Al fin mía

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Abrió los ojos con la respiración atorada en su garganta. El techo se cernía sobre ella en una nebulosa clara que reconoció. Estaba en su habitación. Se incorporó con cuidado. Cada músculo de su cuerpo rugió y tuvo que morderse los labios para no gritar. 

¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido con sus cachorros? Lo último que recordaba era haber saltado contra alguien y todo negro después. Había una inmensa laguna mental desde haber oído las palabras de aquel lobo.

Aquel lobo. ¿Qué demonios se creía? Le hablaba como si ella fuera una mísera basura que no valía nada. Eso la había molestado, pero la gota que había colmado el límite era que intentaba poner sus dedos sobre sus hijos y eso no lo permitiría.

La rabia volvió a invadirla y tensó los brazos en respuesta causándole repetido dolor. 

-¿Ya estás despierta?-

El olor del alfa de aquel lugar la invadió. Denotaba decepción, molestia. Estaba intranquilo. Eso le pareció raro viniendo de un alfa como...él.

-¿Qué ocurrió?- se tocó la sien intentando recordar algo.

-Te convertirte en lobo- hizo una pequeña pausa- Y atacaste a Layan.

Nebraska abrió los ojos y los recuerdos la golpearon de momento.

-Suerte que colapsaste antes de destrozar su garganta. Tu cuerpo aún no está preparado para el estrés que conlleva la transformación- Hades estaba recostado contra una pared cercaba -Aunque tengo que reconocer que eres extremadamente rápida atacando a ese punto débil-

Nebraska no respondió. Eso era de las cosas que más su padre se había enfocado. Un ataque certero y preciso. No había margen para el error.

-Tengo que agregar que no fue la decisión más sabia- dejó su posición y se acercó hacia ella poniéndose delante con las pupilas dilatadas -El Consejo ha dado un veredicto-

La loba tragó saliva. El semblante de Hades estaba neutro, sin expresión y parecía tres tonos más claro de lo normal.

-Aceptaron tu petición de acoger el castigo de tus hijos, ellos quedaran exonerados y bajo mi tutela, pero aun así está la cuestión de asumir el lugar de reina de la manada siendo omega y la destrucción de ella a manos de tu esposo. Ellos decidieron que tu sentencia seria... -se demoró en decir las palabras, como si le costará secuelas- La muerte-

Nebraska apretó la sábana debajo de sus manos perdiendo todo color del rostro. No dijo nada, se lo esperaba desde el día que había tomado aquella posición, pero ahora, no era el momento para irse de este mundo, tenía muchas cosas que hacer.

-A pesar de intentar razonar con ellos, también formo parte del Consejo, lo único que me permitieron fue mantener la custodia de toda tu manada con la condición que si hay alguna inestabilidad ellos intervendrían- hablaba pausado mirando la coronilla de ella -En tu caso cuando quise objetar, ellos refutaron que una loba marcada no podía ser de otros, por lo que aunque te hiciera mi reina, perteneces a Rudoc y eso está en contra se las leyes- 

Un silencio doloroso invadió la habitación. Nebraska levantó la cabeza y el violeta de sus ojos brillaba intenso.

-¿Y si no estuviera marcada? ¿Qué ocurriría?-

Hades la miró e inclinó la cabeza, extrañado.

-Podría reclamarte como mi reina y eso te salvaría de todo castigo al ser yo el alfa de esta manada-

-¿Ese es el único camino?- ella le preguntó seria recibiendo una respuesta afirmativa por parte de él.

Nebraska cruzó los pies por el borde de la cama y se incorporó en el suelo olvidando todo dolor. Hades retrocedió dos pasos atrás dándole espacio. 

La loba se giró y agarrando el borde superior de la camisa grande que llevaba puesta cubriendo su desnudes la rasgo hasta la altura del pecho. Con su mano corrió el cabello suelto dejando a la vista del alfa su cuello perfectamente liso, sin ninguna cicatriz.

Hades se quedó petrificado al ver su nuca. No tenía marca de enlace, no había sido mordida. Rudoc no la había hecho suya, no tenían un lazo por el resto de sus vidas. El remolino de emociones que lo recorrió lo mareo.

-Si el único camino para seguir viva y estar con mis hijos es que me marques entonces hazlo- la voz de ella denotaba toda su determinación -No puedo morir todavía-

El juicio de Hades se fue a volar. Faltaban apenas días pocos días para su celo y aquella omega le enseñaba su cuello como un festín. No sabía lo que estaba haciendo. No articuló palabras. Se acercó a ella y la tomó por el hombro empuñándola contra la cama y recostándose sobre ella poniendo todo su peso sobre el más pequeño, inmovilizándola.

Miró la piel blanquecina y se lamió los labios. Sentía sus caninos aumentar centímetros y las ganas de morderla eran casi insoportable.

Bajo su rostro y lamió la piel en toda su extensión. Sabia deliciosa, suave. Volvió a hacerlo y se estremeció anticipando lo que pasaría. La excitación lo empezaba a recorrer y comenzó a jadear. Abrió la boca y acercó sus dientes pero antes de morderla la cordura volvió para hacerlo reaccionar. A pesar de estar quieta el pequeño cuerpo debajo de él no paraba de temblar y escondía su rostro entre las sábanas. 

Hades puso sus manos a cada lado de la cabeza de ella y se incorporó en sus brazos. Con su mano cerró la tela ocultando su cuello y dejó un pequeño beso, resultándole difícil apartarse y no terminar lo que iba a iniciar.

-No lo haré ahora- eso pareció detener un poco su temblor. No hay necesidad de apresurarse. Ahora que sé que no perteneces a Rudoc puedo tomarme el tiempo de hacer las cosas debidamente, no es adecuado que una reina sea marcada ante de su boda-

Nebraska despegó el rostro de las sábanas y la giró un poco.

El alfa  beso su sien con cuidado. 

-Hablaré con el Consejo, quédate aquí y descansa. Prepararé todo porque dentro de poco al fin serás mía-

Hades se incorporó y la dejó allí sola en aquella habitación. Y por primera vez desde que había salido de su celda Nebraska gritó de impotencia sobre la tela de la almohada y sollozó hasta que su garganta no pudo soltar un sonido más.

Permitir que la marcaran solo significaba una cosa, estar hatada por el reto de su vida.
Había salido de un cautiverio, solamente para entrar en otro. Pero ya no había vuelta atrás.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora