Capítulo 70.

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MYKE WALKER.

Belinda me mira. Durante todo el camino permanece callada analizándome con la mirada.

— ¿Sigues sorprendida? Pensabas que me habías matado. —Le digo cortando el incómodo silencio. Ella gira la cabeza y apoya la cabeza en la puerta.

— Estarías mejor muerto Myke. —Me rio. Cierro el puño y tras unos segundos manteniendo la calma golpeo el volante.— Eres un monstruo.

— Te equivocas, soy una bestia. Vosotros me bautizasteis así ¿No te acuerdas? —Me mira. Quiere darme pena mirándome como si nunca hubiera hecho daño a nadie pero a mi lo único que me trasmite es un odio que me está consumiendo.— Hablaremos de todo dentro de unos minutos.

— No sigas conduciendo. —Suplica.

— Reconoces el camino. —Sonrío.— Yo me lo sé de memoria.

— Se que has estado planeando esta venganza durante años, mátame ahora.

— No te voy a matar —Siento ardor en mis ojos. Cuando la miro compruebo que mis ojos no son del color que a ella le gustaría— todavía.

Después de unos minutos más conduciendo llegamos al destino. Salgo del coche y ella se niega a salir.

— Me da igual zamarrearte y obligarte. Baja o te bajo. —Digo en un tono amenazante.

Me obedece. Baja del coche y yo estiro de ella hasta el interior del porche. Si, estamos en la casa donde viví el momento que se convirtió el peor recuerdo de toda mi vida.

— Entremos. —Ella se resiste pero inútilmente.— la casa está abandonada.

— Myke no hagas esto.

— No me llames Myke. Soy bestia.

Ella asiente con la cabeza llena de pánico.

— Aquí Connor me dio una paliza que casi me quita la vida —Señalo la esquina junto la puerta— Me sacó de ahí —Señalo al otro extremo de la casa— estaba debajo de la vieja mesa de madera, escondido, aferrado a un juguete. Y tú mirándolo, observando cómo golpeaba a tu hijo.

— Quizás no te acuerdas pero tú.. —La freno.

— Yo tiré a Dylan por la escalera con la intención de matarlo. Lo sé, lo recuerdo perfectamente, hace días no sabía nada pero ahora si —Me acerco a la escalera— mi subconsciente me obligó a recordarlo todo.

— Entonces entenderás que en ese momento estábamos muertos de miedo. Te descubrimos junto a él con los ojos rojos como la sangre y sonriendo satisfecho. —Se me acerca. Sus ojos me piden piedad.

— Entonces Connor hizo algo para enseñarme la lección, cogió un palo —Rio.— Me acuerdo de ese palo y me golpeo en la cabeza una, dos, tres veces, seguido en mi cuerpo con la intención de matarme en el acto.

— Queríamos acabar con la bestia. Por muy doloroso que fuera.

— ¡Tenía seis años! —Grito asustándola— Por alguna extraña razón no morí. Pero claro, él quería que no sobreviviera y se le ocurrió arrastrarme por aquí —Señalo el suelo. Mi mente recrea todos los recuerdos de aquel día— gritándome que era una bestia, un monstruo y me sacó fuera. Llovía, recuerdo que llovía a cántaros y hacía mucho frío.

— ¿Qué quieres conseguir con esto? No podemos cambiar el pasado.

— Entonces me gritó: ¡Lárgate, bestia, no eres mi hijo! —Muerdo mi labio.— Supliqué, fue la última vez que supliqué piedad.

— ¡Querías matar a tu hermano! —Me grita.

— Entonces fue aquí donde de rodillas te supliqué, te llamaba a gritos y tú solo me dijiste algo ¿Recuerdas qué fue lo qué me dijiste? —Pregunto agarrándola del brazo— Me dijiste: Yo no soy tu madre.

En los ojos de la bestia ® [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora