Epílogo

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-AHHHHHHHH- un grito resonó en toda la mansión poniendo de punta el pelo de todos los lobos que estaban dentro.

Nebraska había hecho todo lo posible por aguantar los gritos en su boca pero este último fue imposible haciéndole perder toda su fuerza y caer en la cama con el cuerpo bañado en sudor. Jadeando fuertemente mientras un llanto llegaba a sus oídos. Sara corrió y pasó un paño seco por su frente y cuello en un intento de refrescarlo.

La omega había tenido cinco partos antes y un aborto pero ninguno tan difícil como este. El embarazo no lo había pasado mal. Los meses había trascurrido tranquilamente mientras veía su panza crecer, oía a su esposo pelear porque ella quería hacer cosas y él no la dejaba y sus hijos se fajaban con su padre para hacer un horario para compartir con su madre, alegando que la acaparaba para él solo, cosa que no era verdad.

La mansión de había vuelto literal un campo de batalla y había momentos que para tener un tiempo de tranquilidad ella se colaba en el cuarto de Sara o en el de Leoxi ocultándose de su esposo e hijos. El beta y el Comandante se apiadaban de la omega y la dejaban allí sin importarle si tenían que dormir en otro lado, o mentirle a su alfa. La estaban sofocando y Nebraska necesitaba espacio.

Layan había amenazado con llevársela si seguían molestándola pero eso solo había avivado las llamas, por lo que había sido peor el remedio que la enfermedad. Ahora todos esos lobos esperaban impacientes del otro lado de la puerta mientras ella acababa de dar a luz.

Cesar se acercó y se sentó en el borde de la cama con una pequeña criatura en sus brazos cubierta por sábanas limpias y se la puso al lado de Nebraska para que la viera. La omega estaba sumamente débil por lo que solo pudo girar el rostro sonriendo levemente y acercar su mano para tocar la carita. La niña tenía grandes ojos plateados que estaban abiertos y agarró con fuerza el dedo de su madre llevándolo a su boca y sonriendo mientras pataleaba.

-Es hermosa- Sara tenía lágrimas en sus ojos.

-Sí, es hermosa- Nebraska estaba en igual estado. Su hija era fuerte, sana, preciosa.

Había sentido que cuando había salido todo el poder que había ganado con la sangre de los alfas se había ido con ella quedándose flácida y débil. Se mejoraría, pero se preocupaba que su hija no pudiera lidiar con ese poder. Pero por el momento todo parecía tranquilo. César comprobó el pulso de Nebraska y parte de su cuerpo.

-Mi reina, necesita descansar, debe estar muy agotada, estuvo casi todo el día para dar a luz- el lobo fruncía el ceño –No se preocupe, su hija está en buenas manos y cuando abra los ojos estará a su lado- la reconfortó sabiendo de los miedos oculto de la omega.

Las palabras surtieron efecto inmediato y aunque en su interior todavía se negaba a dormir sus ojos se cerraron y quedó sumida en la total inconciencia. César suspiró y le pidió a Sara y a las otras lobas que ayudaran a limpiarla y cambiar las sábanas para cuando despertara. Tomó a la cachorra entre sus brazos y caminó hacia la puerta. Había murmullos afuera así que sabía que se formaría un jaleo tremendo pero el rostro sonriente de la niña por alguna razón le quitó las inseguridades.

Abrió la puerta y efectivamente toda la familia incluyendo al beta de la manada y el alfa pelirrojo, estaban dispersos esperando las noticias finales. Al verlo aparecer con un bulto entre sus brazos se acercaron. Hades fue el primero en estar frente a él seguido por los cuatro cachorros, Leoxi, Siran, Celesia con Saisen y por último Layan que se quedó mirando desde lejos.

Tenía miedo de acercarse. Todavía recordaba la sensación que había tenido con la cachorra y como cada noche sus palabras resonaban en su mente, despertando lleno de sudor en mitad de la noche. Aun así no podía corresponder esos sentimientos. Tenía una moral. No tomaría a la hija solo porque no había logrado a la madre. Le podían decir muchas cosas pero respetaba ese patrón aun si los lobos, con todas sus leyes dejaran pasar ciertas cosas.

Hades se quedó mudo ante la belleza que cargó en sus brazos. Era una Nebraska miniatura, con labios rosaditos, naricita desafiante, pero no había duda que sus orbes eran de él. Bajó un poco los brazos para que los cachorros Noa y Alan la vieran de cerca, mientras detrás de ellos Nicolás sonreía conmovido y Rodrigo vacilaba si era correcto tocarla. Solo después que Hades insistió el sobó la gorda mejilla y una lagrimas corrió por la suya. Nico al ver esto sacudió la cabeza de su hermano y se alejó antes de que este protestara. Había sido difícil pero ambos trabajaban en su relación.

Leoxi palmeaba la espalda de su hermano contento de tener una sobrina mientras Celesia se hacía de la niña y regañaba a Saisen por querer jugar con ella, pero el lobo era muy tosco. Siran mordía su uña sabiendo en lo que tenía que trabajar con su esposa más adelante. Nunca pensó que un cachorro podía ser tan adorable. Por último la cachorra terminó en los brazos de Layan una vez que Celesia regañó a Hades que a él había que agradecerle el milagro pues Layan había ayudado mucho a Nebraska.

El lobo primero vaciló pero terminó con la beba junto a él. En cuanto hizo contacto  la presencia de ella se desplazó hacia su interior como aquella vez y tuvo poner una barrera utilizando todas sus fuerzas. Ella era implacable aun si solo acababa de nacer.

-No puedes hacer eso- le susurró –Cuando seas más grande hablaremos-

Por el momento él no podía hacer nada. La lobita era muy pequeña y no comprendería pero cuando tuviera la edad necesaria la rechazaría apropiadamente para que ella pudiera buscar a alguien que realmente la mereciera. Él no era ese lobo, no quería que ella se viera siendo el remplazo de su madre. Inmediatamente la presencia se retrajo de su cuerpo y Priscila comenzó a llorar con fuerza teniendo Hades que tomarla entre sus brazos pero sin lograr que parara el llanto.

-Alfa, adentro, llévela junto a su madre- ordenó César.

Nadie comprendió que había pasado pero en cuanto estuvo cerca de una dormida Nebraska la beba soltó dos leves sollozos y se tranquilizó agarrando con sus dedos uno de los mechones ahora recordados de su madre y quedándose quieta hasta que se durmió. Hades pasó la punta de sus dedos por el rostro cansado de su esposa y terminó acomodando a la bebé para anunciar que todo estaba bien a los que se habían quedado afuera.

***

Horas más tarde Hades acomodaba la ropa para que su esposa se cambiara mientras sus cuatro cachorros rodeaban a su madre que hablaba con ellos mientras amamantaba a su quinta cachorra. Era conmovedor ver aquello y se dio cuenta que necesitaría comprar una cama más grande. Una vez que ellos se fueron después de despedirse Hades tomó a Priscila en sus brazos para que Nebraska descansara y la puso en su camita jugando con sus dedos hasta que esta cerró los ojitos.

Se acercó y se sentó junto a su esposa para besarle la frente.

-¿Estás feliz?- le preguntó ella.

-Como nunca en mi vida, tengo cinco cachorros intranquilos que cuidar y una esposa complicada que educar- bromeó recibiendo un empujón –Pero si, no cambaría nada de lo que tengo ahora-

Nebraska puso una mano en su nuca y lo atrajo besándolo.

-Abrázame- le pidió –Como si no hubiera un mañana-

-Por siempre, mi loba-

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Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora