido cambiadas por gruesas colchas de pieles oscuras. Desde las ventanas apenas abiertas de su nueva habitación se dio cuenta que en los días que estaba durmiendo el clima había cambiado y comenzaba a nevar afuera. Ahora entendía la decoración de la habitación.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora