No soy hermosa y lo sé

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Ya sabía el nombre de la loba. Raro, extraño, poco común, pero con fortaleza, digna de la posición en la que había estado. Nebraska un nombre que se le daba a aquellos que no se doblegaban.

Pudo sentir su cuerpo temblar bajo sus dedos, aunque su semblante no cambio. Su expresión seria, con aquellos hermosos ojos violáceos totalmente neutros.

Había aprendido bien. Un líder de manada nunca podía mostrar sus emociones aún se estuviera destruyendo por dentro. Eran el soporte de la manada, si ellos a desmoronaban, todos estaban condenados.

-Rudoc hizo una buena elección en casarse contigo, lástima que no supo aprovecharte -Nebraska tragó en seco al oír el nombre de su esposo -No te preocupes por él. Lo tenemos confinado en una de nuestras celdas hasta que el Consejo decida su futuro-

-Y ...y la manada- dijo con dificultad. Una vez que sabía que sus hijos estaban a salvo, venía su segunda prioridad. Su otra familia.

Hades frunció el ceño recordadno el estado de los lobos.

-Más adelante te diré los detalles, no estás en condiciones de saberlo-

Ella se revolvió incómoda soltando un gruñido bajo.

-Ellos son mi manada- soltaba palabra una tras otra con esfuerzo -Quiero saber ...que ocurre con... ellos- un ataque de tos se hizo presente y Nebraska se llevó la mano al pecho para intentar aliviarlo. Sentía los pulmones apretarse y la garganta como si fuera el desierto mismo.

Hades suspiró cogiendo el vaso de agua que había sido olvidado en la mesita al lado de la cama. Tomó un sorbo grande y lo mantuvo sin tragarlo. Sostuvo la cabeza de la loba y la atrajo hacia sí uniendo sus labios mientras dejaba que el templado líquido pasara de su boca a la de ella.

Pudo sentir las uñas enterradas en sus antebrazos y oír el sonido al tragar de ella. Abrió sus ojos para encontrarse los de ella tan claros que se debatió consigo mismo. Le parecía increíble que no luchara contra él, que no formara una perreta porque la estuviera tocando tan íntimamente, aunque su acción no tuviera ninguna connotación sexual. Solo se dejaba llevar por la corriente sabiendo y analizando la situación y quien era más fuerte. La soltó dejando que el cuerpo menor terminara sus espasmos mientras lo miraba de reojo.

El contacto había sido extraño. Sus labios no eran ni ridículamente cerca a los suaves y delicados a los que estaba a acostumbrado y la impresión de que podía quebrar su simple cuerpo algo esquelético hacia despertar lentamente la parte salvaje dentro de él.

Se irguió mirándola desde arriba agarrándola otra vez de la barbilla al tiempo que una fina línea líquida aun permanecía al costado de su barbilla. La limpió con el pulgar por puro instinto. Una pulsada interna lo estremeció. No debía volverse a arriesgar a hacer algo parecido, su celo estaba rayando y su mente animal era demasiado fuerte como para mantenerse cuerdo en ese período. Las consecuencias serían devastadoras y poco provechosas.

Admiró su rostro por algunos segundos aun cuando su aspecto no era el más deseable. Su cabellera oscura estaba toda enredada a la altura de la cintura, tal vez más largo. Su rostro había ganado algunas libras, pero los pómulos aun eran muy marcados, estaba seguro que desparecerían en cuanto comenzara a consumir alimento. Pero lo que más le llamaba la atención era la intensidad con que lo miraba a él, la respuesta a su persona. Podría tenerle miedo, pero se mantenía firme. No lo desafiaban, pero imponía su respeto. Y eso que solo era una omega. Los años en el poder y en la celda habían forjado aquel carácter inquebrantable ante cualquier lobo. Ella definitivamente era la correcta.

-Tu manada están bien. Los ubiqué en algunas de las casas que mi gente no usaba y algunas machos los tenemos encerrados- se detuvo estudiando su expresión preocupada- Algunos están fuera de control-

Nebraska frunció el ceño mostrando una mueca que hasta ella le dolió.

-No eres hermosa- le dijo él con una calma tajante.

Eso era algo que Nebraska sabía. Las lobas en su mayoría tenían los atributos de belleza necesarios para cautivar a la que sería su pareja por largo tiempo. En cambio, ella era menuda, y aunque sus curvas no eran despampanantes estaban bien ubicadas, aunque en este momento necesitaría bastantes libras de más. En cuanto a su rostro, podía no ser la diva de la manada, pero tampoco era la más fea. Ella era simplemente normal. Problema del lobo si no estaba conforme con lo que tenía delante. Estaba cansada y agobiada de tanta testosterona mandona a su alrededor.

Agitó el rostro intentando soltarse del agarre de Hades, pero él, no soltó su barbilla. Solo sonrió levemente.

-Tampoco eres débil- su voz se volvió más grave- Para ser una omega-

La piel de ella se erizó y tragó sonoramente. El ambiente en la habitación se volvió pesado.

-Me pregunto qué haré contigo-

La soltó y se sentó en el borde de la cama. Nebraska retrocedió cautelosamente hasta golpearse con el espaldar.

El hombre era grande. No podía definirlo con detalles, pero su silueta difusa tapaba todo lo que estaba detrás de él.

Solo lo había visto una vez y ella era prácticamente una cría, pero le era imposible olvidarlo. Alto, fuerte, musculoso, elegante, refinado y la lista podía seguir.

Su cabello oscuro largo parecía delicioso al tacto y aquellos ojos. Como la plata fundida. Serios, relucientes y cautivadores. En aquel momento se había quedado admirándolo los pocos segundos que lo había visto y de ahí se había esfumado de sus pensamientos. Con esa edad ella apenas si conocía la G de la palabra gustar o la C de compromiso. 

Que dichoso puede ser el destino de unirlos años más tarde. Que maldito puede ser.

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora