Capítulo 25.

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YULIMA TYLER.

¿Y qué? ¿Y qué si quiero salir corriendo de aquí con él? Soy incapaz de controlar mis propios sentimientos, puede ser un problema, una virtud o aquello que me destruya en un futuro no muy lejano.

— ¿Qué vas a hacer? —Pregunta Janet.

— ¿Qué debería hacer? —Le pregunto en busca de consejo.

— Fuera de aquí. —Responde empujándome— una puta vez en tu vida haz lo que quieras hacer y no lo que deberías hacer.

Puede que sea la mejor amiga mas loca, irritante, descarada e imposible de entender del mundo pero es la única persona que me empuja a hacer cosas que quiero hacer.

Cuelgo la cartera en mi hombro, le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo con la nota en la mano. Lo veo a lo lejos, parado a un lado de la carretera con la mano fuera de la ventanilla y fumándose un cigarro con la otra.

Nos miramos, me sonríe, le sonrío y subo al coche tras mirar dos veces hacía los lados.

— Chica de ojos canela. —Susurra.

— Myke. —Susurro.

— ¿Arranco? —Pregunta dándole la última calada al cigarro antes de que se consuma por completo.

— Arranca. —Respondo y le quito el cigarro de la boca, porque tal vez queda una calada más.

Pasa la lengua por sus labios y avanzamos con el coche dejando mi instituto atrás. Durante los primeros cinco minutos del viaje lo observo pero no digo nada, me parece increíble que él, el chico duro, oscuro e inflexible Myke esté haciendo todo esto por mi, creí oír que no daba segundas oportunidades y según creo, esta es la tercera o cuarta oportunidad.

— ¿Vas a quedarte mirándome sin decirme nada? —Pregunta con la voz gruesa.

— Si. —Respondo sonriente, se que le molesta.

— Debería haberte dejado con tu monotonía de mierda. —Dice sin rodeos.

— Bien, da la vuelta y me dejas con mi monotonía. —digo cruzándome de brazos.

— Eres una niña pequeña.

Abro la boca ofendida, saco el dedo del medio y se echa a reír.

— ¿Lo ves? —Pregunto haciendo que gire la cabeza de nuevo— Pues te lo metes por donde te quepa.

— Vulgar hasta para mi, me superas.

Bajo la ventanilla para sentir el aire fresco mientras él conduce, apoyo la cabeza sobre mi mano y lo observo detenidamente, cada rasgo de su rostro me parece perfecto. De sus labios sale una media sonrisa, se ha dado cuenta de que no le quito los ojos de encima y no me avergüenzo, sigo mirándolo como si nada.

— ¿Te gusta lo qué ves?

— No hay mejores vistas, tampoco te subas egocéntrico. —Resoplo.

— Cuéntame ¿Peleaste con tus padres?

Él interesándose por mi, realmente quiere echarme un polvo, lo conozco poco pero sé que no es de interesarse por nadie.

— Me han prohibido verte, hablar contigo o acercarme. —Ríe moviendo la cabeza de arriba a abajo.

— Ya veo como obedeces.

— Si, es que he decidido dejar de vivir por ellos y empezar a vivir por mi.

Detiene el coche en un descampado.

— ¿Debo asustarme? —Pregunto haciéndolo reír.

— Paro para oírte. —Responde quitándose el cinturón y gira hacía mi.

En los ojos de la bestia ® [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora