Nebraska intentaba enfocar la silueta del plato con pedazos de carne y fruta muy apetecibles, con desconfianza. Si algo había aprendido en los años que estuvo reclusa era que no debía aceptar comida a menos que supiera su procedencia. No habría sido una, las veces que habían drogado su cena para hacerla entrar en celo y forzarla a tener hijos. Como se dice, la tercera era la vencida y después de la segunda vez se había reusado a comer.
Ahí vinieron las inyecciones tan dolorosas que habían dejado marcas en su cuello. Cuando Rudoc quería algo, era difícil que no lo consiguiera.
-Tendremos que cortarlo- la voz de Sara a su espalda la sacó que sus pensamientos
-¿Qué?-
-Que habrá que cortarlo, tu cabello está muy enredado, no hay forma de peinarlo-
-Haz lo que quieras- le dijo sin tomarle importancia. Siempre lo había llevado algo largo, no porque lo cortaran se iba a deprimir, tenía cosas más importantes en mente.
Sintió a la chica salir de la habitación y después de unos minutos, volver.
La tijera cortaba mechón por mechón dejando caer al piso pedazos de hebras sin remedio. La cabeza de Nebraska se sintió más libera cuando el cabello le cayó a la altura de los hombros algo irregular.
-He cortado la peor parte, del resto me puedo ocupar después que termines el baño-
-Puedes dejarme un rato sola- la omega le pidió amablemente, necesitaba relajarse y con aquella mujer a su alrededor no creía que fuera posible, aun con todo lo servicial que era.
Sara vaciló, pero al final accedió
-Te daré un rato hasta que el agua empiece a enfriar- miró el plato de comida aun sin tocar- Y quiero eso vacío para cuando regrese-
Nebraska respiró cuando se quedó sola. Mojó su pelo y lo hecho para a tras recostando la cabeza en el borde de la bañera. El agua caliente si hacia maravillas. Se acarició las muñecas donde la piel ya recubría donde antes los grilletes la había desprendido. Su cuerpo se había recuperado más rápido de lo normal. Recordaba vagamente un sabor metálico con cada despertar, el sabor de la sangre. Alguien le estaba brindando el preciado líquido con el cual habían recuperado la mayoría de su fuerza.
Cerró sus ojos y se quedó allí sumida en la absoluta tranquilidad.
***
Unos dedos recorrieron su mejilla. Suaves y cálidos, que se desplazaron después hacia su clavícula y seguido su cuello. Repasaron la vena donde el pulso latía constante y volvía a subir hacia sus labios.
Nebraska abrió los ojos poco a poco para encontrarse con la silueta de cabello oscuro.
Hades había entrado hacía unos minutos y se había quedado admirando su nueva adquisición. Dormida profundamente con su rostro totalmente descubierto y el cuello a su merced.
Le había dado tanta sangre que su cuerpo la estaba reclamando de vuelta. Sus dientes picaron por morder aquella piel blanquecina y marcarla. Esa era la razón por la que no quería ninguna mujer cerca cuando su celo se acercaba. Las ganas de marcar y enlazarse eran tan fuertes que a veces era insoportable y el no quería cometer un error de poner a alguien incapaz en el puesto de gobernante. Pero para su sorpresa, la imagen de la omega lo atormentó desde que había dejado el cuarto y solo veinte minutos después había vuelto para encontrarla totalmente indefensa.
Las nebulosas de sus ojos se fijaron en él y aunque sabía que no podía verlo del todo, sus pupilas parecían más definidas en aquel torbellino violáceo.
-Quedarte dormida mientras te bañas no es una buena idea- el siguió acariciando la mejilla y el borde de sus labios. Ella no se movía.
Nebraska se quedó quieta a excepción de su brazo que se lo llevó a sus senos y los cubrió como pudo. Estar desnuda no era un problema, siendo lobos la ropa solo la usaban por costumbre no por necesidad, pero creyó conveniente no verse tan expuesta. Enderezó la cabeza y no le perdió la pista. Incluso con sus sentidos a medias podía oler el celo de aquel lobo rayando y eso la hizo temblar ligeramente. Sus experiencias no habían sido las mejores, referentes a ese tema.
Hades la dejó de tocar ante su reacción e intento aligerar la situación.
-No has comido nada- dijo al ver el plato de comida intacta. Ella solo giró la cabeza ignorándolo
El alfa cogió un pequeño arándano y lo llevó a sus labios tragándolo después.
-No tiene nada, puedes comerlo-
Nebraska siguió sin prestarle atención.
Hades de sentó en el borde de la bañera y suspiró. Se llevó su muñeca a la boca y la mordió dejando caer dos gotas de sangre en el agua. Se inclinó y se la ofreció cerca de su rostro.
-Bebe- le ordenó -Aun no te has recuperado-
Ahí lo supo. La sangre dentro de ella pertenecía a ese alfa. Ese ligero aroma dulce y atrayente que llamaba al de su interior, pero no, no cedería. Sabía que era por su bien, pero aceptar tan libremente solo la ataría más y ya tenía mucho por deberle, no quería otra cosa más. Ser tan dependiente no iba con su persona, incluso si fuera para salvar su propia vida.
-Puedes ser bastante terca- Hades giró un poco su cabeza al ver la indiferencia vacilante por parte de la loba. Eso lo molesto. El ahí intentando ser cortes como todo buen alfa y ella se daba el gusto de ignorarlo.
Suspiró pasándose la mano por el cabello quitándose los mechones del rostro inútilmente. Con su misma mano rodeó la que cubría sus senos y de un tirón la sentó en su regazo, pasando su brazo sobre sus muslos manteniéndola en su lugar.
Nebraska por instinto se pegó a él para no caerse y pudo sentir el calor bajo la ligera camisa que llevaba entreabierta. Su cuerpo entero de tenso y se sacudió cuando el cambio de temperatura la golpeó.
-Suéltame- susurró en el tono que estaba acostumbrada cuando quería que alguien le hiciera caso, neutro, frío, autoritario.
-Quieta- le ordenó con calma en respuesta. Hades era más fuerte y por ser alfa surtía más efecto en su naturaleza omega. Con una uña trazo una línea en el costado de su cuello, dejando que la sangre espesa corriera.
Agarró la nuca femenina y le llevó la cabeza allí, haciendo que sus labios estuvieran en contacto con el líquido rojo.
-Será mejor que bebas por las buenas- le advirtió- No quiero forzarte y tú la necesitas-
Nebraska sabía que luchar era en vano. Los fuertes brazos que la rodeaban podían quebrarla en cuestiones de segundos y además, estaba prácticamente a su merced sobre los duros muslos. Podía apreciar cada parte del cuerpo masculino amoldarse al suyo y tenía que admitir que era sumamente apetecible. El abdomen definido, la cintura estrecha, el amplio y desarrollado pecho, cada fibra se sus músculos reclamando el poder y su sumisión.
Muy a su pesar tomó el camino que le permitiría terminar con ese tormento. Abrió un poco sus labios y dejó que la sangre entrara hasta sus papilas gustativas. Sus uñas salieron y se encajaron en los hombros de él. Era caliente, deliciosa y sentía como cada célula de su cuerpo se regeneraba a su paso.
Aquel era el poder de la sangre de un alfa.
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Cautiva del Alfa #1.
Hombres LoboElla es una omega Pura y reina de su manada hasta que su esposo la destronó y encerró. Dos de sus hijos descubren la verdad y piden ayuda al alfa de la manada enemiga. Pero solo aceptará con una condición. Ella tiene que ser de él Y ella no volverá...