Capítulo 78.

110K 7.5K 922
                                    

MYKE WALKER.

Ya sé qué proponer un trato así es un suicidio pero no quiero vivir una vida en la que Yulima sea un cadáver bajo tierra.

"¿De verdad Walker? Pensaba que eras más inteligente. Por proteger a una mocosa vas a obedecer mis órdenes toda la vida"

— ¿No es lo qué siempre has querido? Vamos, bestia, estabas deseando que te propusiera algo parecido.

Escucho su endemoniada risa, antes solo retumbaba en mi cabeza como un sonido leve que podía soportar pero ahora.. ahora retumba con un eco insoportable.

"Tienes razón, me encanta que Yulima Tyler sea tu debilidad."

— No la tocarás. Yo te obedezco y tú no le harás ningún daño.

"Me dices que lo impedirás y ahora tiemblas de miedo, te has dado cuenta de que no puedes contra mi ¿Verdad?"

— Me he dado cuenta de que no tienes nada que perder y yo la puedo perder a ella.

"Todo era distinto cuando tu alma no existía. Conocerla fue tu peor error"

Siento de nuevo el mismo dolor que sentí cuando él se apoderó de mi cuerpo. Grito con los ojos cerrados. Es como si taladrase mi mente una y otra vez.

— ¡Joder! —Grito.

Escucho mi voz. Mi voz sin eco. Abro los ojos y miro mis manos. Me ha devuelto el cuerpo.

"Si cometes un solo error o se te ocurre buscarla, te juro que no fallaré y la mataré"

Toco mi cabeza. Estoy sangrando.

Oh.. Yulima, pudiste coger el cuchillo lleno de roña pero preferiste golpearme en vez de matarme, tu amor por mi te ciega... Deberías haberme matado.

YULIMA TYLER.

Janet, Cody, hasta Kendo se empeñan en que cene algo, pero tengo el estómago cerrado por todo lo que ha pasado.

— Tienes que comer.

— No quiero comer, quiero quitarme este vestido, darme un baño, meterme en la cama y despertar cuando está pesadilla haya acabado. —Digo agarrándome el vestido.

— Báñate, nada te pasará. —Dice Cody tratando de calmarme.

— No me asusta que bestia vuelva para matarme. —Levanto la cabeza para mirarlo.— Me asusta perder a Myke para siempre.

— Conozco a mi amigo, no se dejara vencer. —Asegura Kendo.

— Gracias Kendo.. pero ni tú, ni yo sabemos lo que es tener a un ser dentro de ti.

Janet me trae la ropa que habíamos preparado para la fiesta que íbamos a hacer y la deja sobre la cama.

— Es algo cómodo con lo que puedes dormir. Báñate y descansa. —Cojo la goma que tengo en mi muñeca y me hago un moño.

— Gracias.. supongo.

— Si quieres puedo dejarte una de mis camisetas —Dice Kendo— dormirás más cómoda.

— No, esto está bien.

Cody y él salen de la habitación. Janet me ayuda a quitarme el vestido y salgo de el después de que cae al suelo. Ella no deja de mirarme las marcas del cuello y yo camino hacía la ducha.

— ¿No prefieres qué te llene la bañera?

— No, una ducha estará bien. —Digo seria.

Me deja sola en el baño. Ha querido evitar que me mire en el espejo pero supongo que tarde o temprano tenía que toparme con el gran espejo del baño. Las marcas de mi cuello me producen escalofríos, terror, el hecho de recordar lo que ha sucedido esta noche.. hace que me sienta demasiado asustada y triste.

Yo sé que Myke sigue ahí, sé que me ha salvado la vida y que todavía puedo salvarlo. Odio que quieran protegerme, que intenten evitar que lo busque ¿Pero cómo hacer callar a mi mente cuándo mi corazón tampoco calla? Por una vez mente y corazón están de acuerdo en algo.. pero salir de aquí sin que me vean no es posible.

LUZ MÉNDEZ.

Escucho ruidos extraños de madrugada. Me levanto, enciendo la luz y me llevo la sorpresa de que Myke ha vuelto.

— Myke.

— ¿Cuántas veces tengo qué decirte qué no me llames así? —Pregunta frío. Su voz esta cambiada, rota tal vez, no sé.

— Hijo.. han pasado seis meses desde que te fuiste.

— No soy tu hijo ¿Qué haces en mi casa todavía?

— Te he estado cuidando todo. —Aseguro— ¿Te sientes bien?

— Si. —Contesta— Pero supongo que mi estado de ánimo no debería importarte. Ni siquiera deberías estar aquí ¿Por qué no vuelves al convento?

— Porque después de que agredieras al sacerdote.. ya no quieren mi presencia allí, dicen que estoy ayudando al hijo del diablo.

— Putas monjas —Pone los ojos en blanco— tendré que hacerles una visita para que dejen las tonterías de una vez.

— ¡No! No tienes que ir. —Intento tocarlo pero se aparta inmediatamente— Estas más.. frío.

— ¿Acaso me recordabas cariñoso o qué?

— No, pero antes de marcharte estabas diferente, había luz en ti. —Mis palabras le producen risa.

— ¿Luz en mi? ¿Por qué lo dices? Solamente fingí por una mujer, tampoco es para tanto, quería sorprenderla.

— Yulima no es una simple mujer.

— No pronuncies su nombre —Advierte señalándome— si vuelves a decirlo te juro que te vas.

— E..está bien.

Se quita la camiseta mientras camina hasta su habitación. Rebusca en los cajones hasta encontrar su camiseta negra.

— ¿Qué me miras? ¿Y por qué agarras el crucifijo así? Se te va a gangrenar la mano.

— No eres tú —Retrocedo.

— Claro que soy yo —Dice frunciendo el ceño— ahora porque hace unos meses estuviera distinto, ya no soy el bestia que criaste ¿Hola? ¿Acaso no me recuerdas?

— No entiendo que te pasa ni porque evitas hablar de la chica que amas. —Golpea la mesita y yo doy un sobresalto.

— ¡No la amo! —Grita— Y espero que por una vez en tu vida sepas dejar de hablar de alguien.

— My.. —Me mira— tú habías cambiado.

— Nunca cambiaré ¿Sabes por qué? Porque siempre seré esto que tienes delante de ti ¡Fuera!

Cierra la puerta en mi cara dando un fuerte portazo.

— Dios mío... otra vez no. —Susurro.

MYKE WALKER.

Tiro todo al suelo. Desde colonias hasta la mesita. De nuevo condenado a ser una persona infeliz el resto de mi vida. Creo que desde que nací mi destino se selló, por mucho que quiera nunca podré ser feliz porque no lo merezco.

Lo rompo todo pero hacerlo no hace que disminuya el dolor que siento. Lo peor de volver a tener alma es el sufrimiento que me produce recordar a Yulima y saber que no podré tenerla otra vez. Querer es una mierda pero lo daría todo por estar con ella y quererla el resto de mi vida.

— ¡Para! —Grita Luz volviendo a entrar.

— ¡He dicho qué te vayas! —Le grito.

La saco a empujones. Cierro otra vez e impido apoyando la mano en la puerta que ella vuelva a entrar.

Deslizo hasta llegar al suelo. Hinco las rodillas y lloro con la cabeza en la puerta.

En los ojos de la bestia ® [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora