Cautiva del Alfa #1.

Sigues siendo deliciosa

La nieve volvía a caer terminando sobre la piel desprovista de Nebraska estremeciéndola. A esa altura sus huellas debían estar ocultas ya por la densa capa blanca. A su alrededor el paisaje era irregular, había zonasdonde no había señales de vida y de un lado a otro podrías encontrar arbusto o formaciones de piedra. A su espalda uno de los lobo la empujaba cuando ella aminoraba el paso.

Había intentado utilizar alguno de sus trucos intentando entrar en sus mentes, pero no entendía por qué razón no funcionaba. La mirada de aquellos lobos estaba perdida y por mucho que ella intentara tranquilizarlos nada funcionaba.

Rudoc encabezaba el grupo con Catalina enrollada en su brazo con una enorme sonrisa. Liam iba por detrás de ellos pisando de forma tranquila y confiada. Nebraska lo fulminaba con la mirada. No comprendía como era que podía controlarlos. Se había roto la cabeza pero era algo que no entraba en su cabeza.

Ella conocía esa habilidad. Incluso si aumentaba sus esfuerzos en unos cuantos años ella podría llegar al nivel de controlar a alguien parcial o totalmente, pero eso era porque su genética era omega. Pero con Liam no había rastros de que también lo fuera. Su olor de lobo ordinario, sin genes sobresalientes como Hades, Siran o ella misma.

Pensar en aquello le hacía sentir más mareos de los que ya tenía. Le había dado demasiada sangre a César y su cuerpo aún la estaba restaurando.

Se detuvieron nuevamente y ella suspiró de alivio. Sus piernas estaban entumecidas al igual que sus manos atadas. Vio como Rudoc sacudía a Catalina de su brazo y se giraba hacia ella mirándolo. Conocía esos ojos. Eran los mismos que cuando bajaba a la celda y la violaba. Un escalofrío pasó por todo su cuerpo y se tensó. 

El lobo a su espalda, la sostuvo por los hombros enterrando los dedos en la piel manteniéndola quieta. Como si ella tuviera ganas de escapar en ese momento. No se iría sin el antídoto para sus seres queridos.

El alfa caminó en dirección a ella. Liam lo interceptó pero un gruñido viniendo le hizo correrse nuevamente a un lado y bajar la cabeza. Catalina corrió hacia su padre con una réplica saliendo de sus labios que fue silenciada al recibir un golpe en la mejilla que la dejó tirada junto a Liam.

-No dejes que me siga, sé obediente- le ordenó al antiguo beta con voz autoritaria.

La respiración de Nebraska se contuvo en sus pulmones cuando el rostro de Rudoc apareció en su ángulo de visión. Tragó en seco. Aun así mantenía el ceño fruncido sin demostrarle miedo. No le tenía miedo específicamente a él, sino a lo que él era capaz de hacerle.

Rudoc sonrió levemente admirando el rostro de la loba que tenía que reconocer, lo enloquecía. 

Era hermosa, incluso más que todas las amantes que habái tenido antes. Tantas veces que había ido a verla después de no quedar satisfecho y con ella podía venirse tantas veces como quisiera. Y ahora la volvía a tener solo para él. La marcaría y volverían a ser una pareja como debía ser. Aunque la tuviera encadenada todo el tiempo a su cama. Se lamió los labios de solo pensarlo se excitaba más de lo que ya estaba.

Nebraska respiró profundo detectando el estado del lobo y miles de imágenes desagradables de cruzaron por la mente. Pero no pudo enfocarlas más sus pensamientos cuando un fuerte dolor se estampó en su estómago desplazándose a lo largo de su cuerpo debilitándola. Miró hacia abajo y vio el puño de Rudoc contra su abdomen, el muy desgraciado.

Sus rodillas se debilitaron y cayó hacia adelante jadeando . El alfa la agarró y la puso sobre su hombro como si no pesada nada. En aquella posición, su cabeza colgando al revés y le dio náuseas.

Pudo oír los reclamos de Catalina a su espalda mientras este caminaba hacia algún lugar no tan apartado del grupo pero si reservado. Su cuerpo fue tomado por la cintura y arrojado nuevamente contra la nieve cayendo boca arriba. Sus brazos se lastimaron aún más bajo su propio peso.