24

1.7K 243 607
                                    

Anne.

La discusión que tuve con Diana hizo que observara la vida de miles de perspectivas diferentes y su mención al orfanato me trajo de vuelta cosas que pensé que había dejado atrás hace mucho tiempo.

Reflexioné y encontré la certeza para afirmar que las personas andamos con el corazón desnudo desde que llegamos terrenalmente al mundo. Y he aprendido, con el paso de los años, que buscamos con desesperación algo para abrigarlo; a veces el arte, a veces una persona para que lo haga por nosotros, o en muchas ocasiones, nuestra familia nos da el refugio que necesitamos.

Y aunque creo que hay que guardar y cuidar ese abrigo siempre —ya que no sabemos qué tan frías se podrían poner las cosas—, también sé con certeza que a veces nos aferramos tanto a esa sensación de amparo que olvidamos todo lo demás, y a todos los que no supieron entregarnos esa calidez.

Sin saber que ellos también son parte de lo que somos, que el ardor no existe sin conocer antes la cercanía del frio, y que jamás entenderemos partes importantes de nosotros mismos si no podemos recordarlas, aunque sean frígidas y dolorosas.

Desde el refugio que construyeron para mí los Cuthbert estuve tan acogida, y con una sensación de alivio tan grande, que casi olvidé que hubo algo antes de eso, o hasta podría decir que me obligué a olvidarlo.

Pero, aunque la sensación del ahora puede ser maravillosa, el pasado no puede dejarse atrás si hay preguntas sin responder, o personas por conocer —sobretodo si tu curiosidad es tan grande como la mía—, así que el frío deja de lucir tan terrible cuando sabes que es momentáneo, y que dentro de él podrías encontrarte a ti misma.

—Quiero ir al orfanato. —solté casi en un grito una noche mientras cenabamos, tanto los Cuthbert, como Cole y Jerry dejaron de comer y me miraron con estupefacción.

Aunque sentía el impulso de retractarme, —porque ni yo misma estaba segura de esa decisión— no lo hice. Porque la necesidad de respuestas era más fuerte, y porque a veces vale la pena el frío que produce la incertidumbre y los malos recuerdos.

Así que levanté de la cabeza y solté un suspiro, preparándome para llevar a cabo la decisión que había pensado durante tanto tiempo.

—Quiero ir al orfanato. —repetí ahora mucho más tranquila y de forma mucho más clara—. Ya tengo dieciséis años y creo pertinente conocer la realidad de las personas que me trajeron al mundo, mis orígenes y...

Marilla dejó sobre su plato el tenedor que había mantenido estático en el aire. —De ninguna manera.

Yo pestañeé confundida ante su negativa tan rotunda. —Pero...

—Es peligroso. —agregó mirando a Matthew en busca de aprobación y apoyo—. Además, ¿para qué quieres ir tan lejos? ¿Tus padres no habían muerto cuando eras una bebé?

Asentí. —Eso es lo que creo, pero debo saber sobre ellos o me temo que nunca me conoceré del todo a mí misma. Necesito saber con certeza qué hubo antes de mí.

—Nueva Escocia es un lugar muy lejano para una niña, y para que vayas sola. —volvió a negarse Marilla—. Me preocupa. No...no es una buena idea.

—No iré sola. —miré a Cole y él me regaló una mirada de confusión. —Cole va a acompañarme a Charlottetown y luego tomaremos el bus hacia el orfanato.

Aunque no lo había hablado con él antes, afirmó con la cabeza. —Tengo en mi teléfono el mapa que nos dice que buses tomar y que rutas seguir.

—Y aunque no lo tuviéramos, he hecho ese viaje en muchas ocasiones. —volví a tratar de convencerla—. Viví sola incluso, sé que puedo cuidarme sola, lo prometo. Jamás haría algo para ponerme en peligro.

Anne Of The Present Donde viven las historias. Descúbrelo ahora