Un lobo para mis nervios

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Nebraska sobaba sus manos sobre su regazo. Las tenía incómodamente húmedas, el único signo que denotaba su nerviosismo. Era temprano y en su habitación había un enorme bullicio de las personas caminando de un lado a otro.

-Futura reina, ya es hora- su hombro fue tocado por una loba vestida simple y ella la siguió hacia el baño donde le hicieron entrar en una enorme tina de agua caliente.

Dos lobas más restregaron sus brazos con esponjas mientras otra lavaba su cabello de forma agradable. El aroma con que había sido perfumado el baño era ligeramente fuerte pero relajante y se impregnaba en su cuerpo.

Su piel fue secada minuciosamente y acostada en una camilla donde le dotaron de un masaje reparador que casi la deja dormida. No supo cuánto tiempo fue hasta que sacudieron su hombro.

-Nebraska, es hora de que te alimentes- Sara le sonrió.

El ritual antes de la boda consistía en un baño para limpiar todo su cuerpo, un masaje, alimentarla hasta reventar para guardar energía. Arreglo de sus uñas, cabello para por último ponerse el vestido y caminar hacia donde su futura pareja esperaría. La cual había pasado por el mismo proceso.

Conocía el ritual, había pasado por él en su primera boda. Recordaba que había estado nerviosa a morir pues no conocía a que se enfrentaba. Esta vez, aunque el nerviosismo se mantenía latente, increíblemente había emoción arremolinándose dentro de ella. No sabía si era por la estabilidad que encontrarían sus hijos como hijos adoptivos de Hades o por la seguridad que el mismo le brindaba a ella.

No importaba lo molesto que el pudiera estar, o la situación, ni una sola vez había olido hostilidad hacia su persona, más bien, en los últimos días el olía de forma distinta, una que despertaba en ella sentimientos que no sabía que habitaban en su interior.

Tal vez no tomado una mala decisión.

Se sentó delante de la mesa con tanta comida que ni todos sus hijos juntos podrían digerirla, pero tenía que esforzarse o no estaba segura de poder soportar la unión.

El enlace, aunque solo lo sabía por experiencia pues ella se había negado, era bastante violento, si había una palabra para describirlo, sobre todo para las lobas. Los machos aunque quisieran ser gentiles perdían parte de su raciocinio dejando su parte más salvaje, y era de esperarse pues sería la primera vez que tomaran a su pareja, o por lo menos así debía ser. De esta forma dejarían no solo su marca en la nuca sino impregnarían su olor en ella.

A las lobas no les quedaba más remedio que soportar esta parte manteniendo la calma, aun cuando el olor del macho las excitaba, no era suficiente para soportar la potencia del primer sexo solo comparado con el celo de los machos.

La mordida podía ser la parte más brutal. Las lobas tenía que ofrecerle la espalda y su nuca a su pareja mientras este entierra sus colmillos dejando una marca permanente. Por mucho que el lobo tuviera agentes anestésicos dolía como el infierno, junto al nudo después de alcanzar el orgasmo.

La media hora hasta la hora después, tanto por el vínculo como por el nudo era el más agotador para las hembras. Podía tener diferentes orgasmos azotadores que agitaban su cuerpo poco a poco mientras su sangre aceptaba los químicos de su pareja dejando visible la marca que cicatrizaría rápidamente. En esos momentos el macho debía acariciarla, besarla y tratarla lo más amablemente posible para que la experiencia no fuera tan traumática.

En resumen las segundas veces siempre era más fácil. Ambos cuerpos ya estaba acoplados y se aceptaban por lo que el dolor era palabra del ayer y el deseo se multiplicaba aún más, eso garantizaba que ambos podían ayudarse y encargarse del celo de cada uno.

Nebraska suspiró. Hades era grande, en todos los sentidos, incluso más que su anterior esposo. Pero su primera vez había sido tan traumática que aun podía recordar solo los fragmentos antes de perder el conocimiento por el constante y agresivo dolor. Rudoc no había hecho parte de lo acordado, nunca fue cariñoso físicamente y al no haberse enlazado, sus encuentros además de ser la mayoría violaciones eran sumamente desgastantes.

Esperaba que con Hades no fuera así. Él la tocaba de una forma suave que encendía cada fibra de su cuerpo mientras le decía palabras conmovedoras en el oído. El lobo era malditamente sexy, tenía que reconocer. Ahora quedaba que ver si era igual de buen amante en la cama.

Se mordió los labios. Realmente se estaba poniendo inquieta. No quería pasar por lo mismo de aquella vez aunque haciendo memoria, cuando Hades la había tocado, se había sentido en el cielo.

-Hola, llegue yo- la puerta de su cuarto se abrió de golpe dejando ver a un alfa pelirrojo que erizó el pescuezo de todas las lobas presentes menos la homenajeada, pero no se atrevieron a enfrentarlo.

-Layan- exclamó Nebraska y se levantó agarrándolo por la muñeca y atrayéndolo con ella hacia el baño, cerrando su puerta a su espalda. El único lugar donde podía hablar con él.

-Sara dame un minuto con él- le pidió a la loba por la rendija antes de desaparecer.

-Vaya, que intensa ¿Necesitas mi ayuda para desahogarte?- le preguntó con una sonrisa dejando a un lado una caja cubierta por cintas blancas y abriéndose el primer botón de su camisa de seda.

-Layan yo... -a pesar de que Hades no quería que se reuniera con él, de alguna forma sentía que podía confiar en este lobo por pura ironía.


Layan sonrió y se recostó a la pared detrás de él.

-Estas nerviosa, se te ve aunque lo quieras disimular-

Ella bajó la mirada y eso lo impresionó, cuando había estado en su mansión ella nunca había  cedido pero ahora parecía indefensa.

-No te preocupes- se acercó y le puso una mano sobre su cabeza.

-Hades es demasiado bueno como para hacerte daño. Confía en él, si quisiera haberte forzado lo hubiera hecho hace tiempo-

Para que él dijera eso, tenía que ser verdad. También conocía a su futura pareja desde hacía muchos años por lo que no podía equivocarse.

-Gracias Layan- soltó un profundo suspiro -Creo que ahora podré hacerlo-

-Claro preciosa, pero avísame con tiempo si no te casas con Hades para volver a raptarte, a Leila le gustara tener a alguien con quien hablar-

-Leila- levantó la cabeza -¿Cómo esta ella?-

El rostro del lobo se iluminó.

-Muy bien, recuperándose lentamente, aun no puedo revelar que está viva aunque estoy deseando poder salir a correr a su lado-

-Me alegro- Nebraska sonrió relajada. Ese lobo si, si podía considerarlo su amigo.

-Ahora abre esto, es para ti, ya que no te casarás conmigo, al menos usa esto, lo mandé a confeccionar especialmente para ti. Seguro que Hades se removerá de los celos cuando te vea con algo tan lustroso como esto y que te lo di yo- le guiñó el ojo -Te puedo asegurar que es mejor que cualquiera usado por alguna reina anterior-

-Layan- ella alzó una ceja.

-No me mires así, yo le dije a la protegida de tu alfa que yo sería el encargado del vestido, no podría fallar a mi palabra, espero que sea de tu agrado-

Al abrir la puerta encontró a las lobas tensas en la habitación que la miraron extrañadas cuando su futura reina salió con una expresión menos tensa que antes y Layan abriendo la caja que traía mostrando un vestido de color rojo con diferentes encajes plateados.

Nebraska cogió las manos de Sara entre las suyas.

-Ahora estoy bien, Sara- sonrió segura- Hagamos esto-


Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora