Juicio

54K 5.2K 260
                                    

Nebraska parecía caminar a su juicio y literalmente lo hacía. Sara a su lado la dirigía por una se las tantas alas de la mansión que no conocía. Parecía más nerviosa que ella misma. 

-Cálmate Nebraska, tu tranquila- sus manos estaban sudadas y temblaban ligeramente, ese no era buen indicio.

Se detuvieron delante de una inmensa puerta de roble con incrustaciones de metal y cobre. El sonido de esta abriéndose erizó la piel de ambas lobas. Hades apareció con un semblante serio y tenso, hasta que cambio al ver a la omega.

Su delgado cuerpo ya con sus debidas curvas recuperadas enfundado en aquel vestido plateado le quedaba hermoso. Su rostro parecía más joven pero no perdía seriedad debido al peinado que mantenía sus mechones recogidos elegantemente. 

Las ojeras que antes la maquillaban habían desaparecido y sus labios parecían apetecibles. Se tragó la lengua recordando cuando le había dicho que no era hermosa. No es que fuera la mayor belleza del mundo, pero sus cualidades resaltaban por si solas haciéndola deseable.

Tragó duro y cerró los ojos recuperando el control evitando querer abrazarla allí mismo. Ahora no era el momento.

-Sara, gracias, puedes volver- nadie podía entrar a la sala del consejo aparte de los miembros oficiales y las personas invitadas. Hacerlo era una violación, incluso si era para una emergencia. Aquel lugar estaba bendecido por las decenas de generaciones lobunas y profanarlo era penado con severidad.

El alfa puso la mano en la espalda baja de ella sintiendo varios nudos que acarició con disimulo intentando tranquilizarla, sintiendo el calor de su cuerpo a través de la tela, y la dirigió hasta el centro de la habitación demasiado espaciosa para los presentes. Le indicó su asiento y ella correspondió con la espalda aun tiesa.

El círculo de sillas muy ostentosas donde Nebraska se encontraba estaba compuesto por 7, en cada una sentado un lobo. Hades se hallaba en la de al lado de ella y eso, en cierta medida, muy ínfima le daba alivio, sabía cómo defenderse pero no de tantos lobos. La luz era tenue, tal vez para ellos no era problema, sabía que esa era una forma de intimidar, para ella si era un problema, necesitaba la mayor cantidad de luz posible si quería definir algo. Eso la ponía más en desventaja todavía. Solo le quedaba mantenerse firme y no quebrarse, eso le podía costar la vida.

-Así que esta es la omega que estuvo dirigiendo la manada gris antes que Rudoc hiciera de las suyas- una voz retumbó en las paredes y la hizo erizarse, para eso era el vestido, para no dar indicios de debilidad -Si mal no recuerdo Nebraska-

Hades apretó el reposamanos de su silla. El tono empleado no era el más confiable.
Layan Steimer, un lobo con 130 años más que él y la fortaleza suficiente para hacerle frente y hacerlo sudar. Se conocía desde mucho antes, reconocía su fuerza más no aceptaba sus métodos. Desde hacía unos años el lobo había cambiado y odiaba todo menos así mismo, la muerte de su hermana lo había tachado muy profundo y los demás pagaban las consecuencias. Solo esperaba que esta vez no pusiera las cosas de color negro, algo de lo que estaba seguro haría.

-Empieza a hablar, tienes mucho que explicar, conoces las leyes, espero una respuesta concisa- el hombre grande, de piel clara y cabello rojizo volvió a hablar acariciándose la barbilla. Si Nebraska pudiera verlo sabría que la acusaba con sus dos oscuros orbes azules.

-Después de la muerte del último alfa- empezó a hablar con la cabeza en alto sin enfocar nada, mi padre asumió el mandato hasta su fallecimiento. Algunos de ellos me pidieron que tomara el control por el momento y eso fue lo que hice, no podía dejar a mi familia a su suerte. Empleé lo que me había enseñado mi padre para mantener la manada a flote-  

-¿Por qué no pediste ayuda al resto de nosotros?-

-No sabíamos el proceder de los hechos ocurridos anteriormente y teníamos miedo de lo que pudiera pasar-

-¿Miedo?-uno de los lobos presentes soltó una carcajada de ironía- esa es la excusa más estúpida que he oído, ¿porqué tu esposo no asumió el mandato? no es un omega, de por si tiene genes de alfa-

- Los miembros no aceptaban a Rudoc como alfa por no tener las cualidades necesarias, además yo tampoco confiaba en él-

-Era tu esposo- Layan volvió a interrumpir

Nebraska cerró los ojos y tragó en seco sin perder el control.

-No me casé con él por deseo propio, apenas era una cachorra y solo me lo impusieron. Estuve muchos años cerca de los dirigentes de la manada y conocía el protocolo, no podía darle el título de alfa a alguien que apenas sabía de él-

-Eso no te exonera de tus crímenes, eres una omega, no puedes hacerte del liderazgo no importa la situación, además, ahora me queda la duda de, y si actuaste junto a tu esposo para lograr tus objetivos- un lobo joven habló y Nebraska enterró las uñas en la tierna piel de sus manos-

Con los dientes apretados y controlando el impulso de agredirlo respondió.

-¿Ayudarlo? Acaso crees que cooperaría con la persona que destruyó y asesinó a mi familia, me encerró, me violó y me separó de mis hijos- su voz parecía gélida y llena de resentimiento- Me usó y yo fui lo suficientemente ingenua para no darme cuenta, eso es lo único que me arrepiento-

Un silencio invadió la habitación. Hades a su lado la miraba y no podía comprender como podía mantenerse tan firme después de sufrir tanto.

Layan se acomodó en su asiento y sonrió sínicamente.

-Igual, hayas pasado lo que hayas pasado, aun así tendrás que recibir tu castigo, y eso también se aplica a tus hijos-

Nebraska perdió el leve color de su rostro.

-¿Qué tienen ellos que ver en todo esto?- su voz tembló, sus barreras se estaban desmoronando.

-Ellos vivieron en la ignorancia, pero formaban parte de la familia de Rudoc y  no hicieron nada para evitar el sufrimiento de los miembros de la manada- de donde sacaba esos argumentos era algo que Nebraska no podía comprender- ellos también tendrán que ser castigados-

Ella negó con la cabeza.

-Son unos cachorros, ellos no tenían magnitud ni conocimiento de lo que estaba ocurriendo- a esa altura sus manos sangraban y apenas podía mantenerse sentada en su silla.

Los vio negar con la cabeza no aceptando su afirmación. Hades solo la miraba sin poder hacer nada, a pesar de estar de su lado, era parte del Consejo y solo podía refutar en su favor cuando fuera hora de la condena.

-En ese caso yo asumiré el castigo de ellos-

Algunos comentaron entre ellos.

-Y si no quiero- Layan mostró una sonrisa prepotente.

Esas palabras, esas simples palabras le hicieron perder el control, el tono empleado le indicaba que no importara lo que hiciera ellos no la oiría.

Su cuerpo entero se estremeció y antes de que Layan pudiera reaccionar se encontraba en el suelo con un lobo de color café oscuro sobre él mostrando sus colmillos.

«No te atrevas a tocar a mis cachorros»

Solo pudo escuchar en su mente esas palabras antes de que el cuerpo el animal colapsara sobre él.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora