Siran se puso la camisa consiente que el día era joven y que aún tenía cosas que hacer, pero se iba satisfecho dejando a su mujer con una radiante sonrisa en la cama envuelta entre las sábanas y que se deleitaba con su figura a medio vestir.
-No te preocupes por apurarte, Hades está bien entretenido con su nueva adquisición. Hacía tiempo que no lo veía tan motivado-
El beta se peinó el cabello rubio hacia atrás quedando en la hermosa e inmaculada cascada hasta la nuca, que Sara adoraba despeinar solo para molestarlo.
-Podrías no mencionarme a esa loba, aún recuerdo cuando lo atacó-
-Tan rencoroso como siempre. Ella no tenía control de sí-
-Sara, no hablemos del tema, no quiero pasar el resto del día de mal humor-Siran tuvo que detener la almohada que fue dirigida hacia él.
-Pero que...-
La loba se había incorporado en la cama y lo llamaba con el dedo.
El suspiró y se acercó dejando que ella lo atrajera por la camisa y depositara un beso en sus labios.
-No repliques más lobo gruñón- sonrió contra su boca -O te castigaré-
-Eso me gustaría verlo- volvió a besarla dejándola sobre la cama y caminando hacia la puerta, si se quedaba allí no creo cumplir las tareas que le quedaban para todo el día, y de seguro su alfa le reñiría, después de todo, desviarse de su labor para satisfacer ciertas necesidades no era lo apropiado.
Sara se restregó contra la almohada de su lobo que aún permanecía a su lado y aspiró el olor de su esposo. Lo adoraba. Amaba cada parte de él y lucharía con uñas y garras si intentaran quitárselo. Los recuerdos de su pasado volvieron a su cabeza y sonrió. Había sufrido, pero al final había tenido frutos. Sólo espera que en el próximo celo pudiera tener cachorros, estaba segura que eso haría a Siran más flexible. Se puso boca arriba y cerró un momento sus ojos dejando que su mente se desplazara varios años atrás.
***Caminaba sobre la nieve, blanca, pura, fría, cruel y sin vida. El aire congelado penetraba cada célula de su cuerpo joven. Las tripas hacía mucho habían dejado de sonar al darse cuenta que el alimento era nulo.
Así era. Ahora estaba sola en aquel remoto lugar inhóspito.
La tarde de algunos días atrás, su padre le había propuesto salir a correr. Ella como siempre se había negado, su relación con el no era precisamente de rosas. Aunque a tanta insistencia de su madre no le quedó más remedio que acompañarlo. No sabía cuántos kilómetros habían sido pero al llegar al borde de un barranco su padre la había empujado y abandonado a su suerte.
Ahora estaba sola. Una loba con apenas su mayoría de edad, pequeña y desprotegida caminando sin rumbo.No supo cómo volver, su padre la había llevado a un lugar que no conocía y el rastro se había disuelto con la nieve. Estaba cansada y destrozada. Su familia había sido capaz de abandonarla sólo por no cumplir con sus expectativas. Se sentó en sus patas traseras y lamió las delanteras quitando los rastros de sangre de las heridas.
Soltó un gemido lastimero, otro. Quería estar en su casa, con su manada.
A lo lejos sintió las ramas romperse.
Sara retrocedió pegando su cuerpo al piso cuando entre los copos de nieve se visualizó un lobo inmenso de pelaje oscuro. Su primer pensamiento fue correr, escapar, pero sería inútil. Sería atrapada en segundos.
El lobo se acercó sin síntomas de agredirla, sus pasos eran lentos y cautelosos. Sara se giró boca arriba mostrando su cuello en total sumisión. El miedo que le infundió aquel animal vibraba en su sangre.
El can la miró desde arriba y restregó el morro entre su cuello oliéndola y dándose cuenta de lo cachorra que era. Incorporándose, se giró haciéndole seña con la cabeza de que lo siguiera.
Ella vaciló ante la acción pero el gruñido de él la hizo reaccionar y seguirlo. Llevarle la contraria equivaldría a la muerte y se sentía más a gusto con aquel extraño que incluso con sus padres.
Tal vez caminaron horas. Sus patas comenzaron a doler nuevamente y creía que se quedaría detrás. Sin embargo el guía se detenía y la esperaba hasta que ella volvía a estar cerca y retomaba la caminata.Tras varios kilómetros un pequeño campamento recubierto entre la saliente de una gran roca, con dos tiendas y una fogata, se visualizó y hacia allí se dirigieron.
Siran se detuvo de lo que estaba haciendo y no podía creer lo que sus ojos veían. Su alfa caminando hacia él con un lobo más pequeño detrás. Una hembra, una muy cachorra. El olor de la juventud que aún no alcanzaba su primer celo la rodeaba y él pudo sentirlo. Gruñó. Qué demonios hacía recogiendo a más individuos. Ya la manada era grande.
-¿Qué locura estás haciendo ahora?- le replicó a su alfa cuando llegaron.
Hades recobró su forma humana y se empezó a vestir sin hacerle mucho caso a su no tan joven beta.
-Cállate Siran le ordenó calmado cogiendo un conjunto de ropa extra y la puso delante de ella, arrodillándose. Era muy pequeña.
-Ponte esto, te daremos comida después. Soy Hades. Alfa de la manada de Plata, ahora estarás bajo mi protección. No tienes nada que temer-
Sara lo miró y la verdad se reflejaba en sus hermosos orbes. Movió la cola y comenzó a transformarse más lento de lo normal sintiendo sus huesos crujir y los ligamentos estirarse.
Su cuerpo apenas desarrollado, adolescente tembló ante el frío invernal y tomó las piezas de ropa poniéndoselas lo más rápido que pudo, al ser tan joven aun no era capaz de regular su temperatura corporal, a diferencia de un lobo adulto.-Demonios, Hades- aquella voz otra vez que regañaba a su salvador - A veces me pregunto qué pasa por tu mente, ser consentido y sobreprotector con los cachorros un día de estos te llevará a la tumba- el hombre alto, delgado pero con anchos hombros y cabello algo corto peinado refinadamente se detuvo a su lado y le dio una ojeada- ¿Y tú?- se dirigió a ella con apenas interés-¿Cuál es tu nombre?-
Sara se quedó muda de momento. Sus ojos brillaron y su corazón latió como hacía mucho no ocurría, y con una energía que no supo de donde salió, salto y se agarró al cuello del lobo bajo si mirada sorpresiva, rodeando su estrecha cintura con sus piernas.
-Tú-sonrió de oreja a oreja mostrando una hilera de dientes blancos-Tú serás el padre de mis hijos-
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Cautiva del Alfa #1.
WerewolfElla es una omega Pura y reina de su manada hasta que su esposo la destronó y encerró. Dos de sus hijos descubren la verdad y piden ayuda al alfa de la manada enemiga. Pero solo aceptará con una condición. Ella tiene que ser de él Y ella no volverá...