En los ojos de la bestia ® [01]

Capítulo 111.

YULIMA TYLER.

¿No va a volver? ¿Qué está diciendo? No deja de divagar, no deja de decir cosas sin sentido a lo que poco a poco le voy cogiendo uno.

— ¡Quién no va a volver! —Grito desesperada.

Parece que vuelve a la realidad después de gritarle como unas diez veces. No quiero oír lo que va a decir, no quiero saber quien se ha ido y quien no volverá, no quiero porque temo que sea lo que estoy pensando, temo llegar tarde, temo que esto tenga un final horrible.

— Tu novio. —Me dice— Le he visto.

— ¿Está aquí? —Pregunto. Kendo mira a nuestro alrededor y niega con la cabeza.

— Aquí no hay nadie, esta tía esta loca. —Responde él. — ¿Cómo es eso de qué no volverá? Responde a la maldita pregunta y deja de hacernos perder el tiempo.

— Él se ha ido. —La dejo caer completamente y me pongo en pie apartando su mano de mi nuca para poder hacerlo.

— No es cierto.

— Le he visto. —Repite asegurándolo— Él ha luchado pero como era de esperarse la oscuridad es mucho más fuerte.

— ¡Myke no está muerto! —Alzo la voz haciéndole notar que en este momento soy capaz de cualquier cosa. — Y voy a demostrarlo.

— Hazlo.

Cojo el móvil y llamo a Janet para comprobar que todo es solo una mentira para apresurar el sacrificio como última opción.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— Yuli..

— ¿Dónde está Myke? Pásamelo. —Le pido suplicando en mis adentros que solo sea una mentira.

— No está. —Contesta— Se marchó.

— ¿Cómo qué se marchó?

— Lo siento.. —La escucho realmente mal. Entonces empiezo a ponerme muy nerviosa— Él ya no era Myke.

El alma se me cae a los pies y dejo caer el móvil al suelo.
Me acerco a la señora que se defiende haciéndome lo mismo que hace un momento le ha hecho a Kendo. Pero ni siquiera eso me detiene.

— ¡¿Qué puedo hacer?!

— No puedo revivir un muerto y mucho menos cuando se cuerpo está ocupado por un espíritu maligno. —Dice. Coge de nuevo la regadera y sigue con lo que estaba haciendo cuando hemos llegado, regar las plantas.

— ¡No es cierto!

— Deberíamos haberlo hecho cuando te conté la manera de salvarlo, tenía el alma esperándote en el coche y podríamos habernos desecho de un monstruo para siempre. Lastima.

Le arranco la regadera de las manos y la lanzó contra la pared presa de la rabia que siento opacando así el dolor de la su pérdida. Kendo se mantiene precavido y echa mano a su cintura, creo que tiene un arma.

— Tiene que existir una manera —Le digo— y se que existe.

— ¿Aún no lo has entendido? Tú eres la manera. Pero no te devolverá el alma de tu novio. Ya no.

Me alejo.
Siento un dolor que nunca antes había sentido, ni siquiera el día que lo creí muerto en él incendió de su vieja casa. Siento que me falta la respiración y que estoy enterrándome en un agujero sin fondo.

— Yulima —Kendo me coge de la cintura para mantenerme en pie. — Los dos sabemos que Myke es fuerte.

— Pudimos salvarlo —Le digo— pero no lo hicimos.