Capítulo 85.

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YULIMA TYLER.

Sus palabras me cortan la respiración por unos segundos. Diría que su sinceridad a veces me incomoda pero esta vez no.. está vez tengo que admitir que yo también lo había pensado nada más subir al coche. Su presencia enloquece cada parte de mi ser.

— ¿De verdad piensas qué seré el espectáculo de los camioneros? —Pregunto. Mi tono es gracioso aunque he tratado de evitarlo.

— ¿Qué?

— Por está carretera pasan cientos de coches y camiones. —Digo alzando una ceja— No voy a tener sexo contigo aquí.

— ¿En otro sitio si? —Pregunta moviendo las cejas.

— ¡No! —Exclamo avergonzada— Imbécil.

— Es lo que he entendido.

— ¿Pensaba qué lo conseguirás así de fácil?

— Creía que nada más decírtelo te subirías encima de mi y nos encargaríamos ambos del resto. —Trago saliva— Ya sabes, como en esas películas espantosas que a veces echan en la televisión.

— ¿Te refieres a las películas románticas? —Rio tras preguntarlo.

— Esas.

— ¿Ves películas de romance? Para una bestia debe ser compilado. —Pasa el dedo por mis labios.

— Cambio de canal. Odio el amor.

Abro la boca asombrada por lo que acaba de decir y segundos después nota que Febe arreglarlo.

— Odias el amor. —Muevo la cabeza— Entonces odiarás también el sexo.

— El sexo es mi parte favorita. —Susurra en mi oído.

Giro la cabeza. Cierro los ojos y me aferro al asiento para mantener la compostura.

Vuelve a conducir a Dios sabe donde y no me responde por más que le pregunto el lugar hacía donde se dirige.

— Te advierto que si eres el monstruo gilipollas, esta vez te daré más fuerte que la última vez. —Le arranco una media sonrisa.— No me vale que pongas esa cara de depredador sexual.

— ¿Cuál cara?

— Pues la que tienes. La odio.
•••
Conduce. Poco más de diez minutos más tarde llegamos a un motel de carretera un tanto antiguo.

— Vaya —Digo al bajar del coche— Me encantan estos sitios.

— Eres una riquilla un tanto peculiar. —Coge mi mano— Aquí he vivido durante los últimos dos meses.

— ¿Me traes dónde te poseyó la bestia? Muy romántico.

— ¿Y tú cómo sabes eso?

— Lo he deducido, a veces eres predecible.

Pone los ojos en blanco, extrañaba muchísimo sus reacciones y hacerlo rabiar. Subimos las escaleras hasta llegar a la habitación, él saca la llave y me invita a entrar.

— O sea que aquí has traído a tus ligues de estos últimos meses. No está mal.

— No he traído a nadie —Dice en voz baja detrás de mi.

— ¿Y ese sujetador de quién es?

— ¿¡Cómo!?

Da un paso hacía delante y yo echo a reír.

— Deberías haberte visto la cara —Gira la cabeza— te juro que ha sido lo más gracioso de mi vida.

— Lo peor es que me has hecho creerlo hasta a mi. —Pone las manos en mi cintura— Lo pagarás.

En los ojos de la bestia ® [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora