El ojo de la tormenta

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A Hades solo le dio tiempo a levantar la cabeza en dirección a su beta antes de sonreír ocultando cualquier expresión que pudiera asustar a la niña. Catalina era la menor de los cinco hermanos tanto en edad como en cuerpo, apenas le llegaba a él a la cadera pero sus ojos no mostraban la inocencia infantil de una cachorra de su edad.

-¿Y por qué no puedo casarme con tu madre?-

-Porque ella no puede ser reina- la voz de la niña salió aguda e indignada.

Los dos machos se miraron incrédulos.

-Eso no lo decides tu pequeña- Hades se incorporó, a pesar de hablar con una cachorra, que parecía tener unas leyes bastante idas de las manos – Yo soy el alfa de esta manada y decidí que ella será mi esposa, además hay otros asuntos más complicados inmiscuidos de los que tu mentecita comprendería-

La vio fruncir el ceño y mirarlo con ¿odio?

-Ella no puede ser reina- volvió a repetir con los labios apretados –Yo soy la que seré reina, papá me lo prometió-

Hades enarcó una ceja y suspiró.

-Catalina, las cosas que haya dicho tu padre ahora no son válidas y no deberías hablar así de tu madre, ella ha hecho bastante por ustedes mientras tu querido padre la abusaba constantemente-

-Si se lo hizo por algo será- 

-Catalina- Hades levantó la voz y hasta la nuca de Siran se erizó, el alfa estaba molesto- cuida tus palabras cuando te refieras a tu madre, no toleraré falta de respeto por parte de nadie y menos de sus hijos-

La niña apretó los puños y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras murmuraba en voz baja pero los lobos pudieron escucharla.

-Él me lo prometió, él me lo prometió, porque tuvo que aparecer ella para romper todos los planes-

Siran iba a intervenir pero la niña solo dio la vuelta y salió corriendo.

-Déjala- expresó Hades en un tono no muy agradable- solo es una perreta, necesitará algunos correctivos, hablaré después con sus hermanos-

El beta inclinó la cabeza.

-Necesita algo más-

-Solo estar solo un rato, estoy agotado-

-Como desee- Siran cerró la puerta suavemente y apretó los labios. Presentía que venía una tormenta y el ojo tenía nombre.

***

Nebraska tocó con los nudillos la puerta del cuarto de Rodrigo. Pasaron tortuosos minutos pero esperó hasta que esta se abrió. El lobo tenía una expresión tranquila, como si hubiera estado meditando sobre muchos asuntos.

-Qué bueno que respondiste- Leoxi que estaba junto a la loba, pasó por el lado de la omega y agarró la muñeca de su hijo y lo sacó del cuarto- Tú vienes con nosotros- 

Rodrigo gruñó en respuesta y el hermano del alfa solo lo miró de reojo.

-No querrás hacer un espectáculo delante de tu madre, porque no me tocarías ni un cabello-

El menor mantuvo su mirada por unos segundos para después retirarla rindiéndose. Alan inclinó su cuello extrañado, no era normal ver a su hermano mayor tan pasivo y callado, que había ocurrido para que cambiara tan drásticamente.

Leoxi los guió por la mansión hasta un jardín trasero demasiado amplio y ricamente decorado tanto con esculturas talladas como por diversidad de plantas de flores silvestres.

-Mi hermano es un perfeccionista, así que cuando mandé a decorar este lugar tuve que estudiar durante dos meses para que todo quedara extravagante, así se volvería loco con tantos ornamentos y no lo criticaría- explicó el mayor a Nebraska, Alan, Noa y Rodrigo, al escuchar sus exclamaciones.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora