Celo peligroso

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Una loba en celo no era algo fácil con lo que lidiar y eso era algo que Hades sabía muy bien. Pero en celo y con la sangre de varios lobos poderosos corriendo por las venas era algo que se le iba de las manos. Hades podía decir ahora que estaba bajo el control de su reina y mira que le gustaba. 

Nebraska era la única a la que le daría su sumisión si ella se lo pedía.

Lo tenía pegado a la pared de la ducha, inmóvil. Los labios de ella estaban enredados con los suyos de él de forma posesiva, pero él no permitiría estar solo en posición sumisa. Sus grandes manos se habían desplazado desde su cadera hasta sus nalgas apretándolas contra la erección creciente. Sus lenguas tenían una batalla para ver quien tenía control y el alfa quería girarse para ponerla entre su cuerpo y la pared, pero le era inútil.

Los labios de Nebraska se separaron y recorrieron su cuello, lamiéndolo y mordiéndolo hasta dejarle los dientes marcados. Luego lamió la herida llevándose consigo las gotas de sangre que habían escapado.

-Suave preciosa- gimió Hades excitado recorriendo la espalda femenina con sus dedos. Tenía a su esposa totalmente fuera de sí y él era el único con una mente consiente, aunque no sabía hasta cuándo.

Su loba siguió desplazándose peligrosamente hacia abajo lamiendo su piel, por encima de su pecho, después por su abdomen marcado hasta quedar arrodillada en el suelo. Hades estaba tan centrado en las sensaciones que lo recorrían y lo hacían temblar con los ojos cerrados, que tuvo que apretar los dientes y callar un sonoro gemido cuando su miembro fue envuelto dentro de una cálida cavidad.

El lobo se inclinó levemente hacia adelante. Sus ojos se habían tornado muy plateados y las venas se marcaban en su piel por el esfuerzo. La cabeza de Nebraska estaba entre sus muslos y lo torturaba con un movimiento lento de su lengua por todo su miembro. Hades se estremeció y bajó una de sus manos acariciando la cabeza de ella hasta su oreja que recorrió con la punta de sus dedos.

Nebraska alzó levemente la cabeza con unos enormes ojos desenfocados que le hicieron recordar cuando ella estaba ciega, pero esta vez él era muy consiente que ella estaba al tanto de todo. Sus pequeñas manos, donde las garras amenazaban con salir se enterraron en sus muslos cuando lo tomó con la boca. Hades se dejó caer hacia atrás agradeciendo la estabilidad de la pared detrás de él, pared que se había agrietado sus dedos.

-Así preciosa- le indicaba con una mano en su nuca marcando el ritmo de ella. Podía sentir los colmillos de su pequeña boca rozando la piel de su miembro y eso en vez de asustarlo solo lo excitaba más.

Estaba en el cielo. No en su sueño más salvaje se imaginaba que su loba le hiciera aquello. Peligro, aquello era muy peligroso, estaba perdiendo todo el control y sabía que si lo hacía no podría controlar todo el deseo animal dentro de él.

Sus piernas temblaron, sentía como el orgasmo se formaba dentro de él, pero no quería terminar así. Se lamió los labios y saboreó la sangre que brotaba de uno de ellos al morderlo con uno de sus colmillos bajo la presión de contenerse. Se inclinó hacia adelante nuevamente y tomó la barbilla de ella separándola, recibiendo un gruñido de respuesta que lo hizo sonreír.

-Calma, mi loba- la agarró por debajo de sus brazos y la subió sobre él hasta que sus piernas se enredaron alrededor de su dura cintura –Es temprano, aun puedes hacerme lo que quieras-

Besándola se giró y la pegó contra la pared de azulejos. Bajó su mano sintiéndola húmeda y preparada para él y de una sola y fuerte estocada se introdujo hasta la base. Un gemido salió de ambos y Hades enredó, otra, vez sus labios.

Era deliciosa, la deseaba, la amaba y sabía que no podía hartarse de la omega, ni del olor dulce que salía de su pequeño y perfecto cuerpo. Se movió con fuerza en su caliente y hñumedo interior, con un ritmo que era placentero para los dos al punto de volverlos casi locos. La manos  sostenía por las nalgas apretándolas dejando sus huellas marcadas. Dejaban marcas de beso por todo su pecho, cuello, hombro, por cuanta piel se le pudiera delante. 

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora