Capítulo 23.

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MYKE WALKER.

Siento como quiere apoderarse de mi, como la bestia quiere hacerse con el control de mi cuerpo para hacerle daño a Yulima, para hacer lo que siempre hace, alejar a las buenas personas de mi vida y aunque siempre se lo permito, esta vez no, esta vez no hará daño para alejarla de mi.

Salgo del coche, me siento bajo el árbol con la cabeza sobre mis rodillas y lo sé, se que por ahora solo tiene el control sobre mis ojos, que pasan a ser rojos de repente.

Me veo reflejado en el coche, creo que es como ver el reflejo del lado tenebroso de uno mismo.

"¿De verdad piensas qué vas a poder contenerme mientras estas con ella? Nunca ¿Sabes por qué? Porque nunca vas a dejar de ser un monstruo." me grita opacándome toda la mente.

Me balanceo, casi como en una película de terror, pero en esta película el malo soy yo.

"La bella Yulima, mmm, dulce e inocente ¿Cuánto podrá durar con su inocencia? O mejor.. con su vida."

Me golpeo la cabeza con las muñecas intentando que su voz disminuya porque sé que no va a desaparecer por más que quiera.

Cuando por fin la voz parece hacerse inaudible me pongo en pie y me acerco a la ventana.

Consigue trasmitirme una paz que nunca había obtenido pero me asusta, es la primera chica a la que no quiero hacerle daño y sé que posiblemente le esté dando a la bestia lo que más adelante será con lo que pueda destruir lo poco que queda de Myke Walker.

YULIMA TYLER.

Despierto por el frío de la noche, miro el reloj, las 5 am, froto mis ojos, envío un mensaje a Janet para que no se preocupe y veo a Myke sentado en la roca fumándose un cigarro. Aun con tan solo la manta salgo fuera.

— Vas a coger un resfriado. —Dice él.

— ¿Y tú qué? Hace poco que ha escapado por lo que veo, tú estás más mojado que antes.

Echa el humo, pone el cigarro sobre sus labios sujetándolo con ellos y gira la cabeza para mirarme. Se ve sexy, muy sexy, el flequillo mojado le cubre media frente, la camiseta negra esta totalmente pegada a su músculos y sus ojos brillosos, más que nunca.

— Te brillan los ojos. —Me siento a su lado y él encoge los hombros.

— Yulima es mejor que te lleve a tu casa.

Niego con la cabeza y la echo sobre su hombro quitándose seguido el cigarro de los labios.

— No quiero volver, es increíble el sentimiento de liberación extrema, no obedecer, no aparentar ser quien no eres para agradar a tus padres —Suspiro— no sabes como he deseado esto.

— Podrías haberte revelado mucho antes.

— Creo que me habrían enviado hace meses al internado ese. —Rio para no sentirme mal porque posiblemente me envíen allí—

— Si dependiera de mí no irías.

— ¿Qué harías para impedirlo? —Pregunto curiosa y él gira la cabeza, baja la mirada y me mira los ojos— ¿Eh?

— Robarte. —Contesta acelerando mi corazón.

— No tengo pasta que robar. —Bromeo para que no note mis nervios, cosa inútil porque se notan el doble.

— Un chiste horrible.

— Ya. —Reímos.

— Trae el cigarro. —Me lo quita de los labios dandole seguido la última calada que le falta para consumirse— Hace frío y si no me equivoco sigues en ropa interior.

En los ojos de la bestia ® [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora