Cautiva del Alfa #1.

Yo te protegeré

Saisen caminaba con su brazo sobre los hombros de uno de sus gemelos, Leoxi. El lobo se parecía más a su mamá, que a él. Más bien sus dos hijos tenían el carácter de la madre. Ninguno había sacado su temperamento juguetón. Tal vez fue porque sus primeros cinco años se habían criado solos con ella, hasta que él los encontró de casualidad. Sino hubiera pasado ese día, no tuviera a sus adoradas bendiciones con él.

Su esposa Celesia, era la loba más fuerte que había conocido, lo había entrenado y enseñado casi el 90% de todo lo que sabía. En tiempos de guerra habían terminado incluso y siendo ambos enemigos de fracciones diferentes. Pero ella fue capaz de proteger a sus cachorros de todo daño. La amaba y respetaba por eso, más de lo que la loba se imaginaba.

Ambos dos se encontraron con su madre y hermano conversando delante de la puerta de su cuarto. Por el aspecto de la piel en cicatrización del alfa, sobr todo del cuello, se dieron cuenta que había tenido un momento demasiado intenso. las marcas de su espalda eran todavía muy visibles.

-Alfa, ma, la manada ha sido evacuada con éxito- Leoxi les dijo de forma educada.

-Gracias hermano- Hades sintió alivio sabiendo que podía confiar plenamente en él.

-Pero tenemos un problema- Saisen se acercó a su esposa –Hay cuatro cachorros rebelde que no se irán allá abajo hasta que su madre esté junto a ellos y a salvo-

Hades suspiró, sabía que no todo podía ser tan fácil. Si ellos eran hijos de Nebraska, estaba claro que se opondrían a irse sin su madre. Tendría que ponerse duro con ellos. Ya después buscaría como ganárselos nuevamente. Sobre todo a los dos mayores que eran los más tercos y difíciles de tratar.

Nebraska en el interior del cuarto escuchaba todo. Su oído era tan agudo que comenzaba a ser molesto. Las palabras de aquellos cuatro lobos eran dichas como si fuera a su lado. Abrió los ojos y se incorporó en la cama. Sentía que su cuerpo estaba lleno de vida. Como nunca antes. 

Su sangre corría con fuerza dentro de ella y el cansancio era cosa del pasado. Miró a su alrededor y se tuvo que correr el cabello hacia atrás y se percató de algo nuevo. Este había crecido y mucho. Llegándole por debajo de la cadera. Tan espeso y brillante que resultaba hermoso. Al parecer la sangre de aquellos alfas no solo había aumentado su poder sino revitalizando todo su cuerpo.

La mención de sus hijos le hizo mirar para la puerta. Levantándose de la cama se puso un conjunto de ropa adecuada con una rapidez que la sorprendió. Se sentía ligera, poderosa. Sonrió, era una buena sensación. Se giró hacia la puerta y la abrió viendo como los cuatro lobos seguían hablando pero le prestaron atención en cuanto se percataron de su presencia.

Hades estuvo rápidamente a su lado levantando la mano hacia su cuello, impresionado por como ella se veía.

-¿Nebraska, qué pasó en los minutos que te dejé sola?-

Ella le sonrió levemente y se puso de puntillas dejándole un beso en la mejilla. Después miró a los otros tres.

-Celesia, Saisen- hizo una leve inclinación de la cabeza, aunque era reina y su estatus estaba por encima de ellos, aun le debía respeto tanto por juventud como por ser sus suegros.

-Te vez hermosa- Celesia inclinó la cabeza –Y poderosa- una sonrisa algo sádica salió de sus labios –Cuando todo esto se soluciones me gustaría pelear contigo, quisiera comprobar tus habilidades-

-Te recomiendo que no lo hagas- Saisen la interrumpió recibiendo un gruñido por parte de su esposa y se apartó de ella consecuentemente- Hades, que no lo hagas sino quieres quedarte viudo, sabes cómo es tu madre-

El comentario podría sacarles una sonrisa si el momento no fuera tan tenso. Nebraska se acercó a Leoxi.

-Llévame a ver a mis cachorros- fue lo único que le pidió.