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Anne.

—Qué bonito el trabajo de la luna —susurré mirando el círculo brillante en el cielo, a mi lado, Jerry comía, bueno, tragaba su sándwich sin prestarme mucha atención—¿No te parece? Iluminar vidas, cuando andamos a oscuras...Siempre se habla del sol, ¿pero qué hay de la luna? ¿No se sentirá despreciada y celosa de la buena fama del sol?

Mi amigo me miró confundido sin apartar el sándwich de su boca. —La luna no habla, es un círculo brillante, Anne. —dijo enseñándome los pedacitos de pan molidos dentro de él.

Asiento con la cabeza y hago una mueca de resignación con la boca. Porque realmente era cierto, no sé porqué a veces pensaba en cosas así, aunque la luna sí hablara, y sintiera, poco le importabamos nosotros los mortales.

Me había escapado del orfanato donde me lastimaban, había conocido a Jerry que se fue de su casa para no ser una boca más que alimentar, habíamos pasado hambre, frío, malos tratos en la calle, y nadie había hecho nada por nosotros, seres como la luna brillaban inalcanzables, tan lejanos a nuestros problemas.

—No deberías pensar tanto.

—¿Qué?

—Que no deberías pensar tanto. —afirma Jerry con seguridad, chupando sus dedos —No sirve de nada, y a la larga solo te hace sentir mal, lo aprendí hace mucho. Cuando hayan momentos de silencio, piensa en algo gracioso que hayas visto, lo más simple y tonto, se te hará rutina... y estarás mejor, créeme.

Miro las carpas que tenemos tras nosotros, tan descuidadas, todo tan oscuro, no tengo mucho. Lo único que me queda son mis pensamientos, ¿y también tengo que dejarlos ir? —No debería ser así.

El pelinegro asiente. —Sí, pero es lo que nos tocó, hay gente que tiene menos. —apuntó a el viejo Brendan sentado en la vereda de al frente, tras las rejas que nos separaban de la calle, con una botella en sus manos para capear el frío. Solo eso.

Y ese fue el momento en el que lo comprendí, solo nos teníamos a los dos, pero eso era mucho más de lo que tendrían jamás algunas personas. Éramos pequeños y las personas por eso nos daba más dinero que a otros, entonces podíamos comer casi siempre, además, la gente del sector nos conocía y daba ropa a veces.

Sonreí sinceramente, y me levanté de los neumáticos que habíamos puesto en una especie de comedor, no era tan lindo, pero era nuestro. Mis manos encuentran sus muñecas y las aprieto con fuerza.

—Aunque seas un grano en el trasero, estoy feliz de que seamos compañeros.

Él me sonríe y se aparta cuando quiero abrazarlo. —Tan pequeña y con esa boca. Cuidado, tienes la ropa de biblioteca puesta, a menos que quieras que la ensucie toda, ve a cambiartela.

Me miro el cuerpo, sí, tengo la ropa que nos regaló la Señora Addams, que antes había sido de sus hijas, mientras que Jerry tiene puesto unos trapos que no podrían llamarse ropa en ningún lugar, porque era muy grande para que algo le caviera. Aún después de irse para que sus hermanos pudieran comer más, seguía sacrificandose por los suyos.

—Iré a dormir.

Jerry asiente, cuando camino hacia la carpa, volteo a mirarlo y noto que mira hacia el cielo, soñando igual que yo aunque me haya dicho que no lo hiciera antes, pero solo por un momento, porque vuelve a mirar el suelo.

Caigo en el sueño al momento en el que mi cabeza toca la ropa que usamos de almohada, demasiado cansada como para siquiera titubear. No sé cuánto tiempo duermo, porque hace mucho dejé de soñar, pero un alarido interrumpe mi descanso y me hace despertar en un salto.

No es algo extraño escuchar sonidos o peleas como ese grito, así que cierro los ojos otra vez, tratando de ignorarlo.

Otro reclamo, esta vez más fuerte. Refunfuño para mí, y estiro el brazo para despertar a Jerry, para que vayamos juntos a ver que pasa, pero mi mano solo toca el piso frío.

Una ola de preocupación me inunda al instante, me levanto de la carpa y salgo en casi dos movimientos, mi estómago es un tornado, y siento que mi garganta se cierra.

Cuando veo la silueta de espaldas de Jerry sentado en el neumático vuelvo a respirar aliviada.

—Ojalá te gusten las marcas de dedos en tu cuello, porque te juro que te voy a estrangular por preocuparme así....

Ver su cara cuando se voltea me para en seco.

Ha estado llorando, nunca lo había visto llorando. Su boca y nariz están llenas de sangre, y su mirada está desorientada.

Corro hacia él y tomo su cara con las manos sin pensar, siento su sangre correr por mis manos. —¿Qué pasó? ¿Jerry?

Él trata de buscar las palabras, pero antes de poder decir cualquier cosa, se desvanece en el suelo.

Anne Of The Present Donde viven las historias. Descúbrelo ahora