Salvados por un pelo

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Layan corría como loco dejando atrás los dos lobos que cuidaban su espalda. Estaba siguiendo un rastro extraño cuando escuchó el aullido de su beta diciéndolo que Nebraska, la única Nebraska que conocía estaba con él, casi muriendo. El corazón casi se le quería salir de su pecho.

¿Cómo podía estar ella allí y en esas condiciones? ¿Qué demonios estaba haciendo Hades? Si fuera él no dejaría que ella sufriera de esa forma.

Gruñía mientras se acercaba al lugar que le habían indicado pero solo había nieve, aun así el olor de ella era leve. La nieve era un impedimento y se hacía más densa. Se detuvo un momento jadeando mirando de un lado a otro. No la veía, y eso lo estaba alterando. Alzó la cabeza y aulló para ver si ella le respondía, pero nada. Caminó oliendo el suelo. Oía su corazón palpitarle en sus oídos, esperaba no haber llegado tarde.

Allí, a unos pocos metros, vio algo, un cuerpo casi enterrado entre la nieve. Se quedó sin aliento y corrió hasta allí. La imagen lo dejó petrificado por unos minutos. El cuerpo desnudo de Nebraska estaba inmóvil, su piel muy blanca al punto de volverse azul, la sangre de su espalda manchaba la nieve a su alrededor que ya apenas era visible. Sus dedos estaban casi desgarrados y con el líquido carmín coagulado, como si hubiera estado enterrando algo.

Layan volvió a su forma humana y rápidamente comenzó a quitarle la nieve de encima, tomándola entre sus brazos sintiéndola tan fría que se asustó.

-Nebraska, oye Nebraska, reacciona- le palmeó la mejilla para no recibir respuesta.

Los lobos que lo seguían llegaron por fin y vieron la escena, su alfa al punto del colapso junto a una loba. Se acercaron con cautela. Layan no les prestó atención, frotaba los brazos de Nebraska mientras la abrazaba en un intento de darle calor. Buscó sus labios y la besó esperando que al menos su habilidad fuera realmente útil, ahora lo necesitaba.

Minutos después, solo cuando sintió un gemido contra su hombro pudo volver a respirar. Tocó su cabeza y besó su sien, aliviado que ella todavía estuviera en este mundo. Miró su desgarrada espalda y frunció el ceño. Normalmente las heridas debían cerrarse después de recibir directamente sus fluidos pero por alguna razón esta solo había dejado de sangrar, mas amenazaba con seguir abierta. 

Tampoco vio a su beta por todos los alrededores. Ya ajustaría cuentas con él más tarde. Gruñó molesto al punto de que sus guardias retrocedieron, pero se contuvo al sentir nuevamente el cuerpo de la loba temblar.

-Volvamos a la manada- anunció y la cargó en brazos, sino fuera porque ella había sido marcada por Hades no la dejaría salir de su castillo.

***

Leila miró a su hermano entrar en la mansión con alguien entre sus brazos y lo siguió. Al ser más pequeña que el alfa casi tenía que correr para seguir sus grandes zancadas. Él ni se había percatado de su presencia, pero por el olor y la atmósfera que lo rodeaba le indicaba que estaba realmente molesto y eso no era bueno. Layan podía ser irracional cuando era sacado de quicio.

-Hermano- murmuró ella casi alcanzándolo.

-Lei, ahora no, tengo asuntos que atender, después te llamo para que me ayudes- a pesar de su estado le habló de forma tranquila.

-Mylaidy- uno de los guardias la detuvo por el hombro y ella se giró confundida –Por favor no se alarme, ella es la reina de la manada de plata, pero alguna razón fue hallada por nuestro alfa en muy malas condiciones, tenga paciencia, el seguro le explicará después-

-Oh, gracias- le sonrió al guardia antes de seguirlo de vuelta a su habitación.

Leila no comprendía muy bien la situación aún pero si había algo que sabía, era que aquella loba estaba relacionada con ella. Su hermano no le guardaba secreto, así que solo tendría que esperar a que fuera y le contara, además, nunca había visto esa expresión en su rostro.

***

Nebraska ya no sentía frío, aun así el dolor y el hueco en su alma no desaparecía.

-¿Estás despierta, hermosa?- aquellas palabras la hicieron volver en sí y todo aquello que había pasado en la última hora que estaba consiente la golpearon haciendo que se incorporara rápidamente en la cama.

Un grito salió de sus labios, un dolor inmenso recorrió su espalda y unas manos la agarraron de sus brazos para volverla a acostar de lado, con cuidado. Jadeó sin contenerse y temblaba ante sus nervios tan alterados mientras su cabeza era acomodada sobre el brazo de alguien.

-No te muevas así- la voz preocupada de Layan resonó otra vez en sus oídos  -La herida de tu espalda es seria, no hagas que se habrá de nuevo- la mano de él acarició su cabeza.

-Layan- ella logró hablar una vez que el dolor fue mermando hasta ser soportable -¿Qué pasó? ¿Cuántos días han pasado?- parecía alterada.

-Primero cálmate, no es bueno para ti- el lobo tocó algunos puntos de presión en su cuello y sobre su hombro después de correr un poco el camisón que la cubría, esperando que esto quitara la tensión en sus músculos- No te preocupes por Hades y tu hijo, ellos están bien-

Vio como los ojos de esta se iluminaban y la sostuvo de la cintura cuando esta volvía a hacer un intento involuntario, de levantarse.

-Llevas un día toralmente inconsciente, Kei volvió hace poco y me contó que le diste el antídoto para el veneno. La suerte fue que tu sangre los ayudó porque faltó muy poco para que tuviéramos que buscar otro alfa- 

La oyó suspirar.

-¿Lo castigaste?- se refirió al beta –Yo fui la que le dijo que fuera para la manada de Hades, él no tiene la culpa de dejarme allí-

Layan gruñó y Nebraska bajó la cabeza evitando su mirada.

-Cómo mismo él casi llegó cuando Hades solo le quedaba poco tiempo, ocurrió lo mismo contigo ¿En qué estado crees que te encontré?- casi le gritó pero se retrajo después, apretando los puños –Nebraska, estabas congelada, eres muy joven y apena controlas tu temperatura corporal, no tienes idea de lo que tuve que hacer para que no murieras-

Ella apretó los labios, sabía que él tenía razón pero era ella o Hades y su hijo, y todos lo que le importaban estaban por delante de su ser, incluso Layan. Pero como si el lobo le hubiera leído la mente le movió la barbilla hasta que lo mirara.

-Sé que te importa la seguridad de todos, pero te has sentado alguna vez a preguntarte lo importante que eres tú para los demás, para Hades, para tus hijos, para mí-

Nebraska no pudo responder, sus ojos se llenaron de lágrimas que corrieron por sus ojos. Recibir afecto de forma incondicional sin entregar nada, importarle a alguien, que se sintieran preocupados por ella, eran sentimientos a los cuales no estaba acostumbrada. Layan la atrajo hasta  su pecho y le sobó la cabeza mientras las lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas.

-No llores, hermosa, no tienes razón para eso, nosotros te queremos de la misma forma que tú nos quieres a nosotros. Por lo tanto, a partir de ahora, quiero que pienses un poco en tu seguridad, porque si te vuelve a pasar algo, te juro que pateo el culo de Hades y te encierro aquí en el castillo para que estés a salvo- le besó la coronilla de la cabeza.

Nebraska sonrió entre sus brazos. De cierta forma se sintió feliz después de la tormenta. Había perdido una hija pero ahora sabía que había otras personas esperándolas, y eso se sintió realmente bien.

-Ahora preciosa, sé que te estás recuperando pero necesito que me cuentes que pasó, sino no podré poner en movimiento al Consejo y por lo que creo la situación es bastante grave. Incluso hay sospechas de tu colaboración en el complot con Rudoc, aunque estoy seguro que Hades las suprimió-

La omega se separó y asintió con la cabeza.

-Te contaré todo, y lo más seguro es que no me creas-

Cautiva del Alfa #1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora