Alguien me espera

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Nebraska avanzó por el pasillo. Agradecía su buena memoria, algo que se había desarrollado, aún más por su falta de vista, así que encontrar el lugar a donde se dirigía era cuestión de tiempo. A su espalda oyó los pasos de Layan y poco después de Hades que al parecer se había vestido pues el sonido de la tela sobre su piel estaba vigente.

Aún se sorprendía con ella misma al ser capaz de tratar con dos alfas, y no dos alfas cualquieras, dos que le sacaban tantos años que no se atrevía a recordarlos. Cuando se había juntado con Rudoc la situación la había podido controlar hasta un punto, pero el pico de la cumbre había sido al estar tanto tiempo encerrada. Tantos años cautiva la habían cambiado tanto que ella misma se asustaba. Ahora ya no tenía el miedo y la indecisión que ocultaba tras su rostro serio. Ahora tenía una familia que cuidar y por la que no dudaría poner sus manos al fuego. 

Se detuvo delante de la enorme puerta y respiró profundo. Esperaba no estar equivocada. Esperó que Layan estuviera a su lado.

-No sé qué corre por tu mente pero espero tener buenas noticias- 

-Ábrela, confía en mí, nunca fallo a mi palabra, además tengo alguien que me está esperando- señaló con la cabeza sobre su hombro al lobo que parecía esta vez más pálido pero se mantenía firme.

Layan abrió la puerta y Hades frunció el ceño al percibir el olor que provenía de su interior. Se acercó a Nebraska y agarrándola del brazo la atrajo hacia él, hasta que su espalda tocó su pecho.

-No entrarás ahí, es peligroso- su brazo envolvió la pequeña cintura protectoramente.

Layan no dijo nada, solo esperó. Al perecer la única que podía dominar al otro alfa estaba entre sus propias manos, así que esperaría a que ella hiciera su magia.

Nebraska acarició el brazo que la aprisionaba desde el codo hasta la muñeca con delicadeza recorriendo cada vena y tendón que se marcaba por la tensión hasta llegar a sus dedos.

-Hades, estaré bien, ya estuve ahí adentro y no me ocurrió nada- mintió descaradamente- Solo será un momento-

-No- su voz retumbó en el pecho – lo que está ahí adentro es letal, no te dejaré someterte a ese peligro-

Nebraska alzó la cabeza hacia atrás descansándola sobre su pecho y estiró su palma hasta la mejilla de él. El lobo la miró con los ojos entrecerrados llenos de preocupación. Aunque no lo dijera, tenía miedo de que algo le ocurriera.

-¿Acaso soy tan débil alfa?- hablaba despacio y con calma –Me elegiste para que fuera tu reina por una razón, si no hago esto, si no cumplo con mi palabra, como podré mirarte a la cara-

-No tienes que demostrarme nada, ya eres lo bastante fuerte para mí y mi manada-

Ella sonrió acariciando con su dedo el labio inferior de él, algo que descubrió que le gustaba, a pesar de estar reseco por los días del celo, aún se sentían agradables bajo su tacto.

-No lo suficiente-

El brazo que la sostenía tembló y cerrando los ojos Hades la liberó, rindiéndose. Se había percatado, hacía mucho que aunque el fuera el alfa, estaba perdiendo contra ella, y su celo había sido el detonante para darse cuenta de ello, al estar sus emociones a flor de piel. Cuando volvieran se encargaría de demostrarle cuanto le importaba.

Nebraska se separó de él y asintió a Layan que había admirado la escena con algo de envidia, para que la dejara pasar.

-Ustedes quédense aquí afuera- los lobos se tensaron y abrieron la boca para reclamar –Si están allá puede alterarse y yo necesito concentrarme, además- señaló con el dedo a su pareja- no creo que Leila se acerque con él vigilando cada paso que doy-

Y terminando que decir eso entró. Solo los escuchó hablar entre ellos antes de que puerta se cerrara.

-¿Leila, dijo Leila? Acaso ella no...-

-Es una larga historia- Layan le respondió cansado.

Nebraska caminó por el cuarto esta vez totalmente oscuro. No era que necesitara luz, así era mejor, las diferentes neblinas solo la estorbaban. Agudizó su oído hasta que la oyó. La loba incorporándose después de haberla escuchado. Esta vez no parecía tan agresiva como antes, estaba más calmada, aun así, la omega presintió la locura dentro de ella.

Avanzó algunos pasos. Dejó salir dos de sus garras y se hirió el brazo profundamente asegurándose de que la sangre brotara en grandes cantidades. No se movió cuando hoyó a la bestia correr hacia ella empujarla contra el piso y enterrar sus colmillos en su brazo herido. Eso era lo que quería.

Nebraska tragó un gemido de dolor y solo se quedó sentada en el suelo mientras su sangre era consumida. La puerta se abrió de golpe dejando entrar a los lodos que se habían alarmado ante el estruendoso sonido y se erizaron con la imagen.

-No se acerquen- ella ordenó sin girar la cabeza. Su atención solo estaba puesta en su atacante y como este iba disminuyendo su fuerza poco a poco al igual que la succión. 

-Nebraska- Hades la llamó dispuesto a convertirse para ir en su búsqueda pero ella negó con la cabeza.

-Ya casi, no interfieran- su voz sonaba complacida y sonrió cuando los dientes soltaron su brazo y la cabeza del animal calló inerte sobre su regazo. 

Nebraska soltó un sonoro suspiro y con su mano sana acarició la cabeza de la loba hablando en voz baja utilizando su habilidad con más facilidad. Poco a poco el cuerpo peludo fue perdiendo todo rastro de pelaje, sus extremidades se volvieron más largas y su rostro se retrajo dejando ver las fracciones de una chica joven y delgada. Lo había logrado, había traído de regreso a Leila y su sangre había sido el conducto para ello. Algo nuevo que descubría de ella misma.

Layan corrió a su lado y levantó a la chica de sobre ella y la acunó en sus brazos.

-Leila, Leila- la llamó sin respuesta, pero después de verificar su pulso respiró tranquilo y la abrazó. Sin poder contenerlo, dos lágrimas cruzaron su rostro- Gracias- su voz salió temblorosa sin perder el atisbo de alegría- Gracias-

Nebraska sonrió imaginándose la imagen cuando dos manos la agarraron de la cintura y la apretaron contra un cuerpo sólido. Hades no hablaba pero su olor le dio a entender a Nebraska que estaba preocupado, molesto y aliviado en partes iguales. Se separó y se quitó la camisa que llevaba para enrollarla en su mano y la volvió a abrazar enterrando su rostro en su cuello. 

Todo su cuerpo temblaba ligeramente. Ella alzó los brazos y los pasó a lo largo de su espalda y tuvo que contener un gemido. A pesar de la situación su cuerpo reaccionó al tacto recíproco intensificando sus emociones. Se sintió delicioso rodear aquel cuerpo sólido y que a pesar de lo frío de su piel le proporcionaba calidez. No le importó que alguien más estuviera ahí, acarició cada músculo desde su nuca hasta la estrecha cintura donde no podía avanzar más por el borde del pantalón. 

Olió la piel de su pecho donde su rostro estaba enterrado y de pronto de detuvo. Los latidos del corazón de Hades se habían vuelto más débiles y ya su cuerpo no se movía, eso la hizo salir de toda nebulosa.

-¿Hades?- lo llamó sin obtener respuesta- Hades- lo llamó con más fuerza incluso alarmando a Layan.

Pero el alfa no respondió. Su cuerpo se desplazó de los brazos de Nebraska hasta caer en el suelo, inconsciente.


Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora