Solo confiar

60.6K 5.6K 221
                                    

Hades se alzó en toda su altura volviendo a su imagen humana. Miró a los cinco lobos ante él y asintió con la cabeza para que el líder de estos copiara su misma acción. Nicolás dudo un poco y se transformó más lentamente quedándose arrodillado en el suelo con la cabeza gacha. Mirar a los ojos a un alfa que no era de la manada era considerado una ofensa fatal y Hades podía desgarrarle la garganta con solo pensarlo.

-¿Las condiciones están preparadas?-

-Si alfa, todos los que pudieron ser evacuados están ocultos en un lugar seguro, el antiguo beta de la reina y actual comandante, espera órdenes para empezar la revuelta-

-Has pensado cuidadosamente todo esto, acaso quieres ser tú el alfa y me estás utilizando de excusa para lograr tus planes- los gruñidos de los demás lobos de la manada de plata se oyeron en el aire y los músculos de la espalda de Nicolás de tensaron, sudando ligeramente.

-Nunca tuve la intención de ser alfa, solo quiero que mi manada sea tan normal como cualquiera, que no haya tanta miseria y sufrimiento, que la reina vuelva a tomar el poder y los tiempos sean como me contaron, como eran cuando ella dirigía. No soy tan iluso de pensar que un simple lobo como yo pueda tomar tan gran responsabilidad-

Hades se quedó callado por unos segundos. No sabía cómo habían sido creídos estos chicos pero de una cosa estaba seguro. No le molestaría tenerlos a su lado. 

-Relájate cachorro- se acercó y le palmeó el hombro mirándolo desde arriba- He oído de tus hermanos como eres, solo quería verlo confirmar si era verdad que eras tan correcto como ellos contaban-

Nicolás soltó un suspiro de alivio. 

Hades, el benévolo, así lo llamaban en otras manadas, esa era la razón por la que habían depositado sus confianza en él.

-¿Mis hermanos?-

-Ellos están bien, los dejé con alguien de confianza, esperan en mi mansión-

-Gracias alfa Hades, no sé cómo pagarle su gratitud-

-No te preocupes, tus hermanos están al tanto de lo que quiero a cambio- le dio la espalda.

Nicolás levantó la cabeza preocupado, acaso sería.

-Si derroto a tu padre, su manada pasará a mis manos, así como su reina-

El lobo menor frunció el ceño, pero no replicó. La mirada del lobo decía todo, tenía que confiar en él, debía confiar en él. Rezaba porque la historia no se repitiera.

***

La sangre corría. Múltiples aullidos, gruñidos, gritos de dolor, mordiscos era lo que inundaba la noche bajo una nube roja. La manada de plata estaba ganando terreno al haberse infiltrado de sorpresa. Habían encontrado resistencia que habían aplacado con la misma intensidad. La mayoría de los lobos solo respondían al alfa Rudoc porque no tenían más remedio, no importaba que cruel fuera su dirigente, era su líder a menos que alguien lo retara.

Hades avanzó por el pasillo con sangre que no era suya deslizarse por el pelo del lomo y el hocico. La batalla para entrar en la mansión había sido intensa, pero las víctimas solo se limitaban a estar gravemente heridas. Había dado órdenes explícitas de no eliminar a nadie, una matanza sin razones era algo ilógico y tenía sus métodos para lidiar con aquellos que no se redimían.

Nicolás lo seguía de cerca en una condición parecida a la de él más una herida en su pata derecha que lo hacía cojear.

El lobo mayor sintió el olor de otro alfa cerca. El muy desgraciado se había confinada en la sala real con otros guardias. ¿Y eso era la figura más importante de la manada? Río irónico, en sus más de 600 años y en todas las disputas que había participado, había dado su pata adelante como principal defensor de su manada. De seguro le daría una lección de ética a ese adefesio  canino.

Se paró delante de la puerta de la sala real con el hijo de su enemigo a su espalda y tres lobos más, su beta y sus guardias más cercanos que se habían negado dejar su lado, como dictaba el pacto de sangre que le habían jurado.

El pelo del lomo se le erizo cuando la puerta se hizo añicos y dos lobos se abalanzaron contra él. Sus dos guardias reaccionaron rápido y detuvieron su ataque agarrando a ambos por el cuello en el aire y reteniéndolos en el suelo con dificultad. Tres canes más aparecieron ante Hades y esta vez fue él quien atacó sacándolo del camino y dejándolos inconsciente. No podían hacer mucho contra un animal que los superaba en tamaño, grosor y fuerza por varios números.

Sintió el gruñido de Nicolás a su espalda. 

Rudoc estaba parado frente al alfa por unos pocos metros. Tres lobos lo defendían sin moverse de su lugar mientras otro lobo más pequeño de pelaje marrón se mantenía a raya, con la cola entre las patas al lado del alfa.

Hades se puso en alerta y sacó los dientes mostrándolos en todo su esplendor. El brillo en los ojos resplandeció tan fuerte que los tres guardianes de su enemigo bajaron las orejas y gimieron apartándose. El alfa de la manada de plata estaba molesto y conocía la sensación que ejercía en los demás,  no estaba en la punta de la pirámide por gusto, a pesar de los múltiples rumores de su buena voluntad. 

Avanzó hacia Rudoc quien erizo cada pelo de su cuerpo en un intento de parecer más grande y amenazador. La gruesa cadena que sostenía una llave oxidada se perdió entre el pelaje y no fue pasado desapercibido. Su olor de alfa no era tan potente como el de Hades y su altura, apenas le llegaba a su hocico pero aun así se abalanzó en ataque, nadie le robaría su trono.

Ambos lobos se enredaron en una guerra de mordidas y arañazos que dejó a los demás presente a raya. 

Solo el más fuerte saldría ileso de aquella pelea.

Y muchos sabían el resultado

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora