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Me pregunto que es peor, estar en medio del desierto atrapada porque el auto en donde iba se malogro, junto a otros 4 desconocidos a los cuales no recordaba su nombre con excepción de uno de ellos por ser de la realeza. O estar acostada en la parte trasera del carro del cansancio de tanto empujarlo, mientras escuchaba a los cuatro hablar como si yo no estuviera.

Sin duda yo nunca tuve mucha suerte, pero esto ya era el colmo, era imposible tener tanta mala suerte. No había hecho nada malo para merecerlo, mi único error al igual que el de mi madre fue confiar en las personas equivocadas. Y por culpa de ese error, tal vez podría costarme la vida ahora.

Me quería reír con mi último pensamiento, como si esta fuera la primera vez que mi vida había estado en peligro. Creo que estoy más segura aquí, en medio del desierto que en el mismísimo reino de Lucis. 

Aquello no se debía a que el reino era peligroso, sino que me era más simple guardar mi secreto de los cuatro, a que tener que estar pendiente que ni Cecilia, ni su hija lo contaran. Aquí podía tener la situación bajo control, sin importar que tan malos obstáculos hubieran.

Pensar en ellas, me hizo entender que no puedes confiar en nadie, no importa cuantos años los conozcas, la familia son las únicas personas que nunca te va a traicionar.  

Predecir posibles futuros siempre había sido mi maldición, gracias a ese "poder" entendí la gran mala suerte que tenía. Ver posibles muertes no era algo que a una niña le encantará de ver, y las cosas empeoraron cuando mi mama junto a mi hermano mayor se había ido a buscar respuestas sobre mi, de porque yo era la única en la familia que podía ver posibles futuros pero me tuvieron que dejar atrás. 

Mamá me había dicho que sería un viaje peligroso, por eso cuando tuve 17 años, ella se fue junto a mi hermano que tenía 21 años para ese entonces.

La predicción de aquella anciana que había conocido de niña junto a mi madre se había hecho realidad, los dolores de cabeza por no estar cerca de mi elegido para poder protegerlo se estaban volviendo más intensas y dolorosas. 

Habían empezado cuando tenía 15 años, eran simples dolores, nada que no pudiera soportar, pero dos años después, los dolores habían crecido, eran tan intensos que habían días que no quería levantarme de la cama. Solo quería estar acostada y dormirme, recibiendo un respiro en el mundo de los sueños.

Así que cuando se fueron y como aún era menor de edad, me dejaron con Cecilia y Mia, su hija. Mi madre me prohibió decirles sobre mis predicciones, que aunque sean grandes amigas, eso era algo que no se les podía contar. 

Debí haberle hecho caso, pero Mia estaba mal, se estaba enfermando y en una de mis predicciones había podido ver como vomitaba y el doctor le decía que tenía una grave enfermedad que ya no podía ser tratada, que si hubiera sido antes, tal vez ella podría salvarse pero era demasiado tarde. 

Estaba muy agradecida con Cecilia y Mia por dejarme quedarme con ellas, aun cuando Mia no me trataba muy bien que digamos. Pero aun así, ellas me daban un techo y comida, si podía ayudar a las personas con mi predicción, entonces por que no hacerlo? Aun cuando podía ser que aquello nunca sucediera, no era mejor asegurarse antes de arrepentirme?

Así que se lo conté todo, no me guarde ningún detalle, Cecilia no me creyó en los primero meses y Mia me empezó a llamar loca y a reírse de mí.

Loca, bruja, retrasada eran solo uno de los muchos sobrenombres que Mia me había puesto, quería decirles que se vayan a la mierda, que al fin y al cabo, yo no era la que iba a morir. Pero el sentimiento de gratitud seguía ahí, así que seguí insistiendo, hasta que Cecilia harta del "circo" que había creado, según ella, llamó al doctor para que revisara a Mia. 

Final Fantasy XV [Noctis y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora