En los ojos de la bestia ® [01]

Capítulo 14.

YULIMA TYLER.

Él al instante se desmaya y aunque intento reanimarlo no lo consigo.

— Hija, llama a la ambulancia si quieres pero vamos. —Impone ella.

— No pienso dejarlo aquí.

— ¿De qué conoces a este chico? —Pregunta seria.

— De clase. —Respondo mintiéndole.

Janet corrobora lo que estoy diciendo y juntas llamamos a una ambulancia.

Myke ha estado inconsciente en la calle con todo el frío y con un fuerte golpe en la cabeza, como es lógico ahora esta débil y posiblemente enfermo.

— No te importaba. —Susurra Janet.

— No me importa pero quiero ayudarle como ayudaría a cualquier otro.

Me agacho para seguir intentando reanimarle, mi madre seria, posiblemente enfadada espera que venga la ambulancia para volver a decirme que nos marchemos.

— Bestia —Susurro.

Él no abre los ojos pero puedo notar como quiere e intenta abrirlos.

— No tiene la apariencia de un chico de tu instituto. —Comenta mi madre.

— No todos tienen que ir bien arreglados, él.. no es así.

— Que se preocupe su familia.

La ambulancia llega después de casi veinte minutos y lo suben en una camilla dejándome a mí atrás.

— Vamos, de esto se encarga la familia. —Agarra mi brazo.

¿Por qué siento tantas ganas de desafiar a mi madre e irme con él? Es algo que no puedo controlar y que me obliga a perseguirlo.

— No. —Le digo.

— ¿Hija? —Pregunta frunciendo las cejas.

— Lo siento mamá, pero no, no voy a dejarlo solo. —Contesto a la vez que subo en la ambulancia.

Janet me mira sonriendo, se cruza de brazos y mueve la cabeza, es su típico: Lo sabía.

— ¡Ni se te ocurra desafiarme! —Exclama mi madre.

— Volveré a casa cuando tenga la certeza de que está bien.

Cierran las puertas de la ambulancia a pesar de que mi madre sigue gritándome y me pregunto: ¿De verdad merece tanto la pena?

Lo revisan en la ambulancia y lo estabilizan, pero hasta que no lleguemos al hospital no sabré exactamente que es lo que tiene realmente.

MYLE WALKER.

Vuelvo a estar atrapado en mi mente, con esa endemoniada voz susurrándome en el oído: Ahora tú eres el que está preso de mi.

Me siento atado de pies y manos, con una mordaza invisible que me prohíbe gritar.

Nunca antes había estado tan cerca de la besti que vive en mi, tal vez porque nunca había tenido tanta fuerza como tiene ahora.

— Vas a sentir lo que he sentido yo todos estos años.

No sé si mi cabeza es tan poderosa como para hacerme vivir esto tan real o es que lo que he vivido no tiene comparación con lo que me tocará vivir ahora.

— ¿Qué quieres de mi? —Pregunto.

— Nada, quiero que me conozcas, que sepas quien soy. —Ríe.